Ciertos acontecimientos serios como la muerte de un miembro de la familia, un amigo o una mascota; un divorcio o un traslado; abusos; trauma; un progenitor que se marcha en una misión militar; o una enfermedad importante en la familia pueden causar un estrés que podría dar lugar a problemas de comportamiento, estado de ánimo, sueño, hambre, rendimiento en la escuela o problemas de interacción social.
En algunos casos, no es tan claro lo que puede estar causando que un niño de repente se muestre retraído, preocupado, estresado, malhumorado o triste. Pero si usted siente que su hijo podría tener un problema emocional o de comportamiento o que necesita ayuda para enfrentar un acontecimiento difícil de la vida, confíe en su instinto.
Las señales que pueden indicar que su hijo podría beneficiarse de la ayuda de un psicólogo o un terapeuta titulado, incluyen:
- un retraso en el desarrollo del habla, el lenguaje o en el control de los esfínteres para dejar lo pañales
- problemas de aprendizaje o de atención (como el TDAH)
- problemas de comportamiento (como ira excesiva, mal comportamiento, hacerse pipí en a cama o trastornos de la alimentación)
- empezar a sacar malas notas en la escuela, sobre todo si solía sacar buenas notas
- episodios de tristeza, llanto o depresión
- retraimiento social o aislamiento
- ser víctima del acoso escolar o acosar a otros niños
- menor interés por actividades que previamente disfrutaba
- comportamiento excesivamente agresivo (como morder, dar patadas o pegar)
- cambios repentinos en el apetito (especialmente en los adolescentes)
- insomnio o excesiva somnolencia
- ausentismo o faltas de puntualidad de manera reiterada en la escuela
- cambios en el estado de ánimo (p. ej., estar feliz ahora y al minuto siguiente sentirse desgraciado)
- desarrollo de síntomas físicos (como dolor de cabeza, de estómago o malestar) a pesar de que el reconocimiento físico realizado por el médico no haya revelado nada anormal
- tener una enfermedad grave, aguda o crónica
- signos que delaten el consumo de alcohol, drogas u otras sustancias (como disolventes inhalables o fármacos)
- problemas en las transiciones (después de una separación, divorcio o traslado)
- temas relacionados con duelos
- evaluaciones para la custodia
- abuso sexual, físico o emocional u otros acontecimientos traumáticos
Los niños pequeños, que aún no han alcanzado la edad escolar, podrían beneficiarse de la terapia con un psicólogo clínico o del desarrollo si hubiera un retraso significativo en la consecución de los hitos importantes del desarrollo, como andar, hablar y controlar los esfínteres, y si existiera el temor de la presencia de problemas relacionados con autismo o trastornos del desarrollo.
Fuente: kidshealth.org