El mundo azul de Marilin Rivera, una artista con Síndrome Down

Marilin Rivera.

A Marilin Rivera le encanta pintar y no duda en reiterarlo. “¡Me encanta pintar, todos los días!”, expresa sin titubear desde su taller, un cuarto bañado de colores intensos que han tomado forma en las obras que acumula en el lugar –colgadas o sobre el suelo, en acrílico o óleo– y que ha pintado desde los 21 años cuando encontró su pasión.

El azul predomina en su obra artística, una en la que el amor y la alegría se posicionan como protagonistas de esta pintora con Síndrome de Down.

Además, la naturaleza es la reina de su obra: pájaros, peces, agua, caballos de mar y flores.

Pero más que pinturas, el color, las formas que crea y la textura se han convertido como en una puerta al mundo de esta joven de 28 años.

Su madre, Marilin Hernández, contó que la pintura llegó como un regalo inesperado, que tomó por sorpresa a su familia. “Es algo maravilloso”, expresó Hernández.

“Ya que ella no me ha dado pie en la música, baila pero no es su mayor entretenimiento, la puse dentro del taller (de la Fundación de Síndrome de Down) con el maestro Hubert Caño y desde un principio él percibió que ella tenía el don de seguir instrucciones, de aplicar todo; lo que él decía, ella lo hacía y empieza ella dentro del taller de Fundación (Puertorriqueña de Síndrome Down)”, contó Hernández.

A esos pininos, le siguieron las clases individuales que fueron formando su estilo, y hasta el sol de hoy, cuando la joven ya acumula exhibiciones individuales y colectivas.

El presente, sin embargo, contrasta con los primeros años que le siguieron al 4 de noviembre de 1986, cuando sus padres se enfrentaron al reto de criar a una persona con este trastorno genético, en el cual una persona tiene 47 cromosomas en lugar de 46.

EL MUNDO AZUL DE MARILIN RIVERA, UNA ARTISTA CON SÍNDROME DOWN

La pintora, de 28 años de edad, ha logrado exhibir y vender sus obras, en las que predomina el tema de la naturaleza.

“Fue como un poquito difícil… porque cuando ella nace hace 28 años atrás el niño Down se había encajonado tanto que cuando la doctora viene a mí a decirme su condición, me la describió de una forma: ‘Mamá, nunca espere que te llame por tu nombre, ella no te va a caminar…’”, recordó.

Al principio, el proceso que le siguió al descubriendo de que su cuarto retoño tenía esta condición, fue frustrante. Pero llegó la aceptación y las puertas se fueron abriendo, dijo. “Una vez ya tú sabes que ella tiene unas limitaciones, pues acéptalas y trata de buscar ayuda”, compartió. “Con estos nenes tú no puedes parar, tienes que seguir motivándolos, a que piensen, analicen”, agregó.

Sus padres decidieron seguir pa’ lante con la niña, y arrancó el maratón de terapias, reconociendo que su paso por cada uno de los retos en su desarrollo serían más lento de lo esperado para las personas de su edad.

El principal reto de Marilin ha sido la comunicación verbal, terapias que la entonces niña inició a destiempo porque para esa época no se daban a temprana edad; consecuentemente, la lectura, por ejemplo, nunca la dominó.

Adicional a ello, Marilin fue expuesta a  la música, el baile y los bolos, pero en ninguno de ellos manifestó el interés de continuar practicando luego de que se terminaba el periodo de aprendizaje. Fue la pintura la que logró robarse su corazón alegre.

“Lograr, en esta edad, que ella esté en este punto, pues es bien emocionante, porque tú dices: ‘Yo quisiera encontrar a aquella doctora y enseñarle quien es mi hija ahora”, apuntó.

El encuentro de Marilin con la pintura se convirtió una alegría para toda la familia. “Ha sido súper… Mamá se siente orgullosa, de que por el lado de uno (ella también pinta) haya podido lograr junto al maestro una química increíble”, mencionó.

El proceso creativo de Marilin surge durante conversaciones con su maestro de pintura, Hubert Caño, que culmina en cada una de sus obras, que se han presentado en su exhibición Mirada del Mar y  otras colectivas (Puerto Rico, España y Nueva York), además de vendido, como las diez que están en un bufete legal de derecho marítimo.

Desde entonces, cada mañana Marilin se levanta para pintar el canvas que es su vida con amor, alegría y, sobre todo, mucho color.

En Puerto Rico, la prevalencia de nacimientos con Síndrome de Down al nacer es de 14.42 por cada 10,000 nacimientos, según estadísticas del Sistema de Vigilancia y Prevención de Defectos Congénitos de Puerto Rico.

 

Original. 

 

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