¿Cómo compruebo que mi hijo está enfermo?

Cuantas veces a nuestros hijos no les hacemos caso cuando nos dicen que algo les duele, y es una realidad, pues si cada vez que les doliera algo acudiéramos al doctor, viviríamos en un hospital.

Las mamás tenemos una fórmula mágica para quitar dolores por medio de “esa pomada maravillosa que quita todos los males” (llamada árnica), o bien esas curitas de princesas o de Cars que tienen el don de cauterizar una herida verdaderamente profunda con sólo poner una curita y decir las palabras mágicas “sana, sana, colita de rana”, todo queda curado.

Cuando hablamos de un hijo con discapacidad, esto se complica, pues muchas veces él o ella no sabe cómo expresarnos lo que le ocurre, no sabe decirnos si es dolor o molestia, si lleva poco o mucho tiempo con esa afectación. Si le duele “la panza” porque comió alguna comida irritante, o si tiene algún cólico, es alérgico a algún medicamento que le ocasiona diarreas o bien es un alimento que le provoca estreñimiento. Otro ejemplo son los dolores de cabeza, la causa puede ser porque se pegó o porque padece un dolor simple o una migraña, etcétera, así podríamos seguir con muchos casos de dolores comunes.

Sí, con los chicos con discapacidad intelectual tenemos que aprender a leer muy bien el lenguaje corporal, pues son personas que tienen un umbral al dolor muy fuerte (he tratado de investigar la causa y no la sé); he vivido de cerca casos con desenlaces fatales.
Les comentaré el caso de una chica que tenía la “manía” de manipular su ano hasta llegar a sangrarlo. La gente alrededor argumenta que era una manera de llamar la atención, que ya la habían revisado y no tenía nada, ni hemorroides. Con el tiempo un día se desmayó sin haber reportado dolor alguno y lo que tuvo fue una oclusión intestinal con desenlace fatal.

Y así, les podría comentar casos de chicos con fracturas que no reportan dolor, sólo molestias, por eso les sugiero a los padres o personas que conviven con la persona con discapacidad que observen muy bien cualquier cambio en su andar, si se toca constantemente alguna parte o si reporta constante algún dolor, cambio de humor, cansancio constante, cambio de hábitos alimenticios; estar al pendiente de si obra diario y de qué calidad, apuntar los periodos menstruales (pues si hay alguna alteración nos puede hablar de quistes, por ejemplo), cambio de color en la piel, algún olor extraño que emane de su boca o alguna parte de su cuerpo, pues éstos nos pueden indicar problemas bucales o infecciones genitales.

Recordemos que su misma discapacidad no les permite asociar algún trastorno corporal con una enfermedad, temporal o permanente. Por eso nosotros debemos ser observadores constantes para así acudir al médico cuando esto sea necesario.

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