¿Existe ayuda para niños con problemas de disgrafía?

Nena intentando escribir.

Los estudiantes problemáticos para la escuela o los que poco aprenden, por razones de otra índole, pasan de grado de cualquiera manera; y, si se van para otra escuela, mucho mejor. Este es un problema más común de lo que muchos piensan. La solución parece ser dejar que otros resuelvan el asunto.

He sabido del asunto por amistades cercanas que lo han vivido. Y en eso estaba pensando cuando una madre lectora que pidió anonimato, por razones obvias, me contó su angustiosa historia.

“Tengo una niña 14 años quien sufre los resultados de la despreocupación del sistema escolar. Ella tiene lo que se llama Retraso Psicomotor Ligero, pero no la evaluaron bien en la escuela. La dejaron pasar varios grados y yo veía que la niña no escribía bien y hablé con los maestros que respondían que era una niña “average”, es decir, una niña “promedio”; o sea, que para ellos es una niña con ciertos problemas, sí, pero que aprende. No tiene trastornos neurológicos como el autismo, pero su aprendizaje es lento. Sin embargo no hacían nada”.

Le pido a la madre que me explique más. “Lo que ella tiene es una rama de las disgrafías. Esos niños cuando están chiquitos, por ejemplo, no recortan bien con tijeras, tampoco pueden abrocharse los zapatos, no bajan escaleras con facilidad. Me mandé a correr cuando la maestra de octavo grado me dijo que la niña escribía como una de tres años. ¿Se imagina que, después de tres años, en esa escuela se den cuenta en el octavo grado? ¡Debieron darse cuenta en Pre-Kinder!”

“Me di cuenta de que le costaban mucho trabajo las cosas normales donde entra la motilidad con las manos. No escribe manualmente bien, algo difícil de descubrir porque en los salones de clase ahora todo se hace por computadora. El asunto es que no hay clases, por ejemplo, de caligrafía donde los músculos de la mano entran en conjunción con el cerebro y eso ayuda mucho a los niños con el problema que tiene mi hija, que tienen la base, pero que no escriben bien”.

“Lo volví a decir en la escuela y me respondieron que, mientras ella firmara bien su nombre no había problema, que la niña estaba bien. Pedí que la pusieran en clases intensivas y no la pusieron porque tenía 4 y 5 en los exámenes del condado y no puede ir a clases intensivas”.

Con todo y eso la madre dice que la niña pasó el grado escolar, pero con esta deficiencia que aún no tiene solución.

“Llamé a la oficina del Superintendente y me mandaron al departamento de lenguaje. Ahí no me resolvieron nada; su recomendación fue que la niña debe recibir terapia. ¡Si la niña está en terapia hace tiempo! Parecen no entender que el problema es diferente, porque estos niños no tienen fuerza en la mano”.

“¿Qué voy a hacer? –pregunta la madre–. Lo doloroso es darse cuenta de que no hay ayuda para estos niños que viven en una ciudad que proporciona más dinero para la construcción de rotondas ornamentales en las calles que en programas sencillos –dibujo, caligrafía– para niños como la mía. No tengo recursos para pagar una terapia especializada y tampoco encuentro una solución”.

Pienso en la reflexión de esta madre, como la de otros padres que saben que sus hijos no han aprendido lo suficiente, pero que, a pesar de las deficiencias, los pasaron al siguiente grado.

“Más claro –me sigue contando–, el problema será de otro maestro en el siguiente curso escolar, pero eso habrá que verlo más adelante; por ahora están de vacaciones. Los que puedan tomarlas con la conciencia en paz. Yo no puedo porque tengo que seguir con este problema a cuestas”.

 

 

mariaantonietacollins@yahoo.com

@CollinsOficial

 

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