La toma de decisiones es una parte fundamental de la experiencia humana. Desde los actos más simples hasta las elecciones más complejas, todos nos enfrentamos a momentos en los que necesitamos elegir entre diferentes opciones. Pero, ¿realmente tomamos esas decisiones de manera consciente? ¿O hay algo más profundo, como el inconsciente, que está influyendo en lo que elegimos? ¿Decidimos realmente con la mente, o también con el cuerpo?
Este artículo explora cómo opera el inconsciente en la toma de decisiones, y cómo tanto la mente como el cuerpo influyen en nuestras elecciones, a menudo sin que seamos plenamente conscientes de ello.
La mente consciente vs. el inconsciente
En nuestra vida diaria, tomamos muchas decisiones que parecen ser racionales y bien pensadas. Sin embargo, la mayor parte de nuestras decisiones no son conscientes. De hecho, se estima que el 95-99% de nuestras decisiones están influenciadas por procesos inconscientes.
La mente consciente es aquella que utiliza la lógica, la razón y el pensamiento deliberado. Es la parte de nosotros que evalúa opciones, pesa pros y contras, y hace elecciones que creemos que son las más adecuadas. Cuando decimos «estoy tomando una decisión», generalmente nos referimos a este proceso consciente.
El inconsciente, por otro lado, es una parte de la mente que no está al alcance de la conciencia. Aquí almacenamos experiencias pasadas, emociones, recuerdos reprimidos, patrones de comportamiento, e incluso creencias y prejuicios que nos han sido inculcados a lo largo de la vida. Estas influencias inconscientes a menudo afectan nuestras decisiones sin que seamos conscientes de ello.
¿Cómo influye el inconsciente en nuestras decisiones?
El inconsciente no solo guarda información, sino que también procesa y filtra información a una velocidad mucho mayor que nuestra mente consciente. En situaciones cotidianas, el inconsciente puede guiar nuestras decisiones a través de mecanismos como los instintos, los hábitos y las emociones.
1. Intuición: A veces, tomamos decisiones basadas en «intuiciones» o corazonadas. Esta sensación de saber qué hacer sin una razón lógica aparente es, en realidad, el inconsciente tomando la delantera. Este tipo de decisiones surgen porque nuestra mente inconsciente ha reunido información a lo largo del tiempo que nos permite reconocer patrones y hacer elecciones rápidamente.
2. Emociones: Las emociones juegan un papel crucial en la toma de decisiones. A menudo, nuestras elecciones están influenciadas por estados emocionales como el miedo, la tristeza o la euforia, que provienen del inconsciente. Un ejemplo común de esto es cuando, en momentos de ansiedad, tomamos decisiones apresuradas que luego nos arrepentimos. En estos casos, el inconsciente prevalece sobre la lógica racional.
3. Patrones de comportamiento: Muchos de nuestros hábitos y conductas diarias son el resultado de decisiones pasadas que han sido almacenadas en el inconsciente. Si alguna vez has sentido la tentación de repetir una conducta, como comer un tipo de comida o reaccionar de una forma particular ante una situación, es probable que estés siguiendo un patrón aprendido que ha sido reforzado en tu inconsciente a lo largo del tiempo.
4. Creencias profundas: Las creencias sobre uno mismo, los demás o el mundo en general, a menudo se originan en la infancia o en experiencias pasadas significativas. Estas creencias, aunque no siempre somos conscientes de ellas, influyen poderosamente en las decisiones que tomamos. Si tienes una creencia inconsciente de que no mereces el éxito, por ejemplo, es posible que tomes decisiones que saboteen tu progreso, incluso si conscientemente deseas alcanzar tus metas.
¿Decidimos con la mente o con el cuerpo?
El cuerpo también juega un papel importante en la toma de decisiones, a menudo de maneras que ni siquiera imaginamos. No solo la mente influye en las elecciones, sino que, en muchos casos, el cuerpo también puede tener una influencia significativa. Esta interacción entre el cuerpo y la mente se conoce como «mente-corporal» y es el vínculo a través del cual las decisiones que tomamos no solo son procesadas mentalmente, sino que también están ligadas a las respuestas fisiológicas del cuerpo.
1. El papel del cuerpo en las decisiones instintivas: El cuerpo tiene un sistema de «alarmas» que envía señales físicas en respuesta a ciertos estímulos, lo que nos ayuda a tomar decisiones rápidas. Un ejemplo clásico de esto es el «sentimiento en el estómago» que podemos experimentar cuando algo no está bien. Estos «sentimientos» físicos son respuestas del sistema nervioso autónomo, que está estrechamente relacionado con el inconsciente. Este tipo de señales físicas nos dicen si algo nos es beneficioso o peligroso, incluso antes de que se procese conscientemente.
2. El impacto de las emociones en el cuerpo: Las emociones no solo son procesos mentales, sino que también se manifiestan en el cuerpo. Por ejemplo, cuando sentimos miedo, nuestras palmas sudan, la frecuencia cardíaca aumenta, o incluso sentimos mariposas en el estómago. Esta conexión entre las emociones y el cuerpo a menudo influye en nuestras decisiones. Las personas con altos niveles de ansiedad, por ejemplo, pueden tomar decisiones de forma impulsiva para evitar la incomodidad emocional que sienten en su cuerpo.
3. El cuerpo como marcador de decisiones previas: A lo largo de nuestra vida, nuestras experiencias emocionales y decisiones previas quedan registradas en nuestro cuerpo. Esto puede incluir tensiones musculares, posturas o incluso preferencias alimenticias. El cuerpo puede «recordar» lo que ha sido bueno o malo para nosotros a través de sensaciones y reacciones físicas. Por ejemplo, si una vez experimentamos un gran placer al comer un cierto tipo de comida, es probable que nuestro cuerpo «desee» esa comida de nuevo en situaciones similares.
La interdependencia entre mente y cuerpo
Tanto la mente como el cuerpo trabajan juntos, de forma consciente e inconsciente, para influir en nuestras decisiones. El cerebro y el cuerpo se comunican constantemente, creando una sinergia que nos permite tomar decisiones rápidas e intuitivas, pero también reflexivas y planificadas. En algunos casos, la mente consciente puede tratar de racionalizar lo que el cuerpo ya ha decidido instintivamente, y en otros casos, las señales del cuerpo pueden interferir con el juicio racional.
La clave para entender cómo decidimos radica en reconocer que la toma de decisiones es un proceso complejo y multidimensional, que involucra tanto a la mente como al cuerpo, y que gran parte de este proceso ocurre de manera inconsciente. La interacción entre el cuerpo y la mente forma parte de un sistema dinámico, donde nuestras experiencias pasadas, emociones y respuestas fisiológicas juegan un papel esencial en las elecciones que hacemos.
Aunque solemos creer que tomamos decisiones solo con la mente consciente, una gran parte de nuestras elecciones provienen del inconsciente. Este influye tanto a través de pensamientos y emociones como de reacciones físicas que nuestro cuerpo experimenta. Las decisiones, por tanto, no solo son el resultado de un proceso mental, sino de un proceso integrado que involucra la interacción entre la mente y el cuerpo. Comprender cómo este sistema opera puede ayudarnos a tomar decisiones más conscientes, a entender mejor nuestras reacciones y a mejorar nuestra capacidad de tomar elecciones más alineadas con nuestros objetivos y bienestar.
Equipo T2S1.