En México 30% de los suicidas no tenían empleo

Matarse a uno mismo. Ser su propio asesino, deliberadamente. El alma de un individuo con un trastorno psiquiátrico o una enfermedad letal es aplastada por la situación económica y social, por lo que en México el suicidio es la décimo quinta causa de muerte.

Hipólito se colgó ayer con un mecate cerca de la escalera de su casa en Reynosa, Tamaulipas. Su esposa lo descubrió. De acuerdo con sus familiares, el comerciante no tenía «problemas con nadie», pero había tomado bebidas alcohólicas durante la noche, reportó el diario local El Mañana. El jueves, Roger, originario de Tizimín, Yucatán, también se colgó de un árbol. Hace un año se separó de su pareja. El estrangulamiento es método más socorrido por los mexicanos para desaparecerse de este mundo, según cifras oficiales.

«Todos vivimos condiciones adversas. Todos somos susceptibles a tener un hecho dramático, sentir impotencia de resolver un problema o sentir una depresión muy profunda», afirmó la socióloga Martha Silvia Solís Valdez, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), durante el Día Mundial de Prevención del Suicidio celebrado en septiembre.

Sin embargo, aclaró el psicólogo Óscar Galicia, de la Universidad Iberoamericana, «el suicidio es el resultado de un padecimiento asociado normalmente a la depresión (originada por componentes genéticos/herencia), enfermedades terminales y la edad avanzada. Después de ese trastorno mental, absolutamente cualquier cosa puede funcionar como un factor disparador. En general, las personas que tienen cierto grado de salud mental pueden lidiar con los aspectos o pérdidas en la vida sin llegar al suicidio. Es un problema de personalidad que lleva a que cualquier cosa en el mundo nos parezca como algo insuperable o de lo que no se puede sobrevivir».

Aunque, agregó el especialista en fisiología celular, tener una facilitación genética para la depresión no necesariamente se expresará «si las condiciones ambientales son los suficientemente benévolas».

Otro comerciante, de Piedras Negras, Coahuila, se quitó la vida en su domicilio el pasado 11 de septiembre, informó Zócalo de Saltillo. El reportero que escribió la nota expuso que las principales causas en los ocho suicidios reportados en el año han sido por problemas maritales. Días antes, en Aramberri, Nuevo León, un joven de 14 años se colgó del árbol de su casa por ser víctima de bullying en la secundaria.

«La persona que padece trastornos depresivos tiene un desinterés por la vida y una falta de motivación o entusiasmo por todo lo que la rodea: la amistad, el amor, el trabajo. Todo lo que le daba placer deja de hacerlo. En ese estado de recogimiento del mundo, una sensación melancólica absorbe y la persona comienza a pensar en la muerte, luego en su propia muerte, y finalmente la planea y la consolida, si existe una acción de impulsibilidad, es decir, que toman una decisión muy rápido y la ejecutan. No se esperan a pensar ni reflexionar», desarrolló el especialista Galicia.

Los detonantes de esta decisión personal encuentran su raíz en un padecimiento mental, lo cual hace vulnerable al individuo frente a experiencias personales, el plano social y el económico, «porque es ahí donde se generan los mayores trastornos», enfatizó la socióloga Martha Solís. Es decir, es un círculo vicioso. Los modelos existenciales y las condiciones socioeconómicas impuestos por «el sistema de desarrollo neoliberal» colocan al suicidio como una problemática social grave a nivel global, añadió.

Vice News reportó que el 30 de agosto pasado Sol, empleada de una maquiladora y vendedora de pan, y sus hijos Alberto, de 14, y Óscar, de 7, fueron encontrados muertos dentro de su casa en Tlajomulco, Jalisco. Las llaves del gas de la estufa fueron deliberadamente abiertas. Había una carta: un testimonio de depresión, enojo y frustración Un suicidio colectivo por no tener dinero y una deuda en la espalda por un crédito inmobiliario que le heredó su pareja.

No es la única historia

Entre los casos de suicidio, «influye una sociedad que genera necesidades materiales y de consumo que pone al descubierto la desigualdad, como ocurre en nuestro país. La mayoría de los jóvenes entre 15 y 29 años que hay en México carecen de un acceso a beneficios sociales y no tienen una proyección a futuro ni un sentido de vida», explicó la psicóloga Paulina Arenas, experta en prevención de suicidios en adolescentes.

En México hay una relación directa entre los altos niveles de suicidio y el lento crecimiento económico (de un promedio de 2% cuando debería ser de 5%); los bajos salarios combinados con largas horas de trabajo (México es el país de la OCDE donde más tiempo se trabaja por un sueldo bajo) y el estrés de trasladarse de un punto a otro, sobre todo en ciudades grandes. Los niveles de inseguridad y violencia se suman a esa pócima venenosa.

De los 6,337 suicidios reportados en 2014, el 32.3% de los mexicanos que se quitaron la vida no tenían trabajo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Por otro lado, el 70.9% de las mujeres que murieron por la misma causa no trabajaba y, en contraste, el 73.4% de los hombres sí lo hacía.

El problema crecerá, advirtió la socióloga Martha Solís Valdez, si continúan «las severas exigencias sociales y económicas que generan presiones emocionales y frustraciones enfermizas que desvalorizan a los individuos en un ámbito altamente competitivo».

Al igual que en los niveles mundiales, los suicidios en México presentan una tendencia creciente. Entre el año 2000 y 2014, la tasa aumentó de 3.5 a 5.2 por cada 100,000 habitantes, informó el Inegi.

En este país, expuso la profesora de Psicología Social, las condiciones ofrecen un contexto altamente de estrés, competencia e individualismo en donde el éxito que se promueve impone modelos que muchas veces son inalcanzables.

Aunado a este panorama, la inseguridad generalizada y las expresiones de violencia en todas sus dimensiones y modalidades generan vulnerabilidad y miedo paralizante que inhibe las capacidades para resolver problemas, añadió Solís. Este panorama crea apatía y un vacío existencial que los jóvenes desean cubrir con moda o drogas, en su intento por superar sus depresiones y responder a las exigencias de ser exitoso.

José Mújica, ex Presidente de Uruguay, declaró el sábado pasado durante la presentación de un libro en la Biblioteca Vasconcelos que «hoy en el mundo hay más fallecidos cada año por suicidio, que la suma de los muertos en guerras y homicidios».

Aunque las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo contradicen, el ex guerrillero sacó a la luz un tema: el modelo actual de consumismo tiende a generar frustración al individuo, quien puede llegar a tomar la decisión personal de no vivir más.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se suicida casi un millón de personas. De acuerdo con la OCDE, los principales patrones observados en la conducta suicida son la depresión, bipolaridad y esquizofrenia (trastornos psiquiátricos). Además, este fenómeno se presenta más en hombres, en personas de bajos ingresos, en desempleados y en usuarios de alcohol y drogas.

En México, las muertes por suicidio se presentan más en jóvenes. Cuatro de cada 10 (40.2%) tenían entre 15 a 29 años, y el 80.2% fue consumado por hombres y 19.8% por mujeres. Es decir, cuatro casos en hombres por cada uno de mujer.

Para 2014, el 78.9% recurrió al ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación para suicidarse (80.7% hombres y 71.7% de mujeres). En el caso de los hombres, el disparo con arma fue el segundo método más empleado; mientras que para las mujeres fue el envenenamiento por diversas sustancias.

«El método que se elige tiene que ver con el género. Los hombres tienen un menor intento, pero son más contundentes y casi todos lo logran. Las mujeres lo intentan cuatro veces más, pero concretan uno. El principal método es el estrangulamiento porque no se necesita prácticamente nada, puedes hacerlo desde casa y no se llama la atención. Pero hay otros más contundentes como el disparo o aventarse de un puente. Las mujeres evitan métodos dolorosos por lo que recurren a la intoxicación de sustancias», detalló el psicólogo Oscar Galicia.

«Muchos de los intentos tienen como objetivo causar una impresión muy fuerte alrededor del núcleo que lo rodea para llamar la atención de algo o alguien en particular, principalmente los padres o la pareja. Podría ser un intento de manipulación, relacionado con el trastorno de personalidad limítrofe. En contraste, a veces los intentos que no buscan quitarse la vida terminan en eso», dijo.

Finalmente, ambos especialistas en la mente coincidieron en que los suicidios pueden prevenirse mediante la atención profesional, aunque existan mitos sobre la locura.

«No puedes arreglar el mundo. Va a seguir así de doloroso, imperfecto y triste. Lo que se puede hacer es atender los casos de depresión en todos los niveles y edades. Cuando una persona lleva triste varios meses y ha estado en ese estado casi todo el día durante todos los días estamos hablando de una depresión. Esa falla emocional no se quita sola. El tiempo no lo va a curar, lo va a empeorar. Debe atenderse porque puede tornarse en algo muy peligroso como es el suicidio», aseveró Galicia.

La doctora Paulina Arenas dijo que en la primera dimensión cuando la persona expone su deseo o intención de morir es cuando se debe poner atención a los focos rojos y llamados de alerta sobre la frustración que está viviendo el sujeto asociada a la insatisfacción con su sentido de vida e incluso la separación de la pareja.

Los primeros auxilios psicológicos tienen que ver con preguntar cómo está la persona si se detectan cambios anímicos, escucharlo y canalizarlo a una atención profesional.

«Más allá de los mitos sobre la locura, es importante salvar la vida de alguien si se tiene la oportunidad sin que implique una cuestión emocional que nos rebase», concluyó.

 

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