Tiene dos años y ha sido congelada para resucitar

Criogenesis.

Justo en el instante en que la pequeña Matheryn falleció, los médicos depositaron su diminuto cuerpo en una cama de hielo. Era el modo de asegurar que todos sus tejidos podrían ser perfectamente conservados.

Esta niña tailandesa de dos años murió el pasado enero a consecuencia de un tumor cerebral que se desarrolló cuando aún era un embrión. Hoy Matheryn se ha convertido en el ser humano más joven en ser criogenizado.

Sus padres, ambos médicos, tomaron la decisión después de que su hija fuera sometida a 12 operaciones de cirugía y más de 20 tratamientos de quimioterapia y radiación, y después de que entrara en estado de coma.

Su intención es clara: Matheryn esperará en una cámara fría hasta que la ciencia encuentre una cura para su cáncer. Entonces podrá ser resucitada. 

 

 

Los Naovaratpong han desembolsado más de 300.000 euros en la compañía estadounidense Alcor, la más importante del mundo en criopreservación, para que Matheryn tenga la posibilidad de «respirar otra vez». Es la paciente número 134.

El cuerpo y el cerebro de la niña han sido separados y descansan en nitrógeno líquido (-196 grados) en Arizona, sede central de Alcor.

Max More, el filósofo transhumanista que dirige esta empresa, admite que no es posible ofrecer garantías a sus padres: no se sabe cuándo podrán despertar a los casi 1.000 clientes que ya se han apuntado a sus listas, ni si podrán hacerlo.

A día de hoy, ningún ser humano ha resucitado después de la congelación.

 

Lo que hoy parece mortal, mañana puede ser reversible

 

Todo depende del avance de la ciencia en la regeneración de tejidos, que ha dejado obsoleta a la clonación en beneficio de la impresión 3D de órganos, la nanotecnología molecular.

Los Naovaratpong han invertido en bonos de esperanza científica. Si algo sale mal, las células del cerebro de su hija podrán servir para investigar su tipo de cáncer.

La ciencia de la inmortalidad

 

 

El deseo de vivir para siempre, o de resucitar en un futuro lejano después de la muerte física, acompañan al hombre desde hace siglos. Pero la ciencia criónica moderna tuvo un inicio preciso: 1962.

Ese año, el profesor de física Robert Ettinger, de la Universidad de Michigan, autofinanció la publicación del libro The Prospect of Inmortality, donde proponía que la congelación de personas recientemente fallecidas podía ser un modo de alcanzar futuras tecnologías médicas y hasta salvar vidas: «Lo que hoy parece mortal, mañana puede ser reversible».

 

¿Qué hará la pequeña Matheryn si es devuelta a la vida dentro de un siglo?

 

 

En paralelo, el científico Evan Cooper fundó en 1965 la Life Extension Society para promover la congelación de personas. Daba inicio la ciencia (y la industria millonaria) de la inmortalidad. 

Alcor está en activo desde los años 90: desde entonces, ni sus clientes ni sus ingresos han parado de crecer.

A su alrededor se ha desatado una auténtica carrera empresarial de la criónica: decenas de empresas han surgido para competir con Alcor, y la mayoría han desfallecido por el camino.

 

Original. 

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