Agorafobia

 

La agorafobia en los niños es un tipo de fobia descrita como irracional que se produce cuando la persona que la padece se siente incómoda en lugares dónde escapar de ellos le resultaría difícil y embarazoso, o donde simplemente encontrar ayuda sería un problema. Por lo tanto, suelen sentir miedo en lugares públicos llenos de gente, o al encontrarse solos en un espacio.

Normalmente, cuando una persona padece agorafobia, al sentirse en una situación como la descrita sufre un grave estado de ansiedad que va acompañado de una serie de síntomas como son una hiperventilación, mareos, náuseas, taquicardia, sofocos, palidez, fatiga, sueño o una visión borrosa.

Cuando el niño se encuentra por primera vez ante esta situación de miedo, suele desarrollar el miedo a sentir de nuevo esa situación agorafóbica. En estos ataques de pánico pueden influir problemas médicos, como son el hipotiroidismo (donde hay un exceso de la hormona tiroidea en los tejidos), una hipoglucemia (cuándo hay niveles bajos de glucosa en la sangre), o un prolapso de la válvula mitral (es un trastorno cardíaco que afecta a una válvula del corazón) entre otras causas, aunque parece ser que también pueden influir factores genéticos.

Normalmente la agorafobia se inicia en la adolescencia, aunque puede aparecer en edades más tardías. Los niños que la sufren suelen tardar más en desarrollar una cierta autonomía, ya que se sienten inseguros y con un grado de dependencia de los padres elevado.

Por eso mismo, si detectáis que vuestro niño padece estos síntomas, debéis llevarlo a un psicólogo para que le ayude a afrontar sus miedos a través de terapias y técnicas de relajación. La mayoría de los miedos infantiles pueden superarse, en Pequelia ya hablamos de algunas otras fobias como la fobia escolar o la neofobia que, como la mayoría, pueden solucionarse aunque requieren tiempo, cariño y paciencia.

 

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