A través de estos años he encontrado una preocupación compartida por padres en el mundo entero «todo está bien mientras nosotros estemos aquí, pero ¿qué va a pasar con mi hijo/a el día que sus padres faltemos?»

Es este un fantasma que nos acompaña a los padres a través de los años, el que hace que tratemos de proveer para nuestra persona con discapacidad una seguridad económica que pueda garantizarle su bienestar en ese día que como padres faltemos…

¿Seremos capaces con todos estos esfuerzos de garantizar que este hijo/a no quede solo, no sea marginado, pueda seguir participando de ese sueño que hoy tenemos para su futuro? ¿Con quienes contamos para esto?

Todos de una u otra forma miramos a los hermanos como ese recurso humano que permitirá que nuestro sueño se haga realidad…

Pero ¿qué estamos haciendo por estos hermanos hoy para que estén mejor preparados para asumir este reto de tener un hermano con necesidades mayores y que les exigirá compromisos diferentes?

Cada vez que miro a estos hermanos, los veo como un pilar dentro del gran núcleo familiar. Hoy me pregunto ¿cómo ven ellos su papel protagónico en esta familia con necesidades particulares? ¿Qué podemos darles hoy, compartir con ellos, para que más fácilmente puedan reconocer y sentirse cómodos siendo un apoyo más en este camino de su propia familia?

Identificarlos como un recurso es el primer paso, yo creo que lo que sigue es asociarnos con ellos en un hoy para poder planear un mañana para cada uno y para todos los miembros de esta nuestra familia… Démosles las herramientas que nosotros no tuvimos al iniciar este camino, hagamos más fácil ese recorrido.