Testimonio – “Un ángel que aletea en mi corazón»

La noticia me estremeció de pies a cabeza. Cada parte de mi cuerpo se paralizó cuando la psicóloga de manera sutil aunque directa, estableció un diagnóstico difícil de asimilar.

Un pequeño ángel de apenas 2 años estaba destinado a una interminable cadena de terapias, consultas y visitas hospitalarias para controlar un mal que hoy por hoy, no tiene cura. No pude evitar sentir cómo las lágrimas salían sin control de mis ojos, las cuales contrastaban con la dulce sonrisa de mi pequeño angelito, sentado a un lado mío, oyendo lo que en ese momento mis oídos no podían entender. La fragilidad se hizo presa de mi; la tristeza y la confusión se apoderó de mis sentidos….. ¿Qué es el autismo? ¿Cómo va a superar mi hijo ese mal? ¿Cómo lo puedo ayudar? Estas y muchas interrogantes más, se agolparon en mi mente sin encontrar respuestas claras, sin encontrar un consuelo que pudiera reconfortar mi confundido corazón.

Jaimito en la escuela con su disfraz en Día de Muertos
Jaimito en la escuela con su disfraz en Día de Muertos

Pensé que la primera acción a tomar sería informarme; entender los alcances del padecimiento y poner los medios para iniciar una acción correctiva. Sin embargo, la confusión no terminaba. Entre cientos y cientos de líneas que leí, me enteré que son niños con dificultad para relacionarse y que muchos de ellos, ni siquiera logran hablar. Si esto sucediera, ¿Cómo podría mi hijo llevar una vida normal? ¿Cómo podría valerse por sí mismo cuando yo le falte? En ese momento pedí a Dios con todas mis fuerzas ser eterna, nunca morir…¡pero que absurdo!, algún día moriría y ¿qué sería de mi chiquito?

Seguí leyendo, buscaba alguna pista que tranquilizara mi corazón y encontrar, aunque fuera, una pequeña luz al final de ese oscuro túnel en el que me encontraba. Las palabras formando frases, golpeaban una a una mi cabeza y más aún, mi corazón. De pronto entre tantas líneas, leí algo que me estremeció: “los niños autistas agitan los brazos o las manos como si fueran alas”.

En ese momento, cerré mis ojos y traje a mi mente las muchas ocasiones en que mi pequeño acostumbra mover sus manos incesantemente. Como un bálsamo reconfortante empecé a asimilar lo que estaba pasando….¡Dios me había regalado un ángel para que aleteara en mi corazón!

Sara con su hijo Jaime
Sara con su hijo Jaime

Qué ciega estaba siendo para no reconocer que atrás de todas mis dudas y preocupaciones, estaba Dios extendiendo sus manos para darme este gran regalo.

Por algunos años, mi esposo y yo luchamos juntos para tener el privilegio de ser padres. En incontables ocasiones le pedí a Dios que me permitiera ser madre y el milagro de vida se cumplió. Jaimito llegó a nuestro hogar llenando de felicidad y de ilusión cada rincón de nuestra casa.

Jaimito feliz con su papá
Jaimito feliz con su papá

¿Por qué habría ahora de hacer tantas preguntas? ¿Por qué empañar de tristeza lo que hace 2 años era felicidad y dicha?

Simplemente Gracias Señor….

* por este regalo de vida que me diste

* por haberme elegido como madre de un niño amoroso e inteligente

* por hacerme saber que no estoy sola y que en las más duras batallas, siempre estarás conmigo

* porque sé que iluminarás mi camino para que valore y disfrute al “Ángel que aletea en mi corazón”

Sara Irma Aguilar de Hidalgo

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