La esclerosis múltiple no le impidió alcanzar la cima del Aconcagua

La esclerosis múltiple no le impidió alcanzar la cima del Aconcagua

Los nervios y miedos que tenía Rodrigo Navarro (28) antes de emprender su ascenso al cerro Aconcagua (6.962 metros) quedaron atrás. Tras casi dos semanas de expedición, este mendocino, que padece esclerosis múltiple, alcanzó su objetivo al llegar este lunes a la cumbre.

Desde un principio, se notó la garra que tiene Rodrigo y de hecho, lo demostró durante su ascenso en compañía del guía de montaña Pablo Tapia y el fotógrafo Pablo Betancourt, quien realizará un documental con la historia de Rodrigo.

Como suelen decir en el ambiente del andinismo, el Aconcagua le dio permiso y Rodrigo, quien trabaja en una productora de televisión, pudo cumplir uno de sus sueños. Pero no fue una tarea fácil y para poder lograrlo, trabajó arduamente en su preparación (ver QR), ya que esta enfermedad le produce más agotamiento físico, más allá de haber sido una persona deportista. Durante varios días trabajó como instructor de esquí en Penitentes e incluso, trató de realizar el curso de instructor internacional en Andorra, pero ese año no hubo nieve.

La esclerosis múltiple no le impidió alcanzar la cima del Aconcagua
Aconcagua

En el invierno de 2008 hizo su última temporada en el complejo cordillerano y después se sumó al negocio familiar, una joyería, lo que fue la peor elección para un joven acostumbrado al aire libre. En 2010, en medio de un pico de estrés, se le declaró hipotiroidismo. “En dos meses y medio engordé 22 kilos, se me cayó todo el bello, tenía insomnio y una terrible depresión. Para colmo ahí, al toque, me diagnostican la esclerosis múltiple”, recordó Rodrigo en una entrevista que dio a Diario UNO antes de subir al Aconcagua.

“Mi familia es muy católica. Yo hoy no lo soy ni tampoco lo fui cuando me detectaron la enfermedad. En realidad, me incliné por el Tao Te Ching, que es más una filosofía de vida. Aprendí a buscar la felicidad. Para eso, lo primero es aceptar la mortalidad, que es la única verdad absoluta, todo el resto es aleatorio. En ese aspecto, se puede decir que agradezco la enfermedad, porque eso me permitió lograr una mayor conexión conmigo, madurar en todo sentido, aceptar los momentos tal como son. Y también logré perderle el miedo. Quizás el día de mañana esté en silla de ruedas, pero eso será el día de mañana”, contó Rodrigo antes de partir hacia la cordillera de los Andes.

Seguramente, hoy estará rodeado de sus seres queridos, ya que anoche arribó a Mendoza y quizás también se dé cuenta de su verdadera hazaña: haber generado conciencia sobre esta enfermedad en cientos de personas que desconocían su existencia y las secuelas que deja a nivel psicomotriz.

 

 

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