Personas ciegas y perros guía, una mágica relación

Cuando Silvia salía de la Facultad de Derecho en Ciudad Universitaria tomaba un pesero que la dejaba sobre la Avenida Insurgentes y Eje 5. De ahí, caminaba seis largas cuadras para llegar a Discapacitados Visuales, la organización donde era voluntaria. Sonríe al acordarse de sí misma zigzagueando –casi volando– agarrada al arnés de Duchess, una pastor alemán que se convirtió en su perro guía cuando tenía 19 años.

Desde los 13, Silvia Lozada tuvo que armarse de valor para irse a la escuela en transporte público, solo con ayuda de su bastón.

No había encontrado una secundaria pública que la aceptara, todas argumentaban que era peligroso para ella. La escuela que finalmente la recibió estaba muy lejos, pero eso no la detuvo. “Por supuesto que a mi mamá le daba miedo que me fuera sola, pero ella tenía que trabajar. ¿Qué podíamos hacer? era eso o quedarme en casa sin estudiar”, cuenta.

El bastón blanco –esa herramienta tan simple pero fundamental– permite que las personas ciegas (como Silvia) se desplacen con un mínimo de seguridad, sin embargo ocurren muchos accidentes.

Un perro guía, en cambio, les da libertad. “Y esa libertad te da confianza y esa confianza te da seguridad”, explica Silvia Lozada, fundadora y directora de la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos, la primera en Latinoamérica. https://www.youtube.com/embed/4dSUpsf0Lj4

Aprender a vivir sin ver

Silvia perdió la vista a los tres años cuando contrajo sarampión. Una noche se durmió con temperatura y cuando despertó tenía los ojos cubiertos de lagañas y ya no veía. Su mamá dejó su pueblo en Hidalgo, para ir a la Ciudad de México a buscar ayuda profesional. Se puso a trabajar como cocinera e inscribió a Silvia en un internado de monjas que la llevaban diariamente al Instituto para Niños Ciegos de Coyoacán.

“En el internado aprendí a hacer muchas cosas: a lavar, planchar, cantar, tocar la mandolina, tejer, cocinar”, recuerda esta mujer que hoy, a sus 57 años, se distingue por su determinación. 

Le pregunto si recuerda cómo era ver, responde que no, pero no se lamenta. Aprecia la vida con sus otros sentidos y es una mujer plena y feliz que no solo se ha abierto puertas a sí misma, también las ha abierto para muchos otros, gracias a la Escuela.

“La discapacidad es una característica más. Por otro lado, te permite descubrir habilidades y talentos nuevos”.

Silvia Lozada, con su perra Kitty

Perros Guía para ciegos

En esas largas caminatas con Duchess, Silvia se cruzaba con gente que le preguntaba dónde podían conseguir un perro así para un amigo o un familiar ciego, pero entonces en México era casi imposible.

Ella había dado con la escuela Leaders Dogs for the Blind (Perros guía para ciegos) de Michigan gracias a la ayuda de una amiga de la preparatorio que consiguió la dirección.

Sin internet, había que investigar, mandar cartas, llamar. Silvia se puso en contacto y, tras nueve meses de espera, viajó sola a recoger a su perro. Fue el inicio de un sueño. 

Sin embargo, al regresar a México se enfrentó a la vida real. Era 1982 y no existía el concepto de inclusión. “No había ninguna ley que me permitiera moverme con mi perra. Tenía que solicitarlo, crear conciencia en el policía del metro, en el conductor del microbús, en el hostess de un restaurante para que me dejaran pasar con Duchess”.


Perro guía con arnés

En 2018 se aprobó la Ley de los Derechos de las Personas Usuarias de Perros Guías y Animales de Servicio para acceder a espacios y transportes públicos y privados. (Foto: Diego Álvarez / Tec Review)

Todo esto la impulsó, por un lado, a participar en la creación de leyes y políticas públicas de inclusión y, por otro, a crear una escuela para perros guía.

La misión de la Escuela es desarrollar la independencia y la autoestima de personas ciegas por medio de la donación de perros guía y también con programas de rehabilitación que incluyen terapia psicológica, capacitación para moverse con el bastón blanco, lectura y escritura en sistema Braille y actividades de la vida diaria, como computación, etcétera.

Aunque la escuela se fundó en 1988 se inauguró hasta 1997. Fue una tarea titánica conseguir los fondos, el terreno, construir las instalaciones, equiparla. Actualmente, uno de los mayores retos, es lograr que sea sostenible.

 “Todas las personas que pierden la vista pasan por un duelo y luego por un periodo de aceptación. A algunos les cuesta mucho superarlo”, asegura Silvia. “Muchos creen que un perro es la solución, pero antes de llegar a él tienen que sobreponerse, pasar por varias etapas. Es importante que entiendan que la vida no se termina con una discapacidad visual”

Se requiere resiliencia, mucha voluntad y determinación. Silvia es un ejemplo de que la discapacidad visual no es un impedimento. Estudió Derecho en la UNAM, fundó esta Escuela que dirige y que da trabajo a más de una docena de personas; por el lado personal, formó una familia y es madre de dos hijos. Me cuenta que a su esposo, fallecido hace cuatro años, lo conoció en Discapacitados Visuales, él era uno de los voluntarios lectores. “Primero me leía mis apuntes de Derecho, ya después, cuando nos casamos me leía novelas, él era un gran amante de la literatura”. La Biblia o Tarzán son libros que recuerda con mucho cariño. También veían muchas películas que él le iba platicando. 

Entrenamiento del perro guía

En mayo pasado, los cachorros Odín, Oneida y Homero, estaban listos para graduarse como perros guía. Tres personas llegaron de distintas partes del país a hospedarse en el albergue de la Escuela durante cuatro semanas para capacitarse y formar binomio (persona-perro). 

En 24 años, se han graduado 135 binomios, aunque a Silvia le gustaría poder llegar a donar 100 perros por año. Un objetivo muy ambicioso porque, aunque tienen la infraestructura, le hace falta los medios económicos para lograrlo. 

cachorro de labrador, proximo perro guía

Los labrador y golden retriever son los perros guía por excelencia gracias a su carácter sociable. Este cachorro pasará varios meses con una familia voluntaria y regresará al año para su entrenamiento formal. (Foto: Diego Álvarez / Tec Review)

Y es que el entrenamiento del perro guía es un proceso largo y meticuloso. Comienza, incluso antes de nacer. Una de las claves más importantes es elegir correctamente a los pies de cría, cuidar el embarazo, la lactancia, la estimulación temprana y la socialización después del destete. Después, los cachorros se van con familias voluntarias que siguen ciertos lineamientos y, al año, regresan a la Escuela para ser entrenados formalmente.  

Efrén González Bermúdez comenzó a entrenar perros desde los 14 años pero al principio no sabía nada de perros guía ni conocía el mundo de la discapacidad.

“Llegar aquí me abrió un horizonte totalmente nuevo y me enamoré del proyecto”, cuenta quien es el entrenador principal de la Escuela. “Es maravilloso que un ser de otra especie tenga la capacidad de entender y ayudar, hay algo mágico en eso”, afirma. “Los perros entienden que quiero que se paren al final de una banqueta o que desvíen un obstáculo, pero no saben para qué. Simplemente lo hacen porque quieren complacer. Pero cuando empiezan a trabajar con la persona ciega hay un momento mágico en que les ‘cae el veinte’ de que la persona es vulnerable y que necesita su ayuda”. 

Entrenador con perro guía

“Agradezco a la vida que me puso en este camino. Me siento especial y único por lograr algo que tiene un impacto en la vida de los demás”, explica Efrén González, entrenador de perros guía. (Foto: Diego Álvarez / Tec Review)

Durante las cuatro semanas que dura la adaptación se explica a los usuarios la forma de trabajar y los cuidados del perro. Ya en casa, en su ciudad, cada binomio deberá continuar con el entrenamiento. Toma entre seis meses y un año para que esa relación alcance su madurez.

“El dueño tiene que ir dándole confianza al perro para que este se atreva a tomar decisiones. Hay algo que se llama desobediencia inteligente que es cuando un perro no acata una orden porque sabe que esto pondría en peligro a su dueño y toma una decisión distinta. De hecho, el perro guía es un tomador de decisiones”, explica Efrén.

Cuando el perro lleva puesto su arnés sabe que está en servicio. No se puede distraer con nada en la calle, por eso es tan importante que si te encuentras un perro guía en la calle no lo acaricies, no lo alimentes: está trabajando. Ya en casa, cuando le quitan el arnés puede comportarse como un perro y jugar y correr. 

Arnés de perro guía con el llamado a no acariciarlo

Si te encuentras un perro guía en la calle no lo distraigas por ningún motivo. Su función es estar alerta y seguir las indicaciones de su amo. (Foto: Diego Álvarez / Tec Review)

El match perfecto 

Además del entrenamiento, se tiene que asegurar la compatibilidad del binomio, casi como si fuera un trasplante. Todo influye para hacer el match: la edad, estatura, fuerza de la persona, el tipo de trabajo que desempeña, carácter, ciudad en la que vive, si es hombre o mujer, etcétera. Una persona espera entre seis meses y dos años por un perro y no solo porque no hay, también porque se busca que sean una mezcla perfecta. 

Entrenador con cachorro de labrador, futuro perro guía

El perro guía, además de ayudar a la movilidad de la persona ciega, también ofrece compañía y seguridad pero es una responsabilidad muy grande. Se tienen que tener los medios para mantenerlo, cuidarlo e integrarlo a la familia. (Foto: Diego Álvarez / Tec Review)

Las personas que quieren tener un perro guía deben de tener los medios para mantenerlo, alimentarlo y cuidarlo. Además, es importante que toda la familia esté de acuerdo porque el perro debe de vivir dentro de la casa y, si es posible, dormir cerca de su amo. Hay que llenar una serie de requisitos, como estar trabajando, haber concluido la rehabilitación de actividades de la vida diaria, entre otras.

El perro trabaja alrededor de ocho años, posterior a eso se jubila. Si la persona ciega puede mantenerlo en casa, se puede quedar con ella, si no, en la Escuela le buscan una familia de adopción. 

Una causa que necesita ayuda

Silvia Lozada, es una de esas mujeres llamadas a trascender, a vivir una vida que impacta positivamente en los demás. Sin embargo, este tipo de iniciativas requiere mucha ayuda social.

La Escuela tiene algunos voluntarios, pero hay mucho personal pagado, además de ello, la manutención de los perros, el funcionamiento, el entrenamiento requieren mucho dinero y el financiamiento nunca ha sido sencillo.

Esto se ha complicado más con la pandemia. Al igual que otras IAP (Instituciones de Asistencia Privada), la Escuela para Perros Guía vive en constante crisis económica, por ello, hace un llamado urgente a todos aquellos que puedan ayudar. Silvia Lozada, en la escuela para perros guía, con su labrador, Kitty

El entrenamiento de perros guía y mantener el funcionamiento de la Escuela, requiere del apoyo social. (Foto: Diego Álvarez / Tec Review).

Se requieren donadores recurrentes, que tengan la disposición de donar mensualmente. Esta, es quizás, uno de los métodos más efectivos para ser sostenibles. A través de PayPal puedes registrar tu tarjeta de crédito y donar desde 200 pesos. Si, lo prefieres, también puedes apadrinar a alguno de los perros en entrenamiento.

Otra forma de obtener financiamiento es a través de su clínica veterinaria, Consentidos, ubicada en las mismas instalaciones de la Escuela (Avenida Canal Nacional 1075, Villa Quietud). Si vives en el sur de la Ciudad de México y tienes alguna mascota, considera acudir a consulta a esta clínica.

Otra opción son los talleres de sensibilización que ofrecen para el público en general, para escuelas y empresas. Se puede acudir a conocer la escuela y tomar el desayuno a ciegas, una experiencia que ayuda a sumergirse, por unas horas en este mundo (con un costo de 300 pesos).

Todas estas iniciativas funcionan para asegurar que la Escuela se mantenga en funcionamiento y así se puedan seguir iluminando la vida de personas ciegas que están buscando tener una vida independiente y plena. 

Apoya el funcionamiento de la Escuela para Perros Guía haciendo una donación mensual, a través de Pay Pal. (Foto: Diego Álvarez / Tec Review)

Manual para interactuar con personas ciegas 

Procura: 

  • Anteponer la palabra persona antes de la discapacidad: persona ciega, persona con discapacidad visual. Antes que otra cosa, somos personas, la ceguera es una condición, pero eso no es lo único que los define. 
  • Cuando interactúes, dirígete directamente a la persona, no a través de su acompañante.
  • Llámale por su nombre o toca ligeramente su hombro para que sepa que te diriges a él. 
  • Avisa al llegar y al retirarte
  • Verbaliza. Recuerda que señalar, sonreír o hacer gestos no es suficiente. 

Evita:

  • Términos como “personas con capacidades diferentes” o adjetivos como inválido o minusválido.
  • No pienses que la persona está impedida, enferma o que sufre o padece discapacidad.
  • Los eufemismos como “cieguito”, invidente, no vidente, débil visual.
  • No jales ni empujes a la persona. Permite que te tome del hombro o del brazo para que camine un paso atrás tuyo. 

Original.

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