Cómo reconocer la peritonitis, una inflamación grave que puede llegar a ser mortal

Existen algunas patologías que, por la parte del cuerpo a la que afectan, pueden llegar a causar complicaciones muy graves e incluso la muerte. Por ello, es importante ser capaz de identificarlas para, llegado el caso, buscar la atención médica precisa.

¿Qué es la peritonitis? ¿Cuáles son sus causas?

La peritonitis es una inflamación grave del peritoneo, una membrana que recubre el interior de la cavidad abdominal y que contiene órganos tan importantes como el estómago, los intestinos o el hígado. A menudo, es el resultado de una infección (normalmente bacteriana) o de una irritación química.

Así, por ejemplo, lo más frecuente es que sobrevenga como consecuencia de la perforación de una víscera hueca (intestino, apéndice…) o la entrada de patógenos por una herida que llegue hasta el interior de la cavidad abdominal (por ejemplo, la entrada de un catéter en una diálisis abdominal). En el caso de la peritonitis aséptica, puede ser consecuencia del vertido en la cavidad de ciertas sustancias generadas por el propio cuerpo (como bilis) o del ingreso de fármacos empleados en ciertos tratamientos.

La peritonitis puede ser localizada o generalizada y aguda o crónica.

¿Cuáles son sus síntomas?

Los principales síntomas de la peritonitis incluyen el dolor o la sensibilidad abdominal, hinchazón abdominal, fiebre, náuseas, vómitos, pérdida de apetito, diarrea, baja producción de orina, sed, incapacidad para defecar (parálisis abdominal), fatiga, desorientación y taquicardia.

Este cuadro puede presentarse de forma repentina (peritonitis aguda) o gradual (crónica), a lo largo de varios días o semanas.

La principal complicación de la peritonitis es que se produzca una infección en todo el cuerpo (septicemia), que a su vez puede causar choque, fallo orgánico múltiple y muerte.

¿Cómo se trata?

La peritonitis, en cualquier caso, va a requerir hospitalización urgente. A partir de ahí, el enfoque a emplear va a variar en función de la causa y de las características clínicas del caso concreto.

Por ejemplo, para las peritonitis infecciosas suele ser necesaria la administración de antibióticos, en un tipo y cantidad que va a depender de las características específicas de la infección. Igualmente, puede ser necesaria una cirugía para extirpar el tejido infectado y reparar la causa subyacente, si es la perforación de una víscera.

Paralelamente, puede ser conveniente proporcionar al paciente analgésicos (para aliviar el intenso dolor), reposición de líquidos por vía intravenosa, oxígeno y, en ciertos casos, transfusión de sangre.

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