Cómo hablar de sexo con los niños

Para poder hablar con los niños, ya sea sobre sexualidad u otra tópica, se debe comprender que son inteligentes desde el nacimiento. Según Jean Piaget, epistemólogo genético, el pensamiento se complejiza a medida que transcurre el desarrollo, pero la inteligencia es innata, es decir, nacemos con ella. Si bien existen diferencias, el pensamiento del niño no es ni mejor ni peor que el de un adulto.

Placer autoerótico
Los ensayos sobre sexualidad, escritos por Sigmund Freud, neurólogo fundador del Psicoanálisis, a partir de 1905 hasta 1915, abordan su desarrollo a lo largo de la infancia y la adolescencia. En su primer escrito, llamado «Sexualidad infantil», el autor describe en detalle cómo, a medida que el aparato psíquico se va estructurando, la pulsión sexual que en un principio se encuentra apuntalada a la de autoconservación, se va separando de ella. El autor observa el placer que produce a un lactante mamar del seno materno. Hace hincapié en la expresión de satisfacción que asemeja a una sonrisa cuando el niño ha terminado de alimentarse. Sostiene que el chupeteo típico del infante durante ese período es una mostración de la sexualidad infantil: placer autoerótico.

Retiro del interés sexual
Freud muestra cómo la sexualidad infantil cae bajo un período de latencia o detenimiento frente a la inmadurez genital. Pero, la libido sexual continúa con su curso y cambia la vía de la meta de satisfacción pulsional. En otras palabras, la libido busca otras vías de satisfacción que sean socialmente aceptadas. De esta manera, el niño puede retirar el interés sexual sobre sus genitales inmaduros y puede prestar atención a, por ejemplo, la educación. He aquí el motivo por el cual, en la etapa escolar, es muy común que un niño obtenga excelentes calificaciones durante el primario, y no así en la secundaria, período en el cual se producen otros cambios físicos y psíquicos.

Definiendo sexualidad y genitalidad
Cabe destacar que la diferencia entre ambos términos es sustancial. La sexualidad comprende todo aquello que es investido libidinalmente: la orientación sexual, las amistades, las parejas, el trabajo, la carrera universitaria, los gustos artísticos y demás temáticas que resulten de interés. En cambio, la genitalidad alude al aparato orgánico reproductor masculino y femenino. Esta aclaración resulta interesante para comprender dónde recae la importancia de hablar acerca de la sexualidad con los niños, ya que son seres sexuados desde su nacimiento: el niño se rige por el principio de placer (satisfacción inmediata de sus necesidades) y a medida que se impone el principio de realidad puede postergar el placer inmediato en pos de beneficios.

Diferencia entre niños y niñas
La cosmovisión psicoanalítica ha estudiado por décadas el desarrollo y la estructuración humana. Para Freud, los niños y las niñas vivencian el conocimiento de la diferenciación anatómica de maneras diferentes. En un principio, el niño considera que los seres animados están dotados con un miembro viril, mientras que los inanimados no lo tienen. A este período se lo conoce como «Teoría falocéntrica». Las niñas en cambio, al nacer con su condición femenina, creen que “luego les crecerá”. Estas teorías, por más disparatadas que puedan parecer, son fundamentales para el Psicoanálisis en la estructuración de la subjetividad, dado que darán lugar a la posibilidad de sepultar el famoso Complejo de Edipo que todos, de mejor o peor manera, atravesamos y logramos sepultar (en el mejor de los casos).

Complejo de Edipo
El término es sumamente complejo. Corresponde a una etapa del desarrollo infantil en el que los padres son los primeros objetos de amor del niño. A partir de cómo se resuelve y sepulta el complejo, quedan determinadas las estructuras psíquicas y las posiciones sexuales. Esta etapa coincide, a su vez, con el descubrimiento de la diferenciación anatómica de los sexos y con las primeras teorías sobre la concepción.

El discurso y la obscenidad
Una de las características fundamentales del ser humano es su capacidad comunicativa. Según los construccionistas sociales Berger y Luckmann, nacemos en un mundo construido por medio del lenguaje (concepto de institucionalización). Nuestro primer contacto es con un ser comunicativo al que, con el tiempo, llamamos “madre”. Y es ella quien nos transmite el lenguaje (motivo por el cuál al idioma propio de nuestro país lo llamamos “lengua materna”). En una relación discursiva se establece un pacto psicológico por medio del cual el emisor espera que en algún momento el receptor devuelva un mensaje y retroalimente el proceso comunicativo. Cuando una persona pregunta a otra “¿Cómo estás?” está implícito que espera algún tipo de respuesta. De no hallarla, queda descubierta la máxima tensión de agresividad. También es agresiva la obscenidad, entendida como la introducción al diálogo de aquello que ha quedado fuera del mismo. Esta aclaración resulta interesante para comprender cómo y cuándo se puede hablar de sexualidad con los niños: en la medida en que ellos preguntan y ponen de manifiesto aquellas cuestiones que intentan conocer.

No disfrazar la verdad
Muchos consideran que un niño no está preparado para comprender cómo ha llegado al mundo y eligen disfrazar la verdad por medio de cuentos o historias irreales (la cigüeña que trae a los recién nacidos de París, por ejemplo). Como ha sostenido Piaget, el niño no es menos inteligente que un adulto, es simplemente diferente. En la medida en que pregunta, está dando la oportunidad de que se le explique de manera simple y natural, sus orígenes. Pero, aquí puede entrar en juego el prejuicio y tabú de los padres para tratar determinadas temáticas y en lugar de afrontarlo como tal, prefieren pensar que el niño no está preparado para asimilar la información.

Hablar con naturalidad y claridad
En la medida en que un niño pregunta, está preparado para recibir una respuesta. La desinformación en función de las fantasías que las temáticas producen, o aquello que pueda captar sobre, por ejemplo, la sexualidad con sus pares u otras personas puede traer, posteriormente, algunas complicaciones. A veces resulta difícil para un padre poder dialogar con sus hijos sobre estas cuestiones. Pero, es fundamental para un niño saber que cuenta con ellos como fuente de información.

Talleres sobre sexualidad en las escuelas
Actualmente, en muchos países se han dispuesto charlas informativas en las escuelas que abordan la temática que en algunos hogares es tan difícil – y comprensiblemente – desarrollar. Diversos profesionales del área de la Biología, Sociología y Psicología brindan en las escuelas seminarios preparados especialmente para que los niños puedan ir comprendiendo la naturaleza humana. Cada discurso es preparado en función de la edad cronológica de la audiencia. A los alumnos de la escuela primaria se les explica la diferencia anatómica de los sexos y la concepción. A los jóvenes de escuela secundaria, por ejemplo, se los introduce en las vías de profilaxis y prevención de enfermedades de transmisión sexual, así como también en métodos anticonceptivos para el control de la natalidad y evitar embarazos adolescentes (franja etárea sumamente compleja debido a que el cuerpo se asemeja al de un adulto en su aspecto y funcionalidad, pero emocionalmente aún no se encuentran maduros para afrontar determinados aspectos de la vida).

¿Cómo acercarse a hablar con un niño sobre sexualidad?
Resulta fundamental tener presente aquello que fue postulado por Jean Piaget: «los niños son inteligentes». Por tal motivo, se ha de recordar que en la adolescencia se resignificará todo aquello que fue transitado en la infancia. Un joven no disculpa la traición, motivo por el cual jamás debemos mentir ni subestimar a un niño. En la medida en que la curiosidad despierta, el infante está preparado para recibir información. Recuerda ser respetuoso con su vocabulario, y de esa manera jamás entrará en escena la obscenidad. Si bien el niño puede presentar errores de vocabulario o conceptuales, intenta en lo posible respetar sus palabras y conceptos: no agregues más información de la que fue solicitada. Apóyate en bibliografía calificada para la edad del menor. No tema a las ilustraciones: ten en cuenta los mejores recursos para explicarte, despeja dudas y verás cómo, de a poco, el niño irá incorporando la información. Tu autenticidad le permitirá desplegar las temáticas desde el respeto y su pulsión exploratoria buscará ser satisfecha.

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