El primer implante cerebral trata con éxito la depresión resistente en un paciente

La depresión es una de las enfermedades que más afectan a las personas de todo el mundo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, existen más de 300 millones de afectados, de los cuales, en más de 800,000 afecta a tal grado de convertirse en un problema que compromete su integridad emocional de una manera fatal.

Debido a esta situación, investigadores, neurólogos y psicólogos de todo el mundo, trabajan constantemente en la búsqueda de soluciones a esta problemática, que parece ser, cada vez es más frecuente en la población. Desafortunadamente, hasta un tercio de los afectados no responden o se vuelven “resistentes” al tratamiento convencional. 

Ahora, los científicos han desarrollado una nueva forma de enfrentar la depresión, y los resultados son muy prometedores. 

Desde su niñez, Sarah, una mujer de 36 años, ha padecido depresión severa y no responde a los tratamientos convencionales para combatir la enfermedad. “«Estaba muy deprimida, no me veía a mí misma continuando si esto fuera todo lo que pudiera hacer, si nunca pudiera ir más allá de esto, no era una vida que valiera la pena vivir», explica Sarah. 

Sarah trabaja en su jardín comunitario el sábado 25 de septiembre de 2021. Foto de John Lok

Por tal motivo, Sarah ingresó como voluntaria en una investigación realizada por neurocientíficos de la Universidad de California, en San Francisco. El objetivo del estudio era simple: buscar métodos de estimulación profunda en el encéfalo capaces de aliviar los síntomas de la depresión, a través de un dispositivo implantado en el cráneo.

La idea de un dispositivo capaz de aliviar los síntomas de la depresión no es algo nuevo. Desde hace ya un par de años, algunos investigadores han tratado de estimular ciertas regiones del cerebro, sin obtener resultados satisfactorios en el proceso, pero ahora, el equipo de la Universidad de California ha realizado un cambio significativo en este tipo de terapia.

A través de pruebas realizadas manualmente, los científicos pudieron rastrear la región cerebral donde aparecían marcadores asociados a la depresión. Después programaron un implante con un electrodo para estimular esa zona cuando el marcador se expresara y otro electrodo “conectado” al circuito de depresión en Sarah. 

«La eficacia de esta terapia demostró que no sólo identificamos el circuito cerebral y el biomarcador correctos, sino que pudimos replicarlo en una fase posterior completamente diferente del ensayo utilizando el dispositivo implantado», explicó en un comunicado la Dra. Katherine Scangos, psiquiatra de la Universidad de California y autora principal del estudio. «Este éxito en sí mismo es un avance increíble en nuestro conocimiento de la función cerebral que subyace a las enfermedades mentales», añade. 

El equipo se percató inmediatamente de la disminución de la depresión en Sarah, por lo que dudaron si en verdad la terapia sería exitosa. Afortunadamente hasta el momento parece ser que todo va de maravilla con Sarah, de acuerdo con la Dra. Scangos.

Si bien los autores festejan los increíbles resultados vistos en Sarah, el equipo es consciente de que su método no sea universal para atacar a la depresión en otros pacientes, por lo que comentan que posiblemente se requeriría de hacer pruebas personalizadas para cada persona antes de someterse al tratamiento. «Necesitamos observar cómo estos circuitos varían entre pacientes y repetir este trabajo varias veces. Y necesitamos ver si el biomarcador o circuito cerebral de un individuo cambia con el tiempo a medida que continúa el tratamiento», explicó Scangos.

Aún así, está claro el gran avance que aquí se observa para atacar a esta enfermedad, que se hace cada vez más frecuente en la población a nivel mundial. 

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