La cromoterapia es una de esas técnicas naturales basadas en el efecto que el color produce en nuestro ánimo. Tan comprobados son estos efectos que, en la actualidad, el color se utiliza como terapia para curar padecimientos de origen psicológico.
El color se transforma en vibración
Como toda energía, es la vibración que produce la que posee efectos sanadores, estimula la secreción de hormonas reguladoras de la química cerebral y la reactivación energética del cuerpo.
Afecciones respiratoria, de origen nervioso y, provocado por alteraciones del ánimo, son tratadas con un alto porcentaje de éxito a través de la cromoterapia.
Aún en pañales, los tratamientos basados en cromoterapia se concentran en el análisis del estado general del paciente y sus colores favoritos, lo que sin duda ayuda a equilibrar nuevamente los campos electromagnéticos y la reactivación de nuestro Ki o energía vital. El instrumento que utiliza el terapeuta, denominado Rabdomancia, sirve para provocar vibraciones en distintas partes del cuerpo utilizando como epicentro la columna vertebral.
Los tratamientos de cromoterapia tienen habitualmente una duración de una semana en la que cada día se utiliza un color distinto con distinta intensidad.
La ropa, clave en los tratamientos
El terapeuta aportará al paciente las claves para determinar con qué colores debe vestirse así como los colores del ambiente donde vive y los alimentos que come.
Los científicos no dudan de los efectos del color sobre el estado de ánimo y la actitud con que enfrentan los problemas de la vida, psiquiatras y psicólogos utilizan en sus tratamientos el color como rasgo de la personalidad y como parte del tratamiento en casos de ansiedad, estrés y depresión. Incluso, se acostumbra -aunque ahora no tanto- pintar de verde las paredes de los hospitales pues ayuda a la relajación y sanación.
La cromoterapia armoniza, equilibra y relaja a través de los colores, sus vibraciones y la velocidad de sus ondas.
El poder de los colores llegó de la mano de las culturas orientales que descubrieron el efecto tangible de los colores en el equilibrio espiritual y mental y su, innegable, efecto sobre la salud física.
Colores astringentes como el rojo, naranja y amarillo reguladores de la circulación sanguínea, el funcionamiento hepático y el sistema respiratorio, ejercen psicológicamente una estimulción el espíritu aportando energía y buen ánimo.
Colores como el violeta, son responsables de la transmutación energética, transformando las angustias y miedos en energía pura y limpia que permiten enfrentar los problemas con actitud positiva, físicamente, las afecciones nerviosas como la epilepsia y la anemia nerviosa, disminuyen al reducirse los efectos de rabia y temor.
La vida sexual adquiere un punto óptimo a través del púrpura quien por su efecto vasodilatador reactiva la circulación sanguínea
renovando el sentimiento de vitalidad y disminuyendo la tristeza