Conductas públicas y privadas

A una persona sin discapacidad hay muchas cosas que no le debemos enseñar, pues por deducción lo concluirá; lo aprende al observar. Cosas tan simples como cerrar la puerta si voy a hacer uso del baño, cerrar la cortina si me voy a vestir, no rascarme las partes privadas del cuerpo enfrente de la gente, etcétera, parecen conductas lógicas que no hace falta enseñar, pero no es así cuando hablamos de personas con discapacidad intelectual.

Debemos enseñarles qué conductas son públicas, cuáles son privadas y cuáles son acciones públicas, pero que al mismo tiempo se vuelven privadas (como el ir de compras y tener que hacer uso de un probador). Todas las conductas hay que clarificarlas cuando estamos educando y desarrollando habilidades sociales.

Hay conductas que a todos nos provocan una risa incontrolable, y una de ellas es cuando alguien se gasifica (solo de escribirlo me da risa). Una persona regular que por deducción sabe que no lo debe hacer (al menos que sea un accidente —y se dan—, éstos son los que provocan más risa). La persona con discapacidad al percatarse de que esta acción llama la atención y puede provocar risa puede usarla como un modo de llamar la atención y convertirlo en un hábito. Para que aprenda a que es una conducta privada hay que hacérselo saber desde una edad temprana, procurando no reforzar esta conducta por medio de la risa. Mientras sea pequeño no pasará a mayores, pero al pasar los años esa conducta, y no clarificarla como privada, puede ser una acción que llevará a la persona con discapacidad a ser rechazada cuando sea mayor. Y sufrir el rechazo de la sociedad, y no saber por qué, le ocasionará gran angustia y aislamiento al chico, al cual hemos estimulado para que aprenda a leer, escribir, hablar, etcétera. En este punto es donde padres, terapeutas y toda aquella persona que tenga relación con nuestro chico debe educarlo siempre en el mismo camino y lenguaje, con mucha constancia.

Hay que sembrar desde pequeño el concepto de público y privado para lograr una mejor adaptación y aceptación con el fin de desarrollar todas las habilidades para lograr una inclusión social, de pareja y laboral, si sus habilidades lo permiten. Pues de nada le sirve al chico ser lecto-escritor si no sabe comportarse dentro de conceptos claros basados en conductas públicas y privadas.

Cuando necesitemos solicitar el apoyo de alguna persona en el cuidado de nuestro familiar no habrá problema, pues nuestro chico tendrá hábitos muy claros y bien cimentados. En el próximo artículo les hablaré de los tipos de hábitos que deben tener nuestros chicos al hacerse mayores, por su bien y nuestra tranquilidad.

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