«Ya se vence a la sordera, pero no al bullying»

Uno de cada mil niños nace con una sordera profunda y cinco de esos mil sufren problemas auditivos relevantes. Según compara la Asociación de Padres y Amigos de Personas con Discapacidad Auditiva de Asturias (Apada), hace solo dos décadas, el hecho de que una persona fuese sorda suponía un infierno para ella y para sus padres. Gracias a la tecnología, esa realidad ha cambiado y cualquier persona que sea sorda puede oír y hablar sin mayor dificultad. Sin embargo, todos los avances conseguidos en este campo, se siguen topando con una lacra difícil de hacer frente. «Ya se vence a la sordera, pero no al bullying», resume María Soto, madre de una niña de quince años. Tras su experiencia, María cree que combatirlo debe de ser una prioridad absoluta.

Sería injusto pensar que todo niño con sordera se encuentra en esa situación de discriminación. «Mi hija pasa este año a la Primaria y, estoy muy contenta porque es una más», replica Vanesa Viñales. Pero lo cierto es que, aunque son muchos los niños con problemas auditivos que están completamente integrados, también hay una realidad dolorosa en la que los niños crecen sin poder disfrutar de la vida con amigos. «A veces hay mofas, risas. Sale toda la clase a dar un paseo, pero a mi hija no la avisan. Es duro», reconoce María Soto. En el caso de su hija, a diferencia de otros, los problemas auditivos le provocan alguna dificultad mínima en la interacción. Y esa escasa diferencia, irrelevante en la práctica, sirve para evidenciar la crueldad de muchos chavales, que sin ser conscientes del daño que causan por la inocencia de la edad, generan heridas espirituales muy difíciles de cicatrizar.

Entre los múltiples compromisos de Apada se encuentra el facilitar la integración. Por ello, la asociación se encarga de organizar actividades que fomenten la socialización e interacción de los más pequeños. «En realidad, les acompañamos toda la vida. Nuestro objetivo es que sean felices en sus distintas etapas. Por eso, primero nos preocupamos de que tengan amigos y progresen en el colegio y, más tarde, les ayudamos con su incorporación al mercado laboral», afirma Gemma Torre, técnica de la asociación.

Sin datos concretos que lo sustenten, Torre cree que existe un mayor recelo a contratar a una persona con sordera profunda. «Al final los empresarios son personas y en este campo existe mucha desinformación. A veces piensan que no se van a poder comunicar con estas personas, que no rendirán o que se necesitarán un intérprete, cuando nada más lejos de la realidad», asegura Irene González, también técnica de Apada.

La asociación no tiene capacidad de decisión, pero sí una influencia notable. «Les explicamos a las empresas por qué puede resultar positivo la contratación de una persona sorda. En primer lugar, hay ventajas fiscales. En segunda instancia, ofrece una imagen abierta, amable con la sociedad y que esta valora. Y además, no tiene inconvenientes», afirma Irene González. Además, también asesoran a la empresa sobre cómo adaptar el puesto de trabajo.

Esa labor de asesoramiento también la realizan en las escuelas. «Hay profesores que llevan años ejerciendo, pero que se encuentran ante el primer caso de su trayectoria de un niño con discapacidad auditiva y, hay que enseñarles», comenta Gemma Torre. En este sentido, Vanesa Viñales afirma orgullosa de que su hija, tal y como le comunicó su tutora, «llega a la Primaria con un nivel superior al de la media del grupo».

Por otra parte, un niño con problemas auditivos tiene más gastos. Por ejemplo, la adquisición de un audífono supone no menos de 200 euros, sin contar su posterior mantenimiento. Para que nadie se quede sin oír por su situación económica, hay un banco solidario con instrumentos útiles que otros donan para que quien lo necesite pueda usarlos.

La percepción sobre los audífonos o los implantes varía en función de la edad. El 80% de la gente con más de 75 años sufre problemas auditivos. Además, esta edad se está reduciendo cada vez más, entre otras cuestiones, por el mal uso que se hace de los auriculares. Sin embargo, en esa fase de la vida, «ven la tecnología como un estorbo, en lugar de una oportunidad para seguir escuchando».

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