En ocasiones, la soledad es el precio de la libertad

Libertad

A menudo suele decirse aquello de que la soledad enseña mucho más que cualquier compañía. Si bien es cierto que somos criaturas sociales y que necesitamos de la interacción para crecer, aprender y vivir, la clave está siempre en el equilibrio.

Los instantes de soledad son necesarios para nuestra salud mental; son momentos de calma y de conexión interior. No obstante, también sabemos que hay etapas a lo largo de nuestro ciclo vital en que nos sentimos “atados”, casi asfixiados ante determinadas cosas o personas.

En el momento en que percibamos que perdemos el control, nuestra capacidad de elección o la oportunidad de elegir qué “caminos sí y que caminos no” debido a la presión de nuestro entorno, será el momento de actuar.

Porque, en ocasiones, la soledad es también el precio de la libertad, pero no por ello debe ser malo. Te lo explicamos.

Cuando la soledad es el único camino

Empezaremos hablándote de un hecho que acontece ahora mismo en China, que nos llama la atención y que encaja muy bien en este contexto sobre el precio de la libertad.

En este país, cuando una mujer tiene más de 25 años y aún no se ha casado, se la considera “sheng-nu”, cuya traducción vendría a ser “mujer sobrante”.

  • El hecho de no tener pareja se considera una vergüenza para ella y sus familias. Tanto es así, que ahora mismo existe un auténtico mercado de jóvenes“casaderas” con el fin de buscarles un marido y así “normalizarlas” con las demandas de la sociedad.
  • La política del hijo único se ha terminado en China, con lo cual, el gobierno necesita promover la maternidad. El hecho de que existan mujeres que no están cumpliendo con su función “natural” está creando una presión tan cruel como destructiva.
  • Afortunadamente, muchas de estas chicas están reaccionando. Primero contra sus propias familias y, luego, contra la propia sociedad.

Saben que el precio de todo ello es la soledad, el sentirse rechazadas por muchas mentalidades cerradas, pero aún así, se sienten libres porque “son mujeres completas”, con todo el derecho a vivir como deseen.

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Cuando la presión del entorno veta nuestras libertades

Todos tenemos claro que la soledad no está bien vista. El caso de China no es el único. Basta con tener en cuenta todos esos estereotipos asociados a la soltería en nuestros propios entornos.

  • Cuando hemos finalizado una relación afectiva no falta quien nos dice aquello de “no te preocupes, enseguida encontrarás a alguien”. Como si el hecho de pasar un tiempo en soledad fuera algo lamentable o incomprensible.
  • También es común que algunos miembros de nuestra familia no entiendan el hecho de que nos vayamos a vivir solos, que deseemos hacer un viaje en soledad o, sencillamente, que nos gusten esos instantes de privacidad donde estar en calma con nosotros mismos.

A día de hoy la soledad sigue teniendo un componente negativo. Quizá por ello, nosotros mismos nos sintamos atados a determinadas cosas o personas, porque tememos dar el paso y recibir críticas o comentarios poco acertados.

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La soledad no es peligrosa

El escritor y poeta Charles Bukowski nos lo dejó bien claro: el aislamiento es, en ocasiones, un auténtico regalo.

No queremos decir con ello que debamos desconectar para siempre de nuestro entorno, de la gente, del rumor de la civilización, las risas, los encuentros, los amores y la amistad.

  • Se trata de ser selectivos y priorizar aquello que nos es beneficioso y terapéutico, y la soledad es, sin duda, una dimensión personal que deberíamos experimentar de vez en cuando, sin miedo.
  • Según un interesante estudio publicado en la revista Havard Business review, en la actualidad se está empezando a valorar la soledad como una estrategia con la cual mejorar muchas de nuestras capacidades cognitivas y, además, encontrar más armonía en el campo emocional.
  • Las personas capaces de desconectar del “ruido” de sus entornos, de los juicios de valor y de las expectativas que otros puedan tener sobre ellas, son caracteres más libres, más creativos y dispuestos a encontrar nuevas oportunidades.

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Tal vez sería el momento de empezar a derriba mitos y estereotipos. La soledad que se elige de forma voluntaria es un acto de valentía.

Quien cede, quien claudica y continúa enganchado al tren de la infelicidad debe ser consciente de que ser cautivo no es la mejor opción.

Si para ser libres debemos estar solos, tal vez la soledad no sea una dimensión tan peligrosa, si nos permite atender mejor nuestra autoestima y elegir a qué destino queremos subirnos y a cual no.

Sabemos que es muy fácil decirlo, que resulta sencillo eso de decir “atrévete a ser libre”.

Sin embargo, es una elección personal que requiere tiempo de meditación y un acto de arriesgada valentía que merece la pena probar.

 

Original.

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