Con el correr de los años, los avances conseguidos en el campo de la tecnología nos facilitan la vida en muchos aspectos del día a día, tantos que a veces no podemos imaginar cómo sería vivir sin ella en situaciones en donde la tecnología está presente. La salud no queda exenta a estos avances, y cada vez más patologías pueden ser curadas y detectadas a tiempo gracias a estudios y exámenes de distintos tipos.
En algunos casos, estos estudios pueden ayudar a detectar enfermedades o malformaciones en personas por nacer, como el caso del síndrome de Down, del que aun no se conocen con exactitud las causas que lo provocan, pero se da cuando existe la presencia de un tercer cromosoma 21, que altera la paridad existente en los 23 pares de cromosomas que forman una célula del ser humano. Muchas veces, con la noticia de síndrome en el hijo que está por venir, a algunos padres les señalan el aborto como una opción.
“Lamentablemente, en Argentina no existen estadísticas, ni datos oficiales de ningún tipo sobre la cantidad de personas que poseen el síndrome”, se lamenta el licenciado Pedro Crespi, director ejecutivo de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA). “Apenas contamos con los números que publicó el Indec en 2001, pero ahí las personas no están divididas por discapacidad”, agrega. Sin embargo, la disminución de aparición de casos de chicos que nacen con síndrome de Down seguramente se puede asociar a los estudios prenatales de detección.
“En países como España, donde el aborto por estos casos es legal, se dio una notable baja en el número de nacimientos de chicos con el síndrome. Hace diez años, nacía un caso cada 670 chicos, pero en la actualidad la cifra cambió, y hay un solo caso cada 1.200 nacimientos”, señala Crespi.
Un estudio realizado en la comunidad autónoma de Asturias por la asociación “Down España” publicado en 2009, que abarcaba el período 1990-2004, arrojó cifras esclarecedoras. Aunque el estudio demostró un crecimiento de la prevalencia de la trisomía 21 (de 13 casos por cada 10 mil nacidos en 1990, a 29,2 casos por cada 10 mil en el año 2004), también marcaba un claro descenso en el número de niños nacidos con el síndrome. En el período estudiado, que comprendía 14 años, se dieron 210 casos. De ellos, 89 no llegaron a nacer debido al aborto inducido, y 119 fueron embarazos normales. Pero cuando intervenía un estudio prenatal, las cifras variaban: en los casos de estudios que arrojaban resultado positivo, la proporción de aborto inducido fue de un 95,7 por ciento (89 abortos de un total de 93 casos diagnosticados antes de la semana 22 de gestación).
Para Crespi, la sociedad superó todo tipo de prejuicio existente en otras épocas, y ya no se esconden los casos de síndrome de Down, y se aceptan a las personas nacidas. Pero la aceptación cambia cuando se trata de personas por nacer. “Los médicos no están preparados para dar diagnósticos difíciles, por lo tanto, suelen resaltar solamente los aspectos negativos que pueden existir en tener un hijo con síndrome de Down, en lugar de pintar un panorama más completo, y esto decepciona a los padres, que pueden llegar a elegir la opción del aborto”, detalla.
A pesar de ser una práctica ilegal en la Argentina, es sabido que el aborto se practica de diversas formas en el país. Desde clínicas o consultorios médicos donde se cuenta con la tecnología necesaria para que la madre no corra ningún tipo de riesgo, hasta variantes mucho más precarias, el aborto es una opción a la se tiene acceso. Recientemente, el médico Germán Pablo Cardoso (implicado y luego sobreseído en una causa judicial por el tema) reconoció estas prácticas. En conversación con Clarín admitió que “Abortos se hacen desde en clínicas privadas hasta en pequeños consultorios. Pero en la sociedad actual está muy mal visto, tanto el profesional que lo realiza como la persona que se lo practica. Aunque se lo despenalizara, todavía duraría en la sociedad el prejuicio hacia el aborto, creo que sólo con el paso del tiempo puede llegar a cambiar esa visión”.
