Fobia social… un enemigo que se hace fuerte

Uno de los conceptos psicológicos más irresponsablemente manoseados en nuestra sociedad occidental es el de las fobias, se usa con tanta liviandad que llega a perder la relevancia y tremenda connotación que tiene. No se trata de temerle a algo o de que no te guste alguna cosa en específico, una fobia es mucho más y muchas veces caemos en la liviandad de utilizar esta palabra como si se tratara de cualquier cosa, lo peor, es que aunque usemos mal la palabra, cada vez se hacen menos raras, incluso, hoy existen fobias a muchas cosas más que hace un par de años, lo cual sólo ayuda a complejizar aún más la situación y nuestro trabajo.

Una fobia social, al igual que todas las fobias en general, es una exageración de una preocupación normal. Todos somos autoconscientes a veces, especialmente en situaciones donde causar una buena impresión es importante, mientras más grande o importante es la audiencia más intimidado puede sentirse alguien por hablar o presentarse. Alguien tomó una encuesta y descubrió que el miedo a hablar en público era más común y severo que el miedo a la muerte, el miedo escénico es una manifestación ya familiar de este temor. Cuando los niños tratan de evitar pararse en clases y hablar ya están mostrando una evidencia temprana de una posible fobia social.

Existen ciertas relaciones con la timidez que puede ser una respuesta psicológica innata. El autor de este artículo, Fredric Neuman, cuenta que “cuando me entrenaba como psiquiatra infantil, observamos a un grupo de madres con sus hijitos a través de un espejo unidireccional, cuando los niños entraban a la sala, algunos inmediatamente fueron donde los otros niños mientras que otros se escondieron tras el vestido de sus madres. Al repetir esta misma observación con las mismas familias cinco años después, los mismos niños se mostraron o tímidos o con tendencias extrovertidas, la misma actitud que tuvieron la primera vez”. Sigue diciendo que, obviamente, incluso los niños tímidos aprendieron con el tiempo a sobrellevar las situaciones sociales por integrarse a ellas yendo a fiestas de cumpleaños, jugando con amigos, etc. y parándose, quisieran o no, cuando se les solicitaba en clase. La regla general es que las personas aprenden a estar cómodas haciendo cosas o yendo a lugares que le hacen sentir incómodas una y otra vez, a pesar de esto, algunos adultos, al evitar situaciones sociales, han aprendido una lección diferente, han aprendido que no pueden sentirse cómodos en lugares comunes, como un bar o una sala de clases, donde se congregue gente y han desarrollado claros conceptos errados sobre lo que las otras personas están pensando.

Primero habría que distinguir entre fóbicos sociales y otro grupo de personas que están mucho más enfermas, estas personas son también a veces llamadas fóbicas sociales porque son exquisitamente sensibles a lo que otros están pensando y porque terminan evitando incluso las interacciones sociales casuales, estas personas muy problematicas son delirantes. Una paciente atendida por Neuman se sonrojaba fácilmente, creía y sentía que las demás personas se sonrojaban en respuesta a ella, no podía sentirse segura y ya que se molestaba incluso con conocidos casuales creía que era mejor quedarse en casa. Otro hombre no podía caminar por la calle sin que las demás personas lo miraran con asco por su expresión facial, o al menos eso creía, lo que hace a sus ideas totalmente delirantes es su resistencia total a cualquier idea o evidencia de lo contrario. Caminando, Neuman, junto a él por la calle, se cruzaron con dos mujeres conversando entre ellas y levantaron la vista brevemente cuando pasaron junto a ellos, el paciente insistió en que ellas habían hecho una mueca y se habían alejado tímidamente de él, no sucedió nada parecido, pero él no escucharía a nadie.

El trastorno dismórfico corporal, en el cual los individuos están absolutamente convencidos de que tienen algún tipo de deformación, es una condición similar a lo que hablamos; la idea subyacente de estas personas es que hay algo repulsivo sobre ellas, algo que es palpable y visible, es casi imposible hacerlas considerar que pueden estar equivocadas, consecuentemente, son resistentes a la terapia cognitivo-conductual. El tratamiento para todos los trastornos de ansiedad involucra que el paciente aprenda nuevas creencias más certeras. Hay tres ideas a las que los fóbicos sociales se aferran:

  1. La gente está examinándolos todo el tiempo (no es así),
  2. esa gente hace juicios desaprobadores en su contra (no es así) y
  3. la demás gente recordará cualquier error o detalle de torpeza que hayan exhibido en el pasado (por supuesto que no es así).

Neuman habla de un joven que había crecido en una familia de alcohólicos, ellos siempre se comportaban de maneras ruidosas y vergonzosas, por lo que el joven tenía un miedo terrible a que quienes vieran sus manos temblar cuando se ponía nervioso pensaran que era un alcohólico, así que, dónde quiera fuera socialmente, lo primero que hacía era tomar un vaso de vodka para que sus manos no temblaran. Una razón de por qué los fóbicos imaginan que las demás personas los examinan cuidadosamente es que ellos mismos advierten cuando a otros les tiemblan las manos o cuando tropiezan; en algún sentido, es difícil convencerles de que la mayoría de la gente no piensa como ellos, pero esa es la tarea de la terapia. Para poder ayudarles a re-pensar esas ideas arregladas, deben entrar en las situaciones sociales repetidamente. Por lo general, son acompañados por un “ayudador de fobias” entrenado para facilitarle e interpretar sus interacciones con otros.

Los fóbicos deben aprender que no se avergüenzan a sí mismos de forma notable, incluso si tartamudean o sus manos tiemblan. Después de un tiempo, cuando ya están más relajados, suelen no tartamudear ni temblar en primer lugar. Hay drogas que han mostrado un pequeño pero significativo efecto en la fobia social, incluyendo el Paxil y otras drogas serotoninérgicas, pero, en opinión de Neuman, no funcionan muy bien.

La tragedia de la vida, como todos sabemos, no es que haya gente hostil esperando para proclamar cualquier debilidad o error, es que nadie presta atención en absoluto. Si nos lanzáramos a hablar y hablar cosas sin sentido, nadie se daría cuenta; si vomitaras en la calle la gente simplemente se alejaría; aunque te vistas de la manera más bizarra la gente no te tomará como raro o te recordará porque no están pensando para nada en ti. Quizás algunas personas se darán cuenta y, quizás, a algunos les importará, pero a muy pocos y ellos suelen no ser críticos, excepto unos pocos especiales que siempre son críticos, pero nadie les presta atención a ellos.

Las fobias se están haciendo más comunes con el tiempo y una de las más peligrosas, por así decir, por su nivel de restricción, es la fobia social, una fobia a la que nuestra sociedad actual ayuda día a día en su desarrollo. Una sociedad que desde pequeños nos critica los errores y celebra los aciertos, el miedo a no satisfacer a padres, profesores, amigos, cada vez crea más fóbicos sociales en nuestro medio. Cómo profesionales de la salud mental tenemos una gran tarea a este respecto y no es sólo ayudar a quienes ya padecen este trastorno, sino más aún prevenir y curar a nuestra sociedad… ¿estás dispuesto a hacer tu parte?

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