La retina es una ventana al cerebro

Un estudio llevado a cabo por el Servicio de Neurología y Oftalmología del Hospital Clínic de Barcelona y el programa de Neuroinmunología del Idibaps ha demostrado que a través de la retina del ojo se puede visualizar de forma no invasiva la evolución de la esclerosis múltiple. El neurólogo donostiarra Iñigo Gabilondo forma parte del equipo científico que ha abierto las puertas a la prevención de esta y otras dolencias neurodegenerativas como el Parkinson.

 

– ¿Por qué investigar la esclerosis múltiple a través de la retina?

– Hay varias razones. La primera es la ventaja de la vía visual, que no solo incluye la retina. La retina se extiende más allá a través del nervio óptico, que es un cordón que conecta el globo ocular con el cerebro; por conexiones internas llega hasta la parte posterior del cerebro. Esta vía tiene una anatomía que se conoce muy bien desde hace siglos. Tiene una función muy definida y fácilmente medible, a través de una batería de pruebas que cuantifican la función visual de una forma muy precisa. En resumen, tenemos una definición anatómica muy buena y una capacidad para medir una función de forma específica y precisa. Por eso es una vía muy adecuada para estudiar lo que pasa, en general, en el sistema nervioso.

– ¿Qué tecnología han utilizado?

– La técnica de imagen se llama tomografía de coherencia óptica. Es una técnica de imagen no invasiva, no hace daño. Es como una cámara de vídeo. El paciente se sienta, apoya la cabeza, y a los diez o quince minutos se obtiene una imagen de la retina que tiene una resolución casi comparable a los cortes histológicos que se obtienen con los microscopios, como si vieras el tejido -alcanzan resoluciones hasta 1.000 veces más pequeña que 1 milímetro-. Dado que la retina se conecta con el cerebro a través del nervio óptico, lo que sucede en el cerebro y afecta especialmente a la visión sí tiene una traducción en la retina. Por eso se ha acuñado la expresión de que la retina es una ventana al cerebro, porque a través de ella se puede ver qué pasa en la enfermedad neurodegenerativa.

– En el caso de la esclerosis múltiple, ¿la enfermedad suele manifestarse a través de problemas de visión?

– Uno de los síntomas cardinales de la enfermedad es la neuritis óptica, que es la inflamación del nervio óptico. Este cuadro sucede a lo largo de la enfermedad en más de la mitad de los pacientes. En estudios de necropsia, se ha confirmado que la vía visual del nervio óptico queda afectada en todos los casos estudiados.

– ¿Lo que pasa primero en la retina es lo que luego sucederá en el cerebro?

– Teníamos dos propósitos con nuestros proyectos en relación con lo que se llama la dinámica de la degeneración neuronal. Las neuronas son células que en realidad son como cordones muy largos que se conectan. Cuando acaba una neurona, empieza una especie de cabeza que se llama el soma, extiende su prolongación que es el axon, y acaba en una terminación que se llaman dendritas, antes de conectar con la siguiente neurona. Sabemos que en la esclerosis múltiple aparecen lesiones parcheadas, multifocales en el cerebro y esas lesiones afectan a los axones. El daño no se limita solo a la zona focal, sino que se propaga en ambas direcciones, hacia la cabeza y las terminaciones de la neurona. Una de las teorías sobre cómo se instalan esas lesiones focales en el cerebro es que el daño se difunde a largo de la neurona. Se hace una lesión y de una forma lenta e insidiosa se difunde en ambas direcciones, y luego se pasa de neurona en neurona. Uno de nuestros propósitos era intentar ver cómo sucede este daño. Lo que estudiamos es la relación del daño en la retina con el daño en el cerebro, cómo hace todo ese camino.

– ¿Qué valor tiene su estudio?

– Tiene una implicación fisopatológica, que es saber cómo sucede la propagación del daño, y también tiene una aplicación quizá más relevante para un paciente. Se trata de intentar buscar qué marcadores nos pueden predecir qué daños tendrá el cerebro de un paciente al cabo de un año.

– ¿Por dónde continuar la investigación?

– Ahora mismo el estudio ha analizado los cambios en la vía visual desde que se incluye al paciente hasta un año después. Pero los daños difusos, que hacen que el cerebro se estropee, son más lentos. Idealmente habría que utilizar este modelo de investigación a más largo plazo. La idea sería intentar trasladar este modelo a otros grupos, aumentar el número de pacientes y el tiempo de seguimiento.

– ¿Serviría para otras enfermedades neurodegenerativas?

– Un punto fundamental para poder investigar con esta técnica es que la enfermedad afecte al sistema visual. Ahora mismo hemos empezado dos proyectos sobre el trastorno del sueño REM, un conjunto de síntomas que alteran el sueño y que está relacionado con fases precoces de algunas enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y otras formas de demencia. También lo vamos a usar con pacientes con Parkinson porque se ha visto que algunas alteraciones en la retina podrían tener un correlato sobre cómo sucede el daño en el cerebro de los pacientes.

– ¿Se abre la puerta a poder frenar el avance de la enfermedad?

– Es precisamente lo que se busca a través de la identificación de biomarcadores pronósticos. Porque cuando los tienes, eres capaz de tomar decisiones terapéuticas antes de que sucedan los daños.

– Ha dicho que lo ideal sería ampliar el seguimiento del estudio, ¿están limitados por la financiación?

– La falta de financiación es un punto totalmente limitante, claro. Por suerte, este proyecto nació gracias a la financiación del Instituto Carlos III y tiene bastante recorrido. Aunque en general con los recortes los investigadores tenemos que buscar dinero debajo de las piedras, recurriendo a financiación europea y norteamericana. También tenemos financiación privada principalmente de la industria farmacéutica que apoya proyectos cuya iniciativa fundamental es la ciencia y no el beneficio económico por favorecer un fármaco en concreto.

– ¿La crisis imprime mayor presión a la ciencia para lograr resultados?

– Normalmente cuando consigues un proyecto o una beca siempre hay unos tiempos que cumplir. En ese plazo los investigadores tenemos que ir generando informes sobre el curso del proyecto y tiene que generar resultados, que se tienen que traducir en comunicaciones orales en congresos y trabajos científicos que sean relevantes.
Fuente:diariovasco.com

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