Uruguay impulsa el tenis para ciegos de la mano de un programa internacional

Deporte

Uruguay acogió hoy un partido de tenis para ciegos que dio el raquetazo inicial a un programa que busca potenciar esta modalidad en el país, sumándose a una iniciativa internacional con el apoyo del precursor de esta modalidad de deporte en la región, el argentino Eduardo Raffetto.

Así lo expresó a Efe en el marco del lanzamiento del programa en Uruguay -que tuvo lugar hoy durante el Uruguay Open- el responsable de Tenis Para Ciegos en Uruguay, Emilio Marchesano.

En su opinión, sumarse al Programa Tenis para ciegos de Sudamérica (PTCS), iniciativa de la Asociación Internacional de Tenis Para Ciegos (IBTA), es un «punto de partida».

«Es la primera vez que se hace en Uruguay una presentación del tenis para ciegos y la idea es empezar a trabajar con la disciplina, formando profesores y generando todo ese ‘know how’ (saber hacer) que tiene el PTCS», manifestó Marchesano.

Si bien el referente uruguayo apuntó que esta modalidad es novedosa a nivel local, resaltó que el objetivo central de este lanzamiento es «trasmitirlo» dentro de Uruguay y empezar a desarrollarlo mediante la creación de una primera escuela que luego se prevé replicar en diversas localidades del país.

Asimismo, Marchesano destacó la importancia del apoyo de Raffetto, quien además de ser el director del PTCS lleva trabajando seis años con la disciplina y trabajando en su desarrollo junto a destacadas figuras del deporte como el reconocido ex tenista brasileño Guga Kurtein.

En esa línea, Raffetto puntualizó que si bien el tenis para ciegos fue creado en Japón hace unos 40 años, la IBTA fue creada hace aproximadamente dos años, por lo que la disciplina se está comenzando a expandir en los distintos continentes.

«En Sudamérica nosotros somos los únicos, empezamos con Argentina, ahora con Uruguay y con Brasil, donde trabajamos con la fundación de Guga (Kuertein) para la creación de escuelas en 2018, y estamos muy cerca de lanzarlo en Chile también», aseguró el experto.

Por otro lado, Raffetto manifestó que el aspecto más desafiante de entrenar a discapacitados visuales, que pueden ir desde los cuatro años de edad hasta adultos, es la capacitación de los instructores.

«El mayor trabajo que hay es que todos los futuros instructores interpreten lo que es la discapacidad visual y no le tengan miedo. Los alumnos trabajan perfectamente, hay limitaciones pero las compensan, por ejemplo, no ven la pelota pero la escuchan, y toda la parte técnica la pueden hacer perfectamente», explicó.

Sobre ese mismo punto, Marchesano apuntó que la adaptación del juego para alumnos ciegos lleva un proceso que además de un equipamiento y una cancha con medidas especiales implica una preparación en el plano de la enseñanza.

«El primer paso es tener instructores capacitados para llevar la actividad adelante, comenzar a tener alumnos para que surjan jugadores y luego el primer torneo. Es por ello que nosotros estamos en contacto con la Unión de Ciegos del Uruguay, para hacer de esta actividad algo completamente masivo», destacó.

«(Para la capacitación) se empieza a trabajar desde la parte psicológica de los chicos porque obviamente uno tiene que ponerse en el lugar de ellos para entender su perspectiva», añadió.

Con respecto a las instalaciones los referentes del deporte informaron que la cancha para ciegos totales es de 12,80 por 6,10 metros con una red de 90 centímetros y todas sus líneas marcadas por una soga de tres milímetros de espesor adherida al piso.

«Uno de los temas mas importantes es la pelota, que a diferencia de la convencional es de goma espuma, de tamaño más grande y en su interior tiene una pelotita de ping-pong con perdigones de plomo que le permite hacer sonido», explicó Marchesano.

Por otro lado, el referente para Uruguay afirmó que las reglas son «muy similares» a las convencionales, si bien hay diferencias en aspectos como el número de rebotes permitidos, ya que se permiten tres para los ciegos totales y dos para los disminuidos visuales.

Tatiana Vasconcelos, una de las personas que jugó el partido, admitió a Efe que jamás había jugado tenis y que cuando le llegó la propuesta por parte de la Unión Nacional de Ciegos del Uruguay, quiso probar y ahora ya quiere inscribirse para practicar el deporte cotidianamente.

«Nunca pensé que un ciego podría jugar tenis», destacó Vasconcelos.

En esta línea habló otro de los participantes, Jonathan de Souza, quien dijo a Efe que la actividad «es súper recomendable» ya que ayuda a la concentración de las personas que padecen ceguera y a mejorar la orientación en los espacios.

 

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