Fobia social, cuando el miedo a la opinión de los otros paraliza

El experto añade que la timidez sí que suele estar relacionada con el temor a los contactos interpersonales, especialmente con personas desconocidas.

Una timidez desorbitada puede convertirse en trastorno. Munz explica que el comportamiento tímido puede modificarse mediante el entrenamiento o la práctica.

“Cuando se trata de fobia social, el miedo es tan fuerte que las reuniones sociales, como comer con amigos, causan una inmensa ansiedad hasta el punto de que a veces incluso se evitan”, acota.

Cuando el miedo crece

Existen dos formas de fobia social: La generalizada y la específica.

La primera se caracteriza porque quienes la padecen sienten miedo ante la mayoría de las situaciones sociales, mientras que en la segunda el temor se refiere a situaciones concretas como, por ejemplo, hablar en público.

Cuando el temor abarca distintas facetas, los afectados pueden tener miedo incluso de que se les caiga y rompa un vaso en un restaurante hasta a que su jefe les pregunte algo cuya respuesta ignoran, indica Peter Zwanzger, quien también preside la Sociedad para la Investigación de la Ansiedad.

Si, en efecto, tuvieron alguna incidencia de este tipo, o se sonrojaron o temblaron en público, solo pensar que les puede volver a suceder algo similar podría desencadenarles un ataque de pánico, generar miedo al miedo y entrar así en un círculo vicioso.

Según Munz, las fobias sociales pueden conducir a la adicción de determinadas sustancias -para tratar de atenuarlas- e incluso a la depresión.

Añade que en raras ocasiones se resuelven por sí solas y recomienda acudir a un psicoterapeuta o a un médico. “Cuando el miedo abarca muchas facetas y se produce con frecuencia, ya no es posible una vida cotidiana normal”, explica.

Antes desaparecer en la masa que estar en el centro, a la vista de todos: las personas con fobia social temen que los demás los consideren raros o los critiquen. Foto Prensa Libre: DPA

Terapia y enfoques

La terapia cognitivo conductual es, a juicio del experto, la que ofrece mayores posibilidades de éxito en los trastornos de ansiedad. Esta incluye la terapia de confrontación, mediante la cual el paciente se enfrenta a situaciones temidas de forma paulatina.

A menudo en la terapia se recrean o simulan dichas situaciones de modo que el paciente aprenda a reducir el miedo a las mismas en la vida real. Según Zwanzger, después de cinco a veinte sesiones los miedos disminuyen y eventualmente desparecen.

Por su parte, Dietrich Munz recomienda que el paciente entre de inmediato en las circunstancias desencadenantes del miedo con apoyo terapéutico. Asegura que ello ayuda al afectado a comprender mejor su temor y a enfrentar la situación paso a paso.

Añade que, en el proceso, comprobarán que miedos generados por pensamientos como: “Todos se darán cuenta de que me estoy poniendo rojo como un tomate” o “se van a reír de mi ponencia” son en su mayor parte infundados.

Este tipo de terapia psicodinámica intenta identificar y resolver los conflictos que subyacen a los miedos. Por ejemplo, que la sensación de no poder estar a la altura de las desproporcionadas expectativas paternas haya sido extrapolada a otras situaciones.

 

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