Autismo y vitamina C: el último bulo

Jugo de naranja

Según los estudios realizados hace más de diez años en España acerca de los beneficios de la medicina ortomolecular y los posibles beneficios de los suplementos nutricionales en casos de autismo, fue comprobada tanto la eficacia y seguridad de estos y las conclusiones al respecto apuntaban a que no se demostraba que en ningún paciente tuvieran efectos y además, no se recomendaban en el tratamiento del espectro autista.

Los trastornos de espectro autista (TEA) son un grupo heterogéneo de patologías de severidad variada y que tienen en común deficiencias en la comunicación, la interacción social y el comportamiento. El término trastorno del espectro autista, se desarrolló debido a que fueron identificados niños con anomalías en la comunicación, la conducta o la interacción social similares a las del autismo, pero que no cumplían con todos los criterios para ese diagnóstico.

La definición de autismo por la OMS recoge las siguientes áreas en las que existe un deterioro en su desarrollo: Los niños tienen una necesidad de relación social. Su desarrollo social y sus relaciones sociales son anormales. Presentan un deterioro en su entendimiento del comportamiento social. Los niños autistas piensan e interpretan el lenguaje de forma literal sin comprender su contexto social y por ello, las opiniones de otras personas tienen poca o ninguna influencia en su comportamiento y el niño autista dice y hace exactamente lo que quiere en cada momento.

Respecto a la comunicación, existe un fallo en el desarrollo de la comunicación normal con sus iguales y tienen además un deterioro en su capacidad de entender y utilizar tanto la comunicación verbal como la no verbal. Los niños y jóvenes con autismo tienen dificultad en el entendimiento de la comunicación y el lenguaje de otros y también en el desarrollo de una comunicación efectiva. Muchos tienen retraso en el aprendizaje del habla y otros no desarrollan un discurso. Otros niños que sí elaboran discurso, tienen dificultades para utilizarlo; para lograr una comunicación efectiva, ya que necesitan que se les enseñe el objetivo de la comunicación, el significado de comunicarse y cómo deben hacerlo.

Los niños sí tienen una gran imaginación aunque tienen interés por actividades restringidas, repetitivas y obsesivas, en vez de flexibles e imaginativas. Se observan patrones de conducta estereotipados en la actividad motora repetitiva, la participación en conductas ritualistas y en un énfasis exagerado en partes de objetos.

La prevalencia estimada del autismo según los estudios varía entre 0,7 y 40 niños/10.000. Los signos y problemas asociados a este trastorno se presentan en la niñez. Los niños se ven afectados con una frecuencia 4 veces mayor que las niñas.

Existe cierto consenso respecto a la etiología de este trastorno, que es multifactorial y se cree que existe un fuerte componente genético, quizás favorecido por factores ambientales. Este grupo de TEA incluye el autismo clásico, el Síndrome Desintegrativo de la Niñez, el síndrome de Asperger, el síndrome de Rett, y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otra manera.

Las terapias que algunos “sanadores” que utilizan pseudociencias alternativas consideran, supone que estos niños ingieran suplementos nutricionales referidos a enzimas digestivos, vitamina B6, magnesio, taurina, vitaminas C y E, zinc, calcio, vitaminas A y D/ aceite de hígado de bacalao, ácidos grasos, melatonina, multivitaminas/ multiminerales, probióticos, acetilcisteina, ácido polínico, metilcobalamina, vitamina B12, creatina, dimetilglicina, trimetilglicina, aminoácidos, secretina, metionina, folato, N-acetilcisteina, ácido lipoico, glutation, carnosina, ácido a-cetoglutárico, biotina, L-carnitina, selenio, silimarina entre otros para curarse, aunque hacen especial énfasis en el ácido ascórbico dado que todos son necesarios para sanar el autismo.

Esta afirmación no es cierta dado que el autismo no se cura por ingerir suplementos nutricionales ni vitamínicos.

En el caso de la llamada terapia CEASE, (eliminación completa de la expresión del espectro autista), las dosis de vitamina C que tiene que ingerir el paciente son masivas y aseguran que reparan el daño causado por la vacunación y por ello, dejan de ser autistas. No existe relación alguna entre el trastorno del espectro autista con la prevención de enfermedades erradicadas que es la vacunación, obligatoria y aconsejable en todos los sentidos en personas que viven en el siglo XXI en países desarrollados.

La llamada homeoprofilaxis que se está últimamente vendiendo como humo para desarrollar la inmunidad del paciente no solo no dispone de evidencia científica sino que de nuevo cuestiona a la comunidad médica y antepone a la ciencia frente a la charlatanería de los homeópatas que se lucran con estas afirmaciones sin fundamento.

De entre todos estos bulos y consejos transmitidos a los padres se aconseja que los niños con TEA no tomen gluten ni proteínas  por los efectos adversos que producen en el cerebro debido a los pépticos con efecto opioide: esto no es cierto y no solo no lo es, sino que los ensayos que se han realizado hasta la fecha no son concluyentes y no afirman lo que ellos aseguran a sus pacientes.

Respecto al estrés oxidativo de estos niños se les aconseja tomar antioxidantes y altas cantidades de vitamina C ya que afirman que los comportamientos y conductas relativas al TEA no tienen lugar si existe esta ingesta en paralelo.

Lo que hasta ahora se conoce de la vitamina C es conocida como ácido ascórbico, es que es un nutriente hidrosoluble que se encuentra en ciertos alimentos. En el cuerpo, actúa como antioxidante, al ayudar a proteger las células contra los daños causados por los radicales libres. Estos son compuestos que se forman cuando el cuerpo convierte los alimentos que consumimos en energía. Las personas también están expuestas a los radicales libres presentes en el ambiente por el humo del cigarrillo, la contaminación del aire y la radiación solar ultravioleta.

Además, el cuerpo necesita vitamina C para producir colágeno, una proteína necesaria para la cicatrización de las heridas, mejora la absorción del hierro presente en los alimentos de origen vegetal y contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunitario para proteger al cuerpo contra las enfermedades.

 

El consumo de vitamina C en concentraciones demasiado elevadas puede causar diarrea, náuseas y cólicos estomacales. En las personas que padecen hemocromatosis, un trastorno que provoca una acumulación excesiva de hierro en el organismo, la vitamina C en dosis elevadas podría dañar los tejidos del cuerpo.

Los suplementos dietéticos de vitamina C pueden interactuar o interferir con los medicamentos con los tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia y la radioterapia y con otros medicamentos si padece enfermedades crónicas. No se sabe con certeza si la vitamina C podría tener el efecto no deseado de proteger a las células tumorales de los tratamientos contra el cáncer, o si podría proteger a los tejidos normales contra los daños.

En otro estudio se refleja que la vitamina C combinada con otros antioxidantes (como la vitamina E, el selenio y el betacaroteno) reduce los efectos de protección cardíaca de dos medicamentos ingeridos en forma combinada (una estatina y una niacina) para controlar los niveles de colesterol. No se sabe si esta interacción también ocurre con otras estatinas así que absténgase de tomar suplementos vitamínicos sin decírselo a su médico.

Los profesionales de la salud deben vigilar los niveles de lípidos en las personas que toman estatinas y suplementos de antioxidantes y en ningún caso si padece trastornos del espectro autista u otras enfermedades asociadas debe dejarse aconsejar por las terapias naturales o por las pseudociencias, y menos, creer que se cura con altas dosis de vitamina C.

 

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