La lucha de un padre podría revolucionar los tratamientos para el síndrome de Down

Nene con síndromde de Down

La trisomía 21, más conocida como síndrome de Down, es un trastorno cuya incidencia se aproxima a uno de cada 700 nacimientos. No existe una cura, por lo que lo más que se puede hacer es intentar tratar los muchos síntomas resultantes de las afecciones que suelen ir unidas a la enfermedad e intentar que tengan la mejor calidad de vida posible. Por otro lado, algunos estudios en ratones han mostrado que la fluoxetina, más conocida como Prozac, es capaz de revertir la enfermedad. Desgraciadamente, no se han realizado experimentos similares en humanos, aunque gracias a la persistencia de un padre coraje, esto podría cambiar muy pronto.

A día de hoy no hay ningún estudio realizado en humanos que pueda corroborar los resultados obtenidos en ratones. Sin embargo, la noticia de estos hallazgos se ha extendido entre padres de niños con síndrome de Down, que han empezado a suministrar a sus hijos el fármaco bajo su responsabilidad. Es el caso de Paul Watson, que asegura haber comprobado resultados favorables en su hijo Nathan, de 14 años. Por eso, después de mucho tiempo luchando, ha conseguido que se comience un estudio en humanos para comprobar si los datos del estudio anterior son extrapolables. Para ello, a finales de este mes unos médicos del centro médico de la Universidad del Sudoeste de Tejas, comenzarán a inscribir en un ensayo a mujeres embarazadas portadoras de fetos con síndrome de Down. Catorce de ellas, al azar, comenzarán a tomar Prozac y al resto se les suministrará un placebo. Una vez que nazcan los niños seguirán con el tratamiento hasta los dos años de edad, momento en que se evaluarán sus destrezas y se someterán a un estudio mediante resonancia magnética.

Si los resultados son positivos podríamos estar hablando, por primera vez, de una posible cura para el síndrome de Down. La necesidad de comenzar el tratamiento durante el desarrollo fetal no sería un problema, ya que hoy en día existen diversas técnicas para poder diagnosticar la enfermedad en ese momento. Pero ahora la solución no sería hacer a las madres elegir si quieren abortar o no, sino que podrían comenzar el tratamiento para tener un hijo sano.

Los que hemos tenido en la familia algún caso de esta enfermedad sabemos lo triste que es verles tan felices, sabiendo cómo se apagan poco a poco. Ojalá esa sensación tenga los días contados. Y como siempre, gracias a la ciencia.

 

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