¿Cómo cocinan las personas ciegas?

Cocinando

En realidad, el orden es la clave. Así lo explica Rafael Zapata, usuario de la ONCE en Zaragoza. Orden en la despensa, para encontrar los ingredientes. Y lo mismo pasa en la nevera. «Después orden al colocar los productos, uno a uno, en la mesa donde vas a trabajar. Solo con orden puedes estar seguro de que no te equivocarás o tirarás las cosas. Ese es el truco»

En el recetario de Rafael abundan los guisos que se pueden hacer con los ojos cerrados: primeros platos, segundos o postres. Una colección que ha ido recopilando a largo de los años y que ofrece a todos los usuarios de la ONCE, «porque comer es vital y para un invidente que quiere ser independiente, la cocina es parte de su día a día». Sufre desde niño síndrome de Usher, que supone una pérdida de audición y de visión progresiva. Si una persona sana tiene un ángulo de visión de 180 grados, Rafael apenas tiene ahora un 7%, y sabe que se irá reduciendo más y más con el tiempo. «Yo he aprendido por mis propios medios, gracias a que mi enfermedad es degenerativa: hace unos años tenía más grado de visión, ahora se ha reducido mucho. Pero sé qué dificultades tendrá un invidente que quiera preparar algo en la cocina. Mi deseo es que esas recetas se traduzcan al braille y puedan consultarlas los usuarios cuando quieran».

 

Nos hace una demostración en su cocina, un espacio amplio y adaptado donde el orden no es estético, sino práctico. A veces su mujer, Mercedes Murillo, olvida que su marido tiene que desenvolverse y deja algún cajón abierto, mueve de sitio una especia… «es una enfermedad a la que tenemos que adaptarnos los dos, y a veces cuesta», reconoce Mercedes. Y su marido sonríe. Se ha puesto unas gafas especiales para evitar que la luz de los ventanales le deslumbre y, tras comprobar que la encimera está despejada, procede a preparar herraduras de hojaldre, plato con el que ganó un concurso gastronómico de la ONCE en Zaragoza. «Necesito harina, huevos, azúcar y piñones. La parte superior de la nevera tiene los productos que uso para los postres. En la despensa también dedico las baldas según los platos».

Etiquetas en braille

Espolvorea la harina sobre la encimera y alisa el hojaldre con el rodillo. Utiliza sus propias manos para medir el tamaño de cada pieza y recurre al mismo rodillo para guiar el cuchillo. «Conforme ya no necesito las cosas, las voy retirando para no liarme». Y como buen cocinero, aprovecha el proceso de preparación para hablar: de su día a día, de la dificultad que supone acudir al supermercado… «Ese es un momento muy difícil, porque un invidente no puede acumular productos en su cocina si quiere después encontrarlos. Eso supone tener que ir a menudo a comprar cosas de primera necesidad, justo las que siempre están colocadas al final de la tienda. Y llegado el momento, no sabes lo que estás comprando: ¿es un brick de leche, de zumo o de caldo? ¿El paquete es de sal o de azúcar?».

Cocinando

 
Desde la ONCE, se ha iniciado una campaña que reclama etiquetas en braille para los productos, similares a las que ya existen en los medicamentos. Antonio Martín, usuario de la organización, destaca que «no solo es importante para ser independiente o hacer la compra, también para evitar accidentes domésticos. Mi mujer y yo somos los dos ciegos y no sabemos si un producto está caducado, si el bote es de alimento o de limpieza…», enumera. Antonio no cocina, pero su mujer sí lo hace. Y, como Rafael, se apoya en el orden total para encontrar produtos, «y nosotros mismos ponemos etiquetas, por ejemplo en las especias».

¿Es cierto lo que dicen de los ciegos, que tras perder la vista desarrollan otros sentidos? Rafael se ríe con la pregunta pero, tras cavilar un poco, reconoce que su sentido del gusto parece estar más desarrollado de lo normal, «o eso me dicen cuando saco la receta de los platos que me dan a probar. Así tengo mis croquetas de borraja, que las saqué después de comerlas en un bar».

En la ONCE trabajan también en un proyecto para impartir clases de cocina a personas sordociegas. Rafael, que con el tiempo perderá por completo su sentido del oído y de la vista, cree que su recetario será útil para cocinar «ya no solo con los ojos cerrados, también sin oídos». Con su mujer Mercedes ya trabaja en practicar el sistema de lenguaje dactilológico, que consiste en tocar en la mano de diversas maneras para crear letras y, así, comunicarse. «Cuando llegue el momento hará falta quizá más tiempo, para prepararlo todo y tenerlo a mano. Y calma y paciencia, porque te equivocas muchas veces. Pero puede hacerse: nadie dijo que la cocina era territorio vedado a invidentes», zanja el cocinero.

 

 

Original.

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