Un museo por los 60 años de la educación para personas ciegas

Ciegos

La Escuela Nº 198 Especial de Discapacidad Visual se llenó de gente amiga. Todos llegaron con ganas de celebrar en partida triple.

Es que las seis décadas de la oficialización de la educación para niños ciegos en Uruguay coincidió con la inauguración del primer Museo Escolar de la Discapacidad Visual instalado en el segundo piso de la Escuela Nº 198, y la apertura de un espacio multisensorial ubicado en el jardín de esa institución.

Este proyecto pretende trabajar el olfato, el tacto y el gusto, ya que “cuando un sentido está vedado, los demás se potencian. Estimularlos es primordial para la educación integral del niño”, apunta Lourdes Honorio, directora de la Escuela Nº 198.

Ella trabajó como maestra de este centro educativo por más de dos décadas, y retornó en el rol de directora dos años atrás. Define la vuelta como “muy emotiva” y la considera “un broche de oro” a su carrera.

La huella.

Primeras llaves de la escuela expuestas en una vitrina. Foto: Darwin Borrelli.

Primeras llaves de la escuela expuestas en una vitrina. Foto: Darwin Borrelli.

La maestra Graciela Machin quería rescatar y contar la historia de la Escuela Nº 198 a través de la creación de algo que brindara un sentido de memoria. Se le ocurrió que abrir un museo era la opción más válida para celebrar estas seis décadas de educación formal para personas no videntes.

“Fui juntando las piezas y el material para poder preservarlo debido a la huella que dejaron quienes pasaron por aquí, tanto los niños como los maestros”, asegura Machin.

La apertura de este museo marca el inicio de un proceso de investigación que la docente pretende continuar. “Tenemos alrededor de 100 objetos, pero no expusimos todos en esta etapa inicial, tratamos de priorizar los más significativos”.

Quiso dar valor a ciertos elementos del sistema Braille que dejaron de usarse, como las máquinas antiguas y regletas de metal.

En el museo también pueden encontrarse globos terráqueos en Braille, elementos de geometría, un metro lineal, gomas, e incluso las primeras llaves de la Escuela Nº 198.

“Destaqué el área de música porque tiene un rol esencial para los niños ciegos”, dice. Hay violines, acordeones, órganos, un piano, y partituras en Braille. También rescató un grabador, un tocadiscos, y vinilos con cuentos de los Aristogatos, el clásico Bambi, la banda sonora de Heidi, entre otros.

“Todos los elementos expuestos pueden tocarse, pero es lo mismo que se puede encontrar en cualquier museo. La idea es posicionarnos en la discapacidad pero no desde el sentimiento de separación o la lástima, sino que pretendemos dismitificar la discapacidad y el museo es lo más inclusor”.
Acto.

El martes también se realizó la apertura de un espacio multisensorial en el jardín de la Escuela N°198 que alberga  68 años no videntes. Foto: Darwin Borrelli.

Espacio multisensorial en el jardín de la Escuela N°198. Alberga 68 niños no videntes. Foto: Darwin Borrelli.

Como buena anfitriona, la directora Honorio saludó a todos los que se acercaron el martes 16 de octubre para participar del acto que comenzó a las 10:26 con la entrada de los pabellones, y la entonación del himno nacional.

Se preocupó por saber si las personas ciegas estaban bien ubicadas en el gimnasio antes de empezar su discurso.

Les explicó que estaban sentados mirando hacia Agraciada y Zufriategui, y les contó con sumo detalle que encima suyo había un árbol cuyas hojas estaban hechas con las manos de los niños recortadas en papel marrón, y mariposas en color verde y blanco.

Familia.

Honorio consideró que la principal evolución en estas seis décadas ha sido la inclusión e igualdad alcanzadas.

La directora cerró su discurso con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos. Se emocionó al agradecer el “apoyo incondicional de los padres que componen la Comisión de Fomento y el grupo humano de la escuela. El lunes fue feriado y a nadie le importó: trabajaron codo a codo como un día más para preparar los festejos”.

No es casual que el concepto de familia se repita en la mayoría de los comentarios que figuran en la página de Facebook de esta institución educativa.

“Los padres acá encuentran un lugar donde sus hijos son escuchados, comprendidos y atendidos de igual a igual. Brindamos atención a niños de 0 a 15 años, y los padres participan de forma activa, incluso vienen a clase con sus bebés. La familia es muy importante para que estos niños salgan adelante”, aseguró Lourdes Honorio.

Opinó que ese árbol era la mejor imagen para representar el motivo del festejo: hace 60 años se plantó una semilla, pero todos los que estuvieron presentes (alumnos, docentes, familiares y colaboradores) fueron partícipes de este logro.

“Es un hito muy importante. Las personas ciegas pasaron de no tener educación a recibirla, y dejaron de estar segregados. Antes los padres no los dejaban salir, eran estigmatizados. Y de repente tuvieron una escuela para ser iguales a los demás”.

Historia.

Barcos originales que navegaron en el Arroyo Miguelete. Foto: Darwin Borrelli.

Barcos originales que navegaron en el Arroyo Miguelete. Foto: Darwin Borrelli.

La primera escuela para niños ciegos se fundó en la calle Piedra Alta en setiembre de 1958, seis meses después de que se oficializara la educación.

En 1963 funcionaron en un local alquilado en 21 de setiembre, hasta que cuatro años después el Consejo Nacional de Educación Primaria adquirió el edificio ubicado en la calle Zufriategui. Fue remodelado y allí se instaló la Escuela Nº 198.

En el gimnasio que sirvió de escenario para hacer el acto conmemorativo del martes había una glorieta donde los niños jugaban, conversaban y “soñaban miles de historias” antaño, mencionó Honorio.

La directora destacó en su discurso la lucha de un tal Joaquín Silveira para que los niños ciegos recibieran educación.

“Profesor de música, alegre, chistoso, compinche de sus alumnos, siempre dispuesto a dar un consejo, y dueño de una fortaleza sin igual”, elogió.

Risas, llanto y emoción en los festejos.

Marcelo Di Paulo, actual profesor de música y exalumno de la escuela N°198, dijo presente en el acto del martes 16, y tomó la palabra detrás de la directora Honorio para remontarse al año 82.

“Pasé momentos inolvidables en esta escuela pero recuerdo una instancia donde se realizó un fogón para recrear el pericón. A mí me tocó cerrar el evento ejecutando ese ritmo típico en la guitarra. Tenía 12 años y fue inolvidable”, contó quien estudia música de los 7 años.

Di Paulo se retiró del escenario agradeciendo a los docentes de su época y a los actuales por “sostener esta escuela. Un abrazo a todos y por 60 años más”.

Luego vino el turno de Luciano, alumno de segundo grado, que realizó una acotación antes de cantar el tango La lombriz, de Susana Bosch: pidió que el aplauso fuera con señas porque el bullicio pone nervioso a los niños sordos.
Es que la escuela N°198 hoy alberga 68 alumnos, pero su perfil se amplió: atiende niños con discapacidades varias, no solo visuales:motrices, auditivas, perceptivas.

“¿Les gustó o no les gustó? Gracias por visitarnos”, dijo Luciano post show. Mientras se alejaba del escenario rumbo al asiento con su bastón, el público le reclamaba otra canción.

 

Original. 

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