Encuentran pruebas de que el autismo comienza a desarrollarse durante el embarazo

Una investigación presentada ante la Asociación Estadounidense de Anatomía ha revelado que existen pruebas de que el autismo comienza a desarrollarse durante la gestación. Este estudio se suma a una corriente que ya apuntaba desde hace años a esta posibilidad y que sugiere que estamos ante una gran oportunidad de identificar el trastorno a una edad más temprana.

Para llegar a esa conclusión, el equipo dirigido por el doctor Alpen Ortug utilizó escáneres prenatales, que revelaron importantes diferencias en las estructuras cerebrales alrededor de las 25 semanas de gestación: se podía distinguir claramente entre los niños que luego fueron diagnosticados con autismo y los que no.

Foto: Foto: Unsplash/@mparzuchowski.

El doctor Ortug, investigador postdoctoral en el Hospital General de Massachusetts y la Facultad de Medicina de Harvard, ha explicado a ‘EurekAlert!’ que «la detección más temprana significa un mejor tratamiento. Nuestros resultados sugieren que un mayor volumen del lóbulo insular puede ser un fuerte biomarcador de resonancia magnética prenatal que podría predecir la aparición del trastorno del espectro autista (TEA) a lo largo de la vida».

Un dato para el optimismo

Se estima que el TEA se diagnostica a 1 de cada 100 niños que nacen en Europa, según datos de la asociación Autism-Europe. Esa cifra es aún más importante en Estados Unidos, donde 1 de cada 68 niños recibe un diagnóstico relacionado con un trastorno del neurodesarrollo. Y aunque las causas que provocan el trastorno del espectro autista siguen siendo desconocidas, sí se sabe que el tratamiento temprano mejora el lenguaje y las habilidades cognitivas. Por eso esta nueva investigación puede ser fundamental en el futuro.

Los investigadores analizaron 39 escáneres cerebrales de resonancia magnética fetal que habían sido realizados en el Hospital Infantil de Boston a las 25 semanas de gestación. Nueve de los niños a los que pertenecían las resonancias fueron diagnosticados posteriormente con TEA; 10 no tenían TEA, pero sí otros problemas de salud que también se observaron en los niños con TEA, y 20 eran neurotípicos, es decir, que no presentaban problemas neurológicos.

Se utilizó un método de etiquetado anatómico automatizado para segmentar los escáneres cerebrales y, después, compararon las regiones cerebrales segmentadas. Los científicos descubrieron que las mayores diferencias estaban en el lóbulo insular del cerebro, ya que tenía un volumen significativamente mayor en el grupo con TEA comparado con los grupos de control. Se cree que la ínsula es una región que juega un papel crucial en la conciencia perceptiva, el comportamiento social y la toma de decisiones.

Las mayores diferencias se encontraron en el lóbulo insular del cerebro

No es la primera vez que un estudio sugiere que las diferencias en la corteza insular pueden comenzar en el útero. Pero, además, los investigadores encontraron que los niños con trastorno del espectro autista mostraban una amígdala y una comisura del hipocampo más grandes, en comparación con niños que no sufrían TEA.

Para el doctor Ortug, «dado que muchos factores genéticos y ambientales podrían afectar la aparición de TEA a partir de las etapas fetales, es ideal identificar la firma más temprana de anomalías cerebrales en posibles pacientes con autismo».

Por eso esta investigación es tan importante: «Hasta donde sabemos, este es el primer intento de segmentar semiautomáticamente las regiones del cerebro en la etapa prenatal en pacientes a los que se les diagnostica autismo más tarde y comparar diferentes grupos de control».

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