Experto en ocio asegura que la falta de tiempo libre «es un problema de percepción»

Cuando John Maynard Keynes apenas comenzada la crisis del ’30 auguró que sus nietos (es decir, nuestros padres) trabajarían apenas tres horas diarias sólo porque elegirían extenderse esa cantidad de tiempo, y que tendrían largos períodos de vacaciones, probablemente basó sus predicciones en los avances tecnológicos y el progreso económico que ya habían reducido ampliamente la jornada laboral, y supuso que la tendencia continuaría.

Las cosas no fueron como imaginaba. Aunque aparecieron autos más veloces, transportes más eficientes, electrodomésticos revolucionarios y teletrabajo, uno de los elementos que hoy determina la riqueza de las personas es el tiempo libre.

“Estamos encerrados en una contradicción -explica Geoffrey Godbey, profesor emérito de la Universidad de Penn State, autor de una docena de libros y más de cien artículos científicos que tratan sobre el comportamiento y el futuro del ocio-. Por un lado la sobreocupación se ha convertido en un símbolo de estatus, pero, a la vez, mostrar todas las aristas de nuestro disfrute se exhibe como bandera en las redes sociales. Para sostener nuestra autoestima pública debemos tener ocio disponible para viajar todos los meses, pero también tener la agenda explotada de compromisos”.

Godbey es orador TEDx y reconocido por haber elaborado algunos conceptos interesantes como que para poder disfrutar del ocio hay que tener imaginación, que comodidad y placer no son lo mismo y que lograr que las personas se vuelvan físicamente activas nunca se trata de calorías; sino de conexiones con otras, diversión con significado en los vínculos.

El poeta alemán Goethe aseguró que “la mayoría de las personas pasan la mayor parte de su tiempo trabajando para vivir, y la poca libertad que les queda los llena de tanto miedo que buscan cualquier medio para deshacerse de ella”. El ocio no tiene una definición única -sigue Godbey-. Puede definirse como un tiempo relativamente libre de las limitaciones de la vida diaria, como una actividad que es mayormente voluntaria y placentera o como un estado mental o espiritual en el que uno se siente relativamente libre de obligaciones. El ocio se define de manera diferente en cada cultura.

–¿Cuáles cree que son los desafíos más difíciles con el ocio hoy en día? 

–Por un lado, aplicar el tiempo del que disponemos de un modo que nos enriquezca. La mayor parte del tiempo que hemos ganado se utiliza para ver la televisión. Para las personas privilegiadas, uno de los desafíos del ocio es la elección. Hay demasiadas opciones para decidir qué escoger. El ocio requiere que uno sacrifique la mayoría de las opciones por la actividad más deseable. No es la ausencia de disciplina, sino el cambio de disciplina que se impone al individuo desde fuentes externas. En otras palabras, sin disciplina individual el ocio suele ser perjudicial. Para las personas menos privilegiadas, el ocio se ve limitado por la falta de recursos, por la opresión política, por limitaciones físicas y mentales y por la falta de oportunidades para probar formas de ocio que puedan ser satisfactorias.

–¿Qué cambió la pandemia en esto? 

–La gente eligió más formas escapistas de ocio. Drogas, alcohol, redes sociales y viajó menos. Algunas se nos “pegaron”, pero otras ya pasaron a la historia. Aquello que pensamos que iba a cambiarlo todo, apenas nos cambió por un tiempo. Los que se animaron a reflexionar, tal vez tomaron algunas decisiones para elegir mejor qué hacer con su tiempo libre y, eventualmente, tomar decisiones más inteligentes para tener ocio más frecuente o acorde a su preferencia. Sin embargo, no todos pueden hacerlo, sea por aquellas condiciones que comentábamos sobre las limitaciones que se nos imponen, pero también están aquellos que por elección o por omisión, no trabajan sobre su espacio de ocio. » El ocio requiere que uno sacrifique la mayoría de las opciones por la actividad más deseable», dice el investigador Geoffrey Godbey.

–¿Menos trabajo es más ocio? 

–Es más ocio si lo pensamos sólo en el sentido de contar con tiempo para tenerlo. Algunas actividades de ocio, sin embargo, requieren que el tiempo libre del trabajo venga en segmentos más grandes, en lugar de muchos períodos cortos fuera del trabajo, por ejemplo. Cuando eso no sucede, la televisión, el teléfono celular y la actividad de corta duración toman el relevo y no necesariamente eso es ocio con sentido, más bien es ocupar como autómata un tiempo vacío. La escasez de tiempo para el ocio es un problema de percepción y de organización. La gente piensa que está trabajando más horas, pero en realidad, confunde el ritmo de trabajo con la cantidad de tiempo que dedica a trabajar. En promedio, la cantidad de horas que la gente dedica a trabajar ha disminuido.

–Disfrutar del ocio, ¿requiere esfuerzo? 

–Quizás lo que requiere es aprender a disfrutarlo. Creo que es una mejor opción que esfuerzo. Mucha actividad del tiempo de ocio no es necesariamente placentera la primera vez. Por ejemplo, si se elige tratar de tocar el violín, se trata de diferir la gratificación. Va a ser necesario dedicar tiempo a aprender. Algo que también requiere tiempo libre. Si se entiende todo el proceso como aplicación de ese deseo, se puede lograr que ese comportamiento sea más agradable. No siempre se trata de lo que las personas quieren de su tiempo libre, sino también de lo que pueden aprender a querer hacer en él. Comodidad y placer no son lo mismo. Muchas experiencias de ocio insatisfactorias son extremadamente cómodas. Una de las variables más significativas sigue siendo la imaginación, el recurso más escaso entre la mayoría de las personas.

–¿La forma de disfrutar del ocio es cultural? 

–Sí. Las actividades de ocio que se valoran se transmiten en el contexto de culturas y subculturas. Las corridas de toros son rituales en un país y crueldad animal en otro. Las mujeres juegan fútbol en algunos sitios, pero no tienen libertad para hacerlo en otros. 

–¿De qué manera la tecnología afecta el ocio? 

–El ocio moderno es el producto de cambios en tecnología. La televisión revolucionó el ocio y ahora las redes sociales han hecho lo propio. Así, el ocio es definido y redefinido por el avance tecnológico. Este proceso está a punto de acelerarse a medida que la inteligencia artificial duplica la capacidad humana para escribir poesía o pintar un cuadro. Resulta sorprendente que las sociedades más avanzadas, tecnológicamente más  preparadas, y con un índice de calidad de vida más elevado, sufren signos preocupantes con patologías sociales como la depresión, el suicidio, la soledad, además de elevados índices de consumo de antidepresivos y ansiolíticos.

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