Sexualidad y Discapacidad Intelectual. Lo que todo padre debe saber

Nota de la traductora: La palabra “sexualidad” tiene una alta carga emocional. Igualmente, la palabra “discapacidad”. ¿Qué sucede cuando ambas palabras se combinan?       Muchas personas equiparan la educación sexual con un permiso para ser activos sexualmente. No es así. La educación sexual representa la oportunidad para aprender, comprender y poner en práctica lo que significa ser un hombre o una mujer en los tiempos que corren. También es una oportunidad para instruirse sobre cómo vivir como adultos de forma segura, responsable y feliz.       En otra época, la palabras sexualidad y discapacidad pocas veces se escuchaban juntas en conversaciones “educadas”. Se consideraba que no era aceptable hablar sobre sexualidad abiertamente. Y frecuentemente las personas con discapacidad (PcD) permanecían escondidas y tampoco se les mencionaba. Desde ese entonces hemos aprendido mucho sobre los beneficios de conversar sobre la sexualidad y han surgido grandes cambios en torno a cómo percibimos a las PcD.       Los padres ya no preguntan, “¿Cómo puedo retrasar el desarrollo de la sexualidad en mi hijo con discapacidad intelectual (DI)?” Ahora más bien preguntan: “¿Cómo puedo ayudar a mi hijo con DI a expresarse sexualmente en una forma cónsona con sus capacidades y dentro de los estándares aceptables en nuestra comunidad?” ¡Una pregunta mucho más acertada!       Desarrollo Social/Sexual       La sexualidad es un aspecto inherente e importante de la personalidad de cada persona y no está ligado a su cociente intelectual. Sin embargo, existen semejanzas y diferencias entre cómo la sexualidad se desarrolla en niños con desarrollo típico y cómo se desarrolla en niños con discapacidad intelectual.       El desarrollo físico es bastante similar en niños con y sin discapacidad intelectual con la probabilidad de que la pubertad se presente más temprano que en generaciones  anteriores en ambos grupos.       Si bien la madurez biológica en los jóvenes con discapacidad intelectual tiende a seguir el ritmo de sus pares con desarrollo típico, su madurez social, emocional, intelectual y experiencial tiende a desfasarse en relación con la de sus pares.       Esto implica que en la actualidad existe una disparidad aún mayor entre edad biológica y edad social, emocional, intelectual y experiencial. A una edad más temprana, pedimos al niño con discapacidad intelectual responder social y emocionalmente a un cuerpo que físicamente se encuentra más desarrollado que el resto de sus habilidades.       Adicionalmente, estos jóvenes participan en espacios educativos y sociales inclusivos, compartiendo con sus pares de edad cronológica, y esperamos que puedan manejarse y comportarse apropiadamente, a la par con sus compañeros sin discapacidad.       Cuando esto NO sucede, los familiares y el personal educativo se reúnen para decidir qué hacer, aunque con frecuencia se hace difícil: Todos quieren incluir al niño con discapacidad intelectual, pero también quieren protegerlo de los errores relacionados con la sexualidad y de ser victimizado por quienes pueden aprovecharse de su vulnerabilidad.       Usualmente las universidades no incluyen la educación sexual de niños y jóvenes con discapacidad intelectual en las materias obligatorias para futuros docentes de educación especial. Tampoco sucede con los trabajadores sociales o los psicólogos. Si bien los maestros de educación especial conocen bien cómo abordar los estilos de aprendizaje individuales de sus alumnos y manejan una variedad de métodos de enseñanza exitosos, no están preparados, no se sienten cómodos y frecuentemente no se les permite impartir educación sexual a sus alumnos.       Los maestros de educación para la salud se ocupan de enseñar educación sexual a los alumnos con desarrollo típico y están preparados para hacerlo exitosamente, pero no manejan las estrategias de educación especial efectivas con alumnos que aprenden de manera diferente. Por consiguiente, se crea una brecha en la que caen muchos alumnos.       La educación sexual es un aspecto importante de la educación social de los alumnos con discapacidad que tiende a ser relegado ante el entrenamiento en habilidades académicas.       ¿Qué tipo de educación sexual sería la más indicada y valiosa para este grupo de niños y púberes?       Si bien necesitan información similar a la que reciben sus pares con desarrollo típico, el énfasis y las estrategias de enseñanza deberán ser diferentes.       Las habilidades o competencias “blandas” (sociales y emocionales) y el desarrollo del juicio social deben tener mayor prioridad que la información sobre el sistema reproductivo.       Debe privar la repetición de los conceptos y el ensayo de las conductas asociadas, todo dentro de un contexto seguro, libre de prejuicios, donde puedan practicar efectivamente las competencias sociales y de interacción.       Seis componentes importantes de una educación sexual coherente       Una educación sexual y social debe abordar exitosamente cada uno de los siguientes componentes, empleando estrategias educativas apropiadas a las edades y a las habilidades de los muchachos. Deben aprovecharse las fortalezas de cada niño y permitirles repetir y practicar las competencias sociales para tener éxito. Siguen los seis componentes:       Autocuidado (Adult Self-care): Arreglarse, asearse, vestirse y lograr la higiene y el cuidado personal apropiados para su edad.       Anatomía y Fisiología. Aspectos biológicos y físicos del funcionamiento sexual y sus nombres, y distinguir la anatomía sexual de otras partes del cuerpo.       Empoderamiento. La autodeterminación y la autovalía que el niño debe internalizar y eventualmente aplicar para tomar decisiones en su vida.       Las relaciones sociales: Diferenciar los límites sociales en las diversas relaciones que el muchacho podría tener, y comprender la necesidad de ajustar su conducta respectivamente en términos de tocar, conversar, confiar etc.       Las habilidades sociales: Las competencias convencionales (los buenos modales y la cortesía), al igual que las habilidades para expresar su afecto hacia los demás y aceptar o rechazar las muestras de afecto dirigidas hacia él/ella.       Las oportunidades para socializar. Los tipos de amistades y las oportunidades de participación disponibles en la comunidad deberán ser cónsonas con la competencia social y el nivel de autonomía de cada muchacho. Asimismo, deberá sopesarse la tolerancia al riesgo del niño y de su familia y los beneficios de participación.           El rol de los padres       ¿Qué puede hacer un padre para asegurarse que su hijo reciba una educación sexual coherente?       – Una esfuerzos con los maestros y demás profesionales que atienden a su hijo para desarrollar un programa realista que satisfaga sus necesidades sociales, educativas y recreativas.       – Asegúrese que su hijo sepa que siempre será seguro conversar con Ud. sobre cualquier aspecto de su vida, sin temor a ser castigado o juzgado. – Brinde su apoyo a las actividades sociales y recreativas sumándose como voluntario.       – Modele ante su hijo la honestidad, el respeto y la conducta apropiada en sus propias relaciones sociales.       – Refuerce la toma de conciencia de su hijo en relación con las conductas sociales apropiadas y el respeto a los límites felicitándolo cuando lo observe comportándose adecuadamente en una situación social.       – Aproveche los “momentos enseñables” mientras ven la televisión o una película, convirtiéndolos en oportunidades para comentar sobre las relaciones sociales y la sexualidad.       – Infórmese sobre sexualidad y discapacidad intelectual leyendo bibliografía recomendada y  asistiendo a talleres impartidos por expertos.       – Trabaje con su hijo para mejorar sus habilidades de autocuidado relacionadas con su maduración (por eje., la higiene durante la menstruación) y prepare a su hijo para los cambios físicos y emocionales que sobrevendrán a medida que avance la pubertad. Recuerde hacer énfasis en las destrezas sociales asociadas con el autocuidado.       – Enséñele tanto los términos médicos como los coloquiales relacionados con la anatomía sexual y converse con su hijo sobre cuándo y con quién pueden utilizarse estos términos. Recuérdele a su hijo que los términos sexuales no deben expresarse cuando estamos alterados o para ofender a otra persona.       – Empodere a su hijo ofreciéndole oportunidades para tomar decisiones que se harán más complejas a medida que vaya madurando. Por ejemplo, decisiones sobre lo que desea comer, el color de camisa que se pondrá y quien será su invitado para ir al cine.       – Conozca las señales de abuso sexual y sepa qué hacer si sospecha que su hijo ha sido una víctima.       – De ser necesario, busque apoyo profesional para ayudar a su hijo en este aspecto de su desarrollo.       – Y ante todo, respete la sexualidad de su hijo a medida que se convierta en un adulto responsable y feliz.       Conclusión       Cuando se brinda a los niños y adolescentes con discapacidad intelectual educación sexual en una forma comprensible y coherente, se reportan mejores conductas sociales y disminuye su vulnerabilidad por explotación sexual.       Al planificar el futuro educativo y social del niño, es de crucial importancia incluir una educación sexual de calidad.

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