Asocian el autismo al desarrollo anómalo del sistema visual del cerebro

Los niños con trastorno del espectro autista (TEA) dirigen su mirada con menos frecuencia a las caras de otras personas que los pequeños sin el trastorno, y un nuevo estudio ha encontrado que cuando el sistema visual del cerebro no se desarrolla con normalidad las posibles irregularidades que se producen pueden alterar la forma en que algunos bebés interpretan su entorno e interactúan con otras personas, lo que afecta todavía más al desarrollo del cerebro y podría predisponerlos a desarrollar autismo.

Cuando padres y bebés están juntos tienden a mirar a los ojos en un proceso que proporciona a los bebés una manera de aprender a interpretar señales visuales sutiles en el entorno, que influye en cómo aprenden a relacionar los comportamientos de un cuidador con los suyos propios y es fundamental durante los primeros años de vida para el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños. Los resultados del nuevo estudio, que se ha publicado en American Journal of Psychiatry, sugieren que algo va mal en el sistema visual del cerebro y que esto afecta a esta interacción visual en los bebés que desarrollan autismo.

La investigación ha sido realizada por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis y la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte, que identificaron ciertas anomalías en el desarrollo del sistema visual del cerebro en bebés que pueden contribuir a la aparición de TEA. Para llevar a cabo el estudio se realizaron resonancias magnéticas cerebrales a 384 bebés que tenían un elevado riesgo de autismo por tener hermanos mayores con TEA.

Alteraciones en el sistema visual y gravedad de los rasgos de autismo

Alrededor del 25% de los bebés del estudio fueron diagnosticados con autismo. Los escáneres cerebrales mostraron anomalías en el tamaño, la materia blanca y la conectividad funcional de los sistemas visuales de los bebés, y estas irregularidades estaban presentes mucho antes de que se detectaran los síntomas del autismo. “Estas anomalías en las estructuras visuales del cerebro siguen muy bien con nuestra investigación anterior sobre los movimientos oculares de los niños con autismo”, afirma el Dr. John N. Constantino, profesor de psiquiatría y pediatría Blanche F. Ittleson y director de la División de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Universidad de Washington y uno de los autores principales del estudio.

“En investigaciones anteriores –continúa– notamos que los niños con autismo a menudo miran menos a los rostros de las personas que los niños sin el trastorno. En este estudio, hemos visto que el desarrollo anormal del sistema visual puede tener sus raíces en la genética porque el alcance de las alteraciones en los sistemas visuales en niños de hasta seis meses de edad se asoció con la gravedad de los rasgos de autismo en sus hermanos mayores”.

Los escáneres cerebrales mostraron anomalías en el tamaño, la materia blanca y la conectividad funcional de los sistemas visuales de los bebés, presentes mucho antes de que se detectaran síntomas del autismo

También se midió el volumen del cerebro y el área de superficie en la corteza occipital –una región del cerebro involucrada en la visión–, se examinó la materia blanca en una parte del cerebro previamente relacionada con la forma en que los bebés rastrean los estímulos visuales en el entorno, y se documentaron los rasgos autistas en los hermanos mayores. Los investigadores descubrieron que las características cerebrales relacionadas con la estructura y función del sistema visual en los niños de seis meses que desarrollaron autismo al cumplir dos años eran diferentes de las de los bebés que no desarrollaron autismo.

“Es particularmente notable que pudimos demostrar asociaciones entre los hallazgos cerebrales en estos bebés y el comportamiento de sus hermanos mayores con autismo”, ha señalado el Dr. John R. Pruett Jr., profesor de psiquiatría en la Universidad de Washington y coautor principal. “La convergencia de los resultados de fcMRI de todo el cerebro con los hallazgos de resonancia magnética estructural y de difusión fortalece nuestra confianza en estos descubrimientos, que ahora se pueden probar en un nuevo grupo de 250 bebés que se reclutan para otro estudio porque han afectado a hermanos y tienen una probabilidad muy alta”.

Aunque los autores del trabajo admiten que es necesario hacer más estudios, también opinan que los hallazgos sugieren que sería posible realizar intervenciones conductuales dirigidas al sistema visual para intentar reducir la probabilidad de que los niños desarrollen algunos de las características más graves asociadas con el trastorno del espectro autista.

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