Un fin de semana entre colegas con autismo

Amigos

La asociación ALEPH-TEA fomenta el ocio inclusivo con un programa de excursiones en el que, además de disfrutar de su tiempo libre, trabajan la gestión del tiempo o el dinero

Siete fines de semana al año un grupo de chavales con autismo disfruta de un fin de semana con sus colegas. El último fue una excursión a Miraflores de la Sierra donde hicieron senderismo, descubrieron la flora y la fauna, cantaron en el karaoke o jugaron al bingo. Pero antes de subir al autobús, es necesario preparar el viaje.

Es viernes por la tarde y todos los chicos, mayores de 16 años, esperan inquietos la salida. Fernando, un apasionado de los pájaros, cree que verán halcones o buitres. Mientras, Marco pincha en Youtube a Pablo Alborán y Bruno Mars. Y Dani baila. Una vez llegados Antonio y Miguel reciben una breve charla informativa y comienzan la actividad previa a la salida: una visita al supermercado.

«Como ellos tienen muchas dificultades en la interacción y las relaciones sociales nosotros intentamos ser un poco esos mediadores o esa muletilla que ayuda a que puedan disfrutar del ocio y relacionarse con otras personas, algo que a lo mejor de manera natural no surgiría», explica José Antonio Romero, responsable de actividades de ocio y voluntariado de ALEPH-TEA (Asociación Libre para la Educación Personalizada y Humana de los Trastornos del Espectro Autista), que desarrolla este proyecto en colaboración con la Obra Social La Caixa. «A través del ocio intentamos trabajar la educación no formal en un contexto natural, hacer cosas que puedan mejorar su autonomía o repercutir en su calidad de vida», añade.

Dependiendo de su experiencia y habilidades, cada uno va realizando sus tareas con la ayuda de trabajadores y voluntarios. La lista de la compra es muy visual: una cartulina con imágenes indica las acciones y los productos. Como es la primera vez de Marco, solo tiene que coger dos artículos: cuatro barras de pan, que necesitan todos, y una bolsa de patatas fritas a su elección. Miguel, en cambio, ya es un experto y llena el carrito con huevos, mermelada, lechuga o tomate. Cierra la comitiva Fernando, que con la ayuda de una monitora paga todo al cajero.

«No es solo el voy a comprar porque después voy a cocinar sino que también estamos trabajando el tiempo de espera en una cola, porque para las personas con autismo la concepción del tiempo es algo complicado y quieren que todo sea inmediato; también el manejo y el significado del dinero, que al final es un concepto muy abstracto», señala Romero. «Cualquier persona es capaz, en principio, de hacer todo: simplemente nosotros tenemos que encontrar la herramienta que le ayude a poder disfrutar de ese todo», afirma.

De este modo, y ya durante la excursión, tratan de guiarles y hacerles sentir una parte activa del grupo en función de sus posibilidades comunicativas, ya sea charlando sobre sus intereses, preparando la comida o recogiendo y limpiando el comedor después de cada refrigerio. «Intentamos llevar un ambiente lo más flexible y distendido posible porque nuestro ideal, al final, es que sea un fin de semana entre amigos», señala Romero.

Las excursiones se complementan con el programa de ocio compartido, grupos estables de amigos que dos veces al mes van al cine, la bolera, un concierto o a tomar algo; actividades extraescolares como yoga, percusión y natación; campamentos urbanos en épocas no lectivas y dos viajes de una semana a la playa en verano.

Unas 90 personas participan en el proyecto Fomentando el ocio y el tiempo libre inclusivos en personas con autismo de ALEPH-TEA, cifra que asciende a 150 personas entre dos y 37 años en todos sus servicios: desde atención temprana y un centro educativo para los más pequeños a un centro de día y prácticas laborales para adultos. «La idea es poder apoyarlos en todo su ciclo vital a medida que vayan creciendo», concluye Romero, uno de los 80 trabajadores de la asociación en Madrid.

 

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