Los limites que se les debe poner a los hijos

Ser demasiado permisivo con los niños no es saludable y las consecuencias a futuro se vuelcan hacia los padres, por eso es necesario establecer límites.



El comportamiento en casa, en la escuela y en otros sitios que tengan los hijos será gran parte gracias a la crianza y a los valores que les hayan inculcado los padres.

Es cierto que la personalidad es la determinante y por más que se haga esfuerzo aquella no va a variar, sin embargo es importante establecer normas para que los niños sepan lo que deben y lo que no deben hacer y así los padres no sean víctimas de su propia crianza y por lo menos lleguen a conservar el respeto que los hijos deben tener hacia sus padres.

Es bueno tener un nivel de permisión con los hijos, ya que esto aumenta la confianza en ambos, pero jamás hay que ser excesivamente tolerante y permisivo, porque aquello abre camino al abuso.

 

Todos los hijos deben aprender desde niños que existen cosas que no pueden hacer, que deben respetar y que la autoridad dispone sobre aquellas, así se acostumbrarán hasta grandes a obrar de esta manera.


Los juegos bruscos

Permitirle a un hijo pequeño que lance golpes a sus padres o a cualquier otro adulto es lo peor que se puede hacer. Los niños desde pequeños deben aprender a respetar a sus mayores y mucho más a sus padres, por lo que un fuerte llamado de atención y en algunos casos una nalgada con una advertencia son la mejor manera de desaprobar dicha actitud.

Si un padre permite ser golpeado por su hijo, dicha práctica se volverá costumbre y los golpes que antes eran en juego, después serán con ira y por cosas más fuertes.

Igualmente no se debe permitir que lancen cosas a las personas, que tiren objetos al suelo o que desordenen lo que ya se ha ordenado previamente.


Los berrinches y caprichos

Cuando los niños quieren atención suelen reaccionar con una rabieta, tirarse al suelo o hacer toda clase de espectáculos, ya sea en casa o en otros sitios, lo cual es de muy mal gusto y crea falsos juicios sobre la crianza.

El no hacer caso y esperar que se canse de hacer el berrinche no resuelve el problema, porque el padre o la madre con esta actitud están demostrando que no les importa si el niño se porta mal.

Hay que levantar la voz, pararse firme y pedirle al niño que se levante y deje de gritar. En caso de que no obedezca hay que levantarlo un poco brusco y hablarles más enérgicamente y en el peor de los casos una sonora nalgada.



No es no

Si se le va a decir que no a un hijo cuando pida algo, no hay que arrepentirse luego y darles lo que ellos quieren. Aquello les creará una falsa expectativa de las cosas y pensarán que merecen todo, aun cuando se porten mal.

La palabra no debe significar para los niños algo definitivo, sin lugar a reclamos, para que así aprendan que en la vida no todo se lo consigue y que la palabra no, no debe ser discutida con los padres.

Un «Dije no» enérgico será suficiente en la mayoría de los casos para aplacar los ímpetus de los niños.


Cuidado con lo que cogen

A veces los niños tienden a tomar lo que no les pertenece y llevarlo a casa, actitud que si no es corregida por los padres se puede volver una costumbre que los acompañará hasta la adultez.

La mejor manera de corregir aquello es hablarles acerca de lo terrible que es robar, sus consecuencias y lo que les puede ocurrir (aplicar empatía), hacer que devuelvan lo robado y ofrezcan una disculpa inmediata a la persona víctima del robo.

Con esto se les habrá enseñado los valores como el respeto, la disciplina, la honestidad y la lealtad, que son los valores más importantes que deben ser asimilados por la sociedad.


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