Motricidad fina en el bebé: cómo se desarrolla y qué ejercicios podemos hacer para estimularla

Motricidad fina en el bebé: cómo se desarrolla y qué ejercicios podemos hacer para estimularla

El desarrollo psicomotor, tanto grueso como fino, es uno de los grandes avances que tendrá nuestro bebé durante sus primeros años de vida. También es indudablemente el más notorio, pues involucra cambios y evoluciones especialmente visibles.

Hoy vamos a detenernos en saber más acerca de la motricidad fina: a partir de qué momento aparece, cómo se desarrolla y qué juegos y actividades podemos practicar con nuestro bebé para estimularla.

Motricidad fina en el bebé

motricidad fina del bebé

Gracias al trabajo conjunto que realiza el cerebro, el sistema nervioso y los músculos, el niño va desarrollando sus habilidades motoras gruesas y finas. Como ya vimos, la motricidad gruesa hace referencia al uso hábil del cuerpo en su conjunto, y es la primera en desarrollarse.

En cambio, la motricidad fina aparecerá más tarde, permitiendo al bebé realizar movimientos mucho más precisos de las manos, los dedos o las muñecas, gracias a la coordinación de huesos, músculos, nervios y tendones. Igualmente, la motricidad fina también permite el trabajo de la lengua, los labios, los dedos de los pies y los pies.

Motricidad gruesa en el bebé: cómo se desarrolla y cinco ejercicios para estimularla

Hasta que el bebé no se descubre las manos y comienza a interactuar con ellas, – dándose cuenta, por tanto, de que puede manipular el entorno -, no aparece la motricidad fina. Esto sucede alrededor del cuarto mes, aproximadamente, cuando el reflejo de prensión palmar ha desaparecido.

Poco a poco iremos observando pequeños avances relacionados con la coordinación entre los ojos y las manos, como por ejemplo cuando el bebé sigue con la mirada un objeto e intenta a agarrarlo, o cuando se pasa un juguete de una mano a otra.

A estos hitos le seguirán otros como dar palmadas, mover las muñecas para decir ‘adiós’ o imitar la canción de ‘los cinco lobitos’, actividades que suelen desarrollarse entre los siete y los nueve meses. También a esta edad comienzan a hacer la pinza utilizando los dedos índice y pulgar, un movimiento que irán perfeccionado poco a poco hasta ser capaces de pellizcar, separar piezas pequeñas o agarrar objetos diminutos, en torno a los 12-15 meses.

A partir del primer año de vida, los movimientos con las manos se irán haciendo cada vez más precisos, y el niño comenzará a ser capaz de apilar torres de construcciones, pasar las hojas de un libro, destapar o tapar objetos, enterrar sus pies bajo la arena, utilizar cubiertos, manipular plastilina, hacer trazos con un lápiz…

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Con el comienzo de la etapa escolar la evolución que percibiremos en las habilidades finas del niño será impresionante, pasando a ser capaz de recortar con tijeras, utilizar punzones, iniciarse en la escritura, colorear cada vez con mayor precisión, atar cordones…y así hasta alcanzar niveles muy altos de complejidad y precisión.

Ejercicios para estimular la motricidad fina

Si el bebé no tiene problemas sensoriales o físicos, las habilidades motrices finas suelen adquirirse simplemente en relación con el entorno. Sin embargo, nosotros podemos actuar para facilitarles determinados logros o enseñarles otros, mediante la estimulación con distintas actividades y juegos.

Actividades para desarrollar la destreza de las manos

actividades

A partir de los cuatro meses, aproximadamente, podemos comenzar a ofrecer al niño objetos o juguetes que capten su atención para que los siga con la mirada y luego trate de agarrarlos. A medida que vaya creciendo, estos objetos irán siendo cada vez más pequeños hasta favorecer el aprendizaje de la pinza, de la que hablábamos antes.

Entre los siete y los nueve meses podemos enseñar al bebé a dar palmadas, girar las manitas, imitar animales (por ejemplo, extendiendo los brazos y volando como los pájaros, haciendo la garra como el león, juntando y separando ambas palmas de las manos simulando la boca de un cocodrilo…) e imitar gestos con las manos acompañando canciones infantiles.

Más tarde le mostraremos cómo abrir y cerrar el puño, dar palmas siguiendo un ritmo, hacer giros con las muñecas en ambas direcciones y manipular arena o plastilina., sin la finalidad de hacer figuras.

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Actividades para desarrollar la destreza de los dedos

psicomotricidad

Para fortalecer y desarrollar la destreza de los dedos, la primera actividad que podemos enseñarle es abrir y cerrar los dedos de la mano (como si dijera ‘adiós’), primero de forma simultánea y luego alterna. También podemos enseñarle a separar y a juntar los dedos con las palmas extendidas o hacer el movimiento de la pinza simulando el pico de un pajarito, juntando el dedo índice con el pulgar.

Otra actividad muy divertida para bebés a partir de los 12 meses es juntar ambas palmas de las manos e ir chocando cada dedo de una mano con la contraria. Al principio será complicado, pero poco a poco el niño irá cogiendo soltura y podrá hacerlo de forma más coordinada.

Tocar el tambor, teclear con los dedos sobre la mesa como si imitara a mamá o a papá en el ordenador, hacer bolitas de papel o pellizcar plastilina para modelar trocitos cada vez más pequeños son otros sencillos ejercicios para fomentar la motricidad fina.

Actividades para desarrollar la coordinación visomanual

motricidad fina del bebé

Una de las primeras y más completas actividades que podemos realizar con el bebé para coordinar la vista y las manos es lanzar una pelota por el suelo para que la agarre. También podemos hacer pompas de jabón para que las siga con los ojos y trate de alcanzarlas, o perseguir pelotas flotantes o aros de colores en la piscina, con nuestro bebé en brazos.

A medida que el niño vaya creciendo podemos jugar con él a intentar encestar juguetes dentro de una caja, a derribar bolos con la ayuda de una pelota, a doblar papeles y rasgarlos, o a hacer trasvase de objetos pequeños de un recipiente a otro (por ejemplo, garbanzos, granos de arroz, botones, monedas…).

También son excelentes actividades para los más pequeños pasar las hojas de un libro, tapar y destapar botes que no lleven rosca (este ejercicio es algo más complejo para bebés o niños muy pequeños), hacer torres de construcciones o jugar con juegos insertables que impliquen encajar piezas.

Entre los tres y los cinco años podremos realizar con el niño otro tipo de actividades más complejas, como insertar cordones en planchas perforadas, atar y desatar lazos, abrochar botones, picar con un punzón por la línea de puntos, recortar con tijeras, elaborar collares o pulseras con macarrones o bolitas, hacer sombras chinas con las manos o rodar canicas.

Original.

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