El autismo en empresas ‘tech’: formación y sensibilidad pero «sin caer en el paternalismo»

La provincia de Burgos puede enorgullecerse, por un lado, de albergar a una de las empresas de robótica más importantes del mundo y, por otro, de contar con una de las asociaciones más reconocidas en su labor en favor de las personas con Trastorno de Espectro Autista (TEA).

Que ASTI y Autismo Burgos unan sus fuerzas para intentar despertar la vocación tecnológica en chicos y chicas que padecen esta afección convierte a esta provincia en un ejemplo a seguir.

Teniendo en cuenta el sector en el que se mueve ASTI y las «grandes capacidades» que tienen las personas con TEA en «tareas de sistematización y manejo de datos», que se produjera esta alianza era casi un movimiento lógico.

Y este movimiento se produjo hace ya unos años, aunque ha sido en este 2021 cuando se ha consolidado con la ampliación de las características del convenio.

En virtud de este acuerdo, las personas con TEA pueden trabajar en empresas o realizar prácticas, participar en los retos que organiza la Fundación ASTI, etc.

Una de las novedades del convenio es que a partir de este año, las chicas que padezcan esta afección van a poder participar en el STEM Talent Girl

Este programa, cabe recordar, permite a chicas de Secundaria acceder a perfiles científico-técnicos en entornos laborales, recibiendo una mentorización o participando en procesos laborales. Asimismo, asisten a masterclass específicas con reconocidas personalidades femeninas del mundo de la ciencia.

Participación en retos y concursos

Las chicas (y también los chicos) con TEA también van a poder seguir participando, como hasta ahora, en otro de los proyectos globales de la Fundación ASTI, el ASTI Robotics Challenge. A través de esta competición, en la que los equipos tienen que construir y explicar un robot, se intenta desarrollar el talento STEM y «empoderamos a la nueva generación de líderes en el campo de la robótica móvil colaborativa», explica Roberto Ranz, director de esta institución.

Dentro de este empoderamiento, se incluye ya no solo al futuro talento femenino sino también a personas con dificultades de inclusión, como en este caso las personas con autismo.

La pregunta surge de forma casi inocente: ¿puede una persona con Trastorno de Espectro Autista formar parte de un equipo en una empresa tecnológica o científica?

María Merino, coordinadora de Autismo Burgos, explica que «específicamente no hay estudios que hablen de las diferencias entre unos perfiles y otros (entre los que tienen TEA y los que no) en empresas tecnológicas, pero sí los hay que hablan de que la perfección y la cognición de este colectivo les hace especialmente buenos en detectar errores y realizar trabajos sistemáticos, muy relacionados con labores dentro de los campos de la ciencia y la tecnología».

Es muy frecuente que una persona adulta con autismo tenga talento pero, a día de hoy, es muy infrecuente que ese talento sea valorado por el entorno  

La propia coordinadora resalta que «hasta un 25% de las chicas con TEA (y el porcentaje es mayor en los chicos) puede reconocer su propia vocación científica«, lo cual habla de una «predisposición» a la hora de encarar su futuro.

Ahora bien, este proceso se topa a veces con obstáculos que casi siempre vienen de la empresa. Roberto Ranz, desde la Fundación ASTI, así lo reconoce.

«Claro que hay cierta desconfianza. Por eso es tan importante programas con las empresas como el de Autismo Burgos, porque incluyen a su vez programas para sensibilizar a los trabajadores. Lo importante para que una experiencia como la que estamos acometiendo aquí sea escalable es la formación de equipos de recursos humanos y de las personas que van a mentorizar y acompañar a estas personas con TEA», resume.

En su caso, la asociación burgalesa es la que ofrece esa formación a los trabajadores de las empresas y eso redunda, primero, en una capacitación mayor de los managers a la hora de mentorizar y acompañar y, segundo, en que las empresas hagan «una apuesta cada vez más creciente para incorporar a personas con TEA».

En el sector de la robótica y por extensión el de la programación y el software, donde se mueve ASTI, «uno de los perfiles digitales más demandados es el de los analistas  o científicos de datos». Ranz revela que «tenemos ahora mismo un alumno con TEA que está acabando el ciclo de Diseño y Robótica y está mostrando excelentes resultados en competencias técnicas asociadas a este elemento de capacidades cognitivas y tratamiento de datos».

María Merino está de acuerdo con la visión que debe tenerse desde las empresas pero ella incide en el punto de vista del joven o la joven con TEA que se enfrenta a un reto profesional de estas dimensiones. Más concretamente en cómo debe encararse su formación.

Las personas no somos robots, somos la esencia de aquello que el robot no puede hacer y es ahí donde la creatividad que puede tener una persona con TEA es un valor esencial

«Hay que dejar de tener una visión individual y priorizar terapias inclusivas en contextos reales. El desarrollo de proyectos reales es clave y desde ahí se pueden trabajar habilidades sociales, como ser puntual, compartir esfuerzos con un equipo o con varios, la cooperación…», indica la coordinadora de Autismo Burgos.

Así, una persona con esta afección integrada en un equipo de trabajo real, «coge seguridad porque se da cuenta de que puede autogestionar toda su carga de trabajo o planificarse».

En su opinión, «trabajar esa autonomía es fundamental y pienso que el cambio importante en aquellos contextos donde se quiera potenciar relaciones laborales como estas es pasar de hacer un acompañamiento paternalista a hacer una enseñanza provocando situaciones, provocando problemas para que ellos mismos encuentren soluciones».

Al fin y al cabo, según reconoce, las personas que sufren TEA «tienen un pensamiento divergente y hay trabajos en los que son muy eficaces, sólo necesitan el acompañamiento adecuado». O dicho de otro modo, «que las empresas estén familiarizadas va a ser crucial para que el TEA tenga un aporte profesional a la sociedad».

Desde 1984 con la innovación y tecnología

La asociación Autismo Burgos, nacida en 1984, siempre ha querido relacionar su actividad a la innovación y a la tecnología del momento. Por eso ahora es un referente y por eso sigue teniendo interesantes programas, talleres, formación y colaboraciones empresariales de todo tipo.

Es en esas relaciones empresariales donde se produce el feedback decisivo para saber si las cosas se están haciendo bien.

Desde la Fundación ASTI, Roberto Ranz elabora un argumento casi incontestable. «Nuestro feedback  es de admiración y gratitud», explica. «No solo se trata de analizar su rendimiento sino de ver cómo estas personas, en un contexto de colaboración, contribuyen a crear equipo y sensibilidades«.

Según Ranz, «ese ha sido el aprendizaje en ASTI: las personas no somos robots, somos la esencia de lo que el robot no puede hacer y es ahí donde la creatividad se convierte en el valor esencial».

Y concluye: «Es un mensaje potentísimo para el sector tecnológico y para la sociedad. El robot no es una amenaza sino un colaborador que es posible gracias, efectivamente, a competencias no robotizables como la creatividad, innovación y las ideas disruptivas».

En esa creatividad es donde suma un valor añadido contar con una persona con TEA. Aunque sin ofrecer datos, María Merino resalta que la inclusión laboral es cada vez mejor, según María Merino, pero «aún inestable» (mucha temporalidad, por ejemplo).

La historia o incluso el arte han colocado ciertas figuras con autismo al nivel de genios. «Que una persona con TEA sea un genio en potencia no es más que un estereotipo», remarca Merino. Añade, eso sí, que «es muy frecuente que las personas adultas con autismo tengan talento». Sin embargo, «es muy infrecuente a día de hoy que ese talento sea valorado por el entorno».

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