Retos en la depresión y el suicidio

El suicidio es la principal causa de muerte evitable en las personas jóvenes; en el 90 por ciento de los casos detrás de un suicidio hay síntomas depresivos. Estos datos tienen una contundencia tal que nos obliga a no pasarlos por alto.

La depresión es la más común de las enfermedades mentales, y a nivel sanitario, la principal causa de discapacidad. Su mayor incidencia se produce entre los 15 y 45 años, y al ser una enfermedad con tendencia a la recurrencia, el riesgo de padecer depresión es mayor a partir de los 50 años. En total, se calcula que el número de personas que padece depresión supera los 300 millones. Más de 2,4 millones de personas sufren cada año en España este trastorno. La depresión es una enfermedad mental con repercusiones también físicas. El riesgo de tener una enfermedad cardiovascular es el doble en las personas con un trastorno depresivo.

Por otro lado las personas con patologías crónicas como enfermedades cardiovasculares, reumáticas o respiratorias, así como enfermedades oncológicas y dolor, tienen también el doble de riesgo de tener una enfermedad depresiva. La prevalencia de la depresión es mayor en mujeres que en hombres, y sin embargo los hombres tienen más riesgo de morir como consecuencia de padecer una depresión. Más de un 15% de la personas con depresión han pensado en quitarse la vida alguna vez.

El tratamiento de la depresión incluye psicoterapia y tratamiento antidepresivo. En los últimos 30 años hemos contado con fármacos eficaces y bien tolerados. Los últimos días de 2019 conocíamos que un nuevo fármaco con un novedoso mecanismo de acción glutamatérgico, la esketamina, había sido aprobado por la EMA para el tratamiento de la depresión resistente a dos antidepresivos. Una de las principales ventajas de la esketamina es su rapidez de acción.

La Atención Primaria desempeña un papel clave en el diagnóstico y detección de la depresión. Además de los fármacos, se han desarrollado tratamientos psicoterapéuticos manualizados, breves, como el Mastermind, cuya eficacia está respaldada por los datos. Sin duda, lo que mejor funciona es la combinación de tratamiento farmacológico y psicoterapia. Actualmente, la tasa de eficacia del tratamiento antidepresivo alcanza al 50-60 por ciento de los pacientes. El 40 por ciento que no responde representa a casos de alta complejidad a los que hay que dar respuesta especializada.

Retos planteados

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) el suicidio constituye claramente un grave problema de salud pública. Según sus últimos datos, alrededor de 800.000 personas fallecen por este motivo cada año, y es la segunda causa de defunción entre los 15 y los 29 años. En nuestro país las muertes por suicidio se sitúan en 3600 al año, el doble que las muertes por accidentes de tráfico. Aunque la OMS se propuso en su estrategia 2013-2020 disminuir las tasas de suicidio un 10% esto no se ha conseguido. Por eso, en el año que entra, esta disminución va a ser un objetivo prioritario.

Entre los retos que nos planteamos podemos enumerar los siguientes:

  • Abordar el riesgo suicida globalmente, animando al despliegue de las estrategias de prevención que ya existen, y apoyando el desarrollo de una estrategia nacional que llegue a todos los lugares del territorio español.
  • Conseguir que las personas con depresión pidan ayuda. Para ello debemos mejorar la información sobre lo que es una depresión y sobre la existencia de tratamientos psicológicos y farmacológicos eficaces. Una depresión no es solo un síntoma sino una enfermedad que afecta a la persona globalmente produciendo disfunciones cognitivas, alteraciones de la voluntad, de la motricidad, del sueño y apetito, de la capacidad para disfrutar y del estado de ánimo, así como desesperanza. El público general debe estar mejor informado sobre la depresión, sus consecuencias incluido el suicidio, y sobre la ayuda y tratamientos que se disponen para abordar la enfermedad.
  • Mejorar el abordaje precoz de la enfermedad depresiva con una detección de casos más rápida (no podemos olvidar que muchas personas con depresión tardan en acudir a tratamiento). Los hombres tienen más dificultades para pedir ayuda y para expresar emociones. También tienen un mayor riesgo de utilizar alcohol o drogas como forma de automedicación, entrando en un círculo autodestructivo que puede terminar en un mayor riesgo suicida. En este sentido padecer una depresión no es una debilidad, sino simplemente una enfermedad.
  • Evitar la cronicidad de la enfermedad, con una revisión frecuente de los casos en las primeras semanas de tratamiento, para asegurar la respuesta terapéutica. El reto es encontrar el mejor tratamiento de manera rápida posible para cada paciente.

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