Depresión: un problema creciente

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Según el Ministerio de Sanidad, en 2019, 3 de cada 10 personas tenían algún problema de salud mental. Los de depresión están entre los más comunes: según la última Encuesta Nacional de Salud, más del 6% de la población tendría algún problema de este tipo. 

La pandemia no ha hecho sino empeorar esta situación. Los dos años de medidas de aislamiento y restricciones han generado una fatiga pandémica y, en general, han tenido un importante impacto negativo sobre nuestra salud mental y nuestro bienestar: de hecho, un informe europeo apunta a que los trastornos de depresión y de ansiedad han aumentado alrededor de un 25% en estos dos últimos años. 

¿Qué es la depresión?

La depresión es una enfermedad mental que puede ocasionar mucho sufrimiento a quien la padece, e incluso puede conducir a comportamientos suicidas. En general, se caracteriza por tener un estado de ánimo bajo, falta de motivación y energía, y tendencia a aislarse de los demás. 

A menudo se utiliza coloquialmente este término, pero no siempre se corresponde con lo que clínicamente es una depresión. Es importante tener en cuenta que los síntomas depresivos como la tristeza, desgana, decaimiento, etc., son normales en nuestro día a día, y en según qué circunstancias, aún más (por ejemplo, tras una ruptura de pareja).  La mera aparición de síntomas depresivos no lo convierte en una patología. Además, estos síntomas pueden aparecer en otros tipos de trastornos o problemas psicológicos.

depresion ansiedad persona sofa azul

Causas de la depresión

La suma de distintos factores biológicos, ambientales, familiares o sociales son los que habitualmente dan por resultado una enfermedad del tipo que sea. Sin embargo, la evidencia científica identifica algunas variables que influyen en el desarrollo de una depresión:

  • Factores genéticos. Se ha demostrado que existe una relación entre la carga genética y el desarrollo de una depresión, aunque aún se desconoce cuáles son esos genes en concreto o de qué forma actuarían. 
  • Teorías neuroquímicas de la depresión. Con el avance en el estudio sobre el cerebro, sus estructuras y funcionamiento, se han identificado una serie de neurotransmisores (sustancias que se liberan en nuestro cerebro que activan o inhiben el funcionamiento neuronal) que afectan a su funcionamiento. Son la serotonina, noradrenalina y dopamina.
  • Teorías neuroendocrinológicas. Hacen referencia a la segregación de hormonas endocrinas que se encuentran en estrecha relación y “comunicación” con nuestro sistema nervioso central.
  • El estrés es otro factor relevante: un estrés sostenido puede tener un impacto importante sobre nuestro estado de ánimo y satisfacción vital, y de ahí, surgir otra sintomatología depresiva o un trastorno. 
  • Además, otros aspectos psicosociales también pueden influir en el desarrollo de estas enfermedades mentales. Así, hablamos de “personas depresivas”, que sin estar enfermas son personas tendentes a la melancolía, pesimismo, tristeza, etc. Igualmente, nuestro entorno y apoyo social o familiar también influyen. 

No hay que olvidar, sin embargo, que estos aspectos psicosociales están sujetos a la percepción individual y subjetiva de cada persona, y, por lo tanto, no influirán del mismo modo en cada uno. 

Depresión y ansiedad

Los problemas de ansiedad son, junto a los trastornos por depresión, de los más frecuentes entre la población. Y de hecho, suelen aparecer juntos, o, al menos, experimentar sintomatología ansiosa y depresiva a la vez. 

La ansiedad es una reacción psicológica, emocional y fisiológica ante la percepción de amenaza real o irreal, presente o anticipada, de un objeto o situación. De este modo, los trastornos de ansiedad se caracterizan por un estado de sobreactivación, nerviosismo o inquietud y temor frecuente, intenso y desproporcionado.  Al igual que la depresión engloba un conjunto de trastornos, la ansiedad puede surgir también como un síntoma, una reacción más o menos esperable y natural ante determinadas circunstancias, o bien constituir un trastorno, como las fobias, el trastorno de pánico o de agorafobia. 

Síntomas y signos de la depresión

Hay un conjunto de reacciones y estados que pueden indicar la presencia de un trastorno depresivo, o simplemente de una etapa emocionalmente más baja. Un síntoma es aquello que uno percibe y experimenta, pero que no resulta visible desde fuera (sentir tristeza o miedo). Un signo es una reacción que se experimenta y sí se percibe desde fuera (el aislamiento social, la mirada perdida, o caminar cansino…). Hay distintos tipos de síntomas y signos propios de un trastorno depresivo. 

Síntomas y signos emocionales

Estado de ánimo bajo y falta de interés. Entre ellos:

  • Tristeza, pena y angustia.
  • Desánimo.
  • Desilusión o desesperanza.
  • Aburrimiento y apatía.
  • Miedo, inseguridad o temor.

Síntomas y signos cognitivos

Ralentización y pensamientos negativos, como: 

  • Dificultad de atención, concentración y decisión. 
  • Ralentización del pensamiento y el habla.
  • Pensamientos e ideas intrusivas negativas, amenazantes o catastróficas. 
  • Dificultad para percibir aspectos positivos o éxitos a su alrededor. 
  • Visión negativa del mundo y de sí mismos.

Síntomas y signos conductuales

Se percibe inactividad y desgana:

  • Llanto frecuente.
  • Expresión facial triste y mirada vacía o perdida.
  • Cansancio y falta de energía.
  • Aislamiento social.
  • Clinofilia (sueño excesivo).
  • Falta de higiene y aseo personal.
  • Falta de apetito.
depresión en jóvenes

Trastornos de depresión

Todos estos síntomas y signos pueden aparecer de forma aislada, como reacción a un acontecimiento doloroso o difícil para la persona, o en conjunto pueden conformar distintos tipos de trastornos. 

En la práctica clínica, el diagnóstico de las enfermedades mentales se realiza siguiendo la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), o bien el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, por su siglas en inglés) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). Este último cataloga los trastornos en tres grupos:

  • los trastornos depresivos,
  • los relacionados con traumas o estresores,
  • los relacionados con el trastorno bipolar, que cursa con episodios depresivos.

Entre los trastornos depresivos clásicos están : 

  • Trastorno de depresión mayor. Es el más grave e intenso de todos. Se caracteriza por un estado de ánimo bajo, anhedonia (falta de interés o placer), ralentización del funcionamiento mental y físico, etc. puede cursas con ansiedad y en forma de episodios recurrentes. En casos graves, puede desembocar en suicidio. 
  • Distimia o trastorno depresivo persistente. Aunque se trata de un cuadro en principio más leve, puede ser altamente incapacitante también, se caracteriza por tener un estado de ánimo deprimido la mayor parte del día y durante períodos de tiempo prolongados. Puede cursar junto con el trastorno depresivo mayor, en lo que se llamaría una depresión dual. 
  • Trastorno depresivo inducido por sustancias o un medicamento. Estado de ánimo bajo tras la exposición o abstinencia de una sustancia o medicamento .
  • Trastorno depresivo debido a otra afección médica. Estado de ánimo bajo, anhedonia o ralentización del funcionamiento como consecuencia de otra enfermedad médica. 
  • Trastorno disfórico premenstrual. Recoge las alteraciones emocionales, cognitivas o físicas antes de la menstruación y que desaparecerían tras ella. Junto con la llamada “depresión postparto”, son problemas que afectan a las mujeres.

Entre los relacionados con traumas o estresores encontramos el trastorno de adaptación. Puede desarrollase como consecuencia de haber vivido un evento traumático. Puede cursar con cuadros de ansiedad. 

Otros trastornos son las fases depresivas del trastorno bipolar.

¿SUFRES TRASTORNO BIPOLAR?

Ante cualquier sospecha, es recomendable acudir siempre a un profesional de la salud.

¿Cómo tratar una depresión?

Las herramientas fundamentales con las que contamos para afrontar cualquier problema psicológico son la psicoterapia y psicofarmacología. Ambas han demostrado eficacia, si bien las guías clínicas recomiendan recurrir a una u otra, o realizar un tratamiento combinado según la gravedad del trastorno.

  • En los casos más graves o persistentes, la opción de la farmacología es la recomendada, combinada con apoyo psicoterapéutico, cuando la persona se haya recuperado algo.
  • En cuadros más leves o comunes, por el contrario, se recomienda de entrada una aproximación psicoterapéutica.

El tratamiento farmacológico suele consistir en antidepresivos como el Escitaloprma o Paroxetina. También se pueden pautar ansiolíticos como el Lorazepam (el conocido Orfidal), o el Alprazolam (Trankimazin), o hipnóticos como el Lormetazepam (Noctamid). 

Por su parte, la terapia cognitivo-conductual es la que ha demostrado mayor eficacia a la hora de intervenir sobre una depresión, especialmente en cuadros más leves. 

¿Cuándo pedir ayuda?

En líneas generales, siempre que uno se encuentre sobrecogido por la situación que le genera malestar, ese malestar aumente con el tiempo o interfiera en su vida cotidiana es un momento para buscar apoyo profesional. No obstante, recomendamos recurrir a un profesional de la salud mental lo antes posible en determinados casos:

  • Si tienes ideas o comportamientos suicidas, o las identificas en otra persona, debe buscar apoyo de inmediato.
  • Si tienes o ha tenido algún otro problema de salud mental.
  • Si hay una historia familiar de salud mental.
  • Si el malestar persiste o se incrementa.
  • Si has perdido un familiar recientemente, te han diagnosticado una enfermedad grave o has vivido situaciones traumáticas o estresantes (paro, un divorcio…).

Original.

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