Templanza

Este valor, considerado una de las virtudes teologales, se refiere a ser moderado en el comer y en el uso de los sentidos. En realidad, la templanza va mas allá de un simple asunto religioso; no se trata de llevar una vida ascética ni llena de restricciones, sino de ser conscientes de que los excesos no son buenos.

 

 

Hoy en día, vemos que en nuestra sociedad hay problemas graves como la obesidad, las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados, la drogadicción y el alcoholismo. Todos esos males son el producto de falta de moderación y de consciencia. En este sentido, la templanza nos invita a cuidar de nosotros mismos para mantener una armonía con los que nos rodean.

La templanza también se refiere a saber administrar nuestro tiempo. El exceso de trabajo a veces hace que las personas dediquen muy poco tiempo a sus hijos y, como sabemos, la falta de atención hacia esta causa que busquen maneras irracionales de hacerse notar.

 

 

Aprenda a cuidarse a usted mismo, no coma en exceso, en especial aquellas comidas que contienen altos niveles de carbohidratos y colesterol. Duerma las horas necesarias; dormir bien nos ayuda a ser eficientes en el trabajo y a ser mas saludables y longevos. Modere el consumo de alcohol, sabemos que en algunas reuniones es común comer o brindar con alguna bebida, pero recuerde como luce una persona ebria, haciendo el ridículo o, peor aun, cayendo en la adicción.

 

Tenga siempre en mente que su cuerpo es único, es como un templo sagrado y por eso hay que cuidarlo. Todo en la vida se puede disfrutar sin excesos, sin perjudicial su salud. Piense en las consecuencias del excesivo consumo de azúcar, de grasas y de bebidas alcohólicas. Recuerde  que el sida se propago por la promiscuidad y la falta de responsabilidad a la hora de tener relaciones sexuales. La templanza, inculcada en los niños, puede ser uno de los antídotos contra muchos males que hacen sufrir a nuestra sociedad.

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