¿El insomnio es genético?

Insomnio

El insomnio es un desorden que afecta a millones de personas alrededor del mundo. Como consecuencia, se genera una sensación de letargo y de malestar tanto físico como mental.

De acuerdo a la National Sleep Foundation, entre 30% y 40% de los adultos estadounidenses han presentado síntomas de insomnio

La Clínica de trastornos del sueño de la UNAM reportó, en 2017, que el 45% de la población mexicana presentaba una mala calidad de sueño.

Según el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, el insomnio es la alteración más frecuente y afecta a un tercio de la población del país.

Los síntomas del insomnio son diversos:

  • Dificultad para dormir.
  • Despertar durante la noche.
  • Sentir cansancio incluso después de dormir.
  • Fatiga y sueño durante el día.
  • Despertar antes de la hora deseada.
  • Irritabilidad, depresión o ansiedad.
  • Falta de concentración.
  • Incremento en errores, accidentes y mala coordinación.
  • Dolores de cabeza tensionales.
  • Síntomas gastrointestinales.
  • Dificultad para socializar.
  • Preocupación por el sueño.

Existen medicamentos para tratar este desorden; sin embargo, entender cuáles son sus causas puede ayudar a tener mejores tratamientos.

Por ejemplo, el jet lag es uno de los factores de riesgo; la edad, el uso de drogas ilegales, la menopausia y otros desórdenes mentales también pueden desencadenar el insomnio.

En general, se piensa que el insomnio en realidad es consecuencia de algún otro padecimiento; a pesar de ello, estudios recientes aseguran que los genes estarían implicados.

La más reciente investigación al respecto se publicó en la revista Nature. De acuerdo con los autores, el insomnio es un trastorno común relacionado con resultados médicos y psiquiátricos adversos a largo plazo.

Los expertos llevaron a cabo análisis de datos del UK Biobank e identificaron 57 lugares (o locus) donde se encuentran genes relacionados con síntomas de insomnio.

Los hallazgos apuntaron a una mayor expresión de 135 genes en: el cerebelo; la corteza frontal y la corteza cingulada anterior; en el hipotálamo, los ganglios basales, la amígdala, y el hipocampo; el músculo esquelético y glándulas suprarrenales.

Además, encontraron una asociación con la proteólisis mediada por ubiquitina; es decir, en el procedimiento que apunta a la destrucción de las proteínas dentro de las células.

En otras palabras, hallaron evidencia de factores genéticos compartidos entre los síntomas frecuentes de insomnio, el síndrome de piernas inquietas y el envejecimiento; así como con los rasgos cardiometabólicos, conductuales, psiquiátricos y reproductivos.

De igual forma, identificaron un posible vínculo causal entre los síntomas de insomnio y la enfermedad arterial coronaria, síntomas depresivos y bienestar subjetivo.

En 2015, se realizó un estudio similar en el Virginia Institute for Psychiatric and Behavioral Genetics. En él se estimaba que la heredabilidad del insomnio es de 59% aproximadamente en mujeres; y de 38% en hombres.

De acuerdo con la líder de aquel artículo, Mackenzie J. Lind —en declaraciones para Medical News Today—, este tipo de investigaciones se han publicado desde la década de 1960. El objetivo: es conocer cuáles genes se asocian al insomnio.

Existe evidencia de que los culpables obvios son los genes del ritmo circadiano y los neurotransmisores involucrados en la regulación del sueño.

Otras pruebas han utilizado enfoques distintos para identificar a los genes y sus regiones.

Hay ensayos de asociación de genoma que exploran grandes cantidades de código genético para ubicar los vínculos a rasgos muy particulares.

Gracias a ese tipo de exámenes, se han logrado identificar genes candidatos y regiones genéticas específicos para mujeres y otros para hombres.

Uno de los estudios más grandes sobre insomnio hasta la fecha incluyó a más de 1 millón de personas. Se analizaron sus datos y se encontraron 956 genes en 202 ubicaciones vinculadas al insomnio.

Algunos de esos genes se enriquecieron en áreas corticales y el cuerpo estriado del cerebro; en especial en las neuronas espinosas medianas, implicadas en el procesamiento de recompensas.

Asimismo, se hallaron enlaces a las neuronas piramidales en el claustrum; estas son importantes en el procesamiento de estímulos entrantes.

Por supuesto, los especialistas anotan que existen otros factores que podrían contribuir al riesgo de insomnio.

El estrés quizá es el más aceptado, aunque no se tiene evidencia clara de qué sucede en el cerebro si se relaciona con el insomnio.

Eso sí, existen evidencia que sugiere que el ambiente y entorno donde nos desenvolvemos cambia la forma de expresión de los genes en las células sin alterar el código genético.

Esos cambios, llamados epigenéticos, pueden transmitirse de padres a hijos; pero se piensa que son reversibles.

Por esos motivos, para los científicos, el el insomnio tiene un componente genético significativo. Al tratar de identificar las ubicaciones genéticas relacionadas con él, será posible crear terapias que disminuyan los riesgos de una persona para desarrollar insomnio.

 

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