El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional

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“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” es a la conclusión que llegó Buda después de años de meditación. Una gran verdad desconocida a la que tendríamos que prestar más atención.

No podemos escapar de ciertas cosas que nos harán daño, pero sí podemos escoger cómo estas nos afectan.

Es difícil, porque a nadie le gusta el dolor. No obstante, tan solo tenemos que evitar algunas actitudes que no nos benefician.

Pensemos, por ejemplo, que has sufrido una caída y te has hecho una herida en la rodilla. Puedes elegir levantarte, curarte la herida, vendarla y cuidarla para que sane lo antes posible.

Sin embargo, también tienes otra opción. Llorar, quejarte, culpar a una piedra, sentir que la suerte no está de tu parte…

Lamentablemente, muchas más veces de las que pensamos elegimos esta segunda actitud para diversos acontecimientos que nos ocurren.

Los beneficios del sufrimiento

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Si tendemos a elegir el sufrimiento cuando, en realidad, podríamos desecharlo, es porque obtenemos algo a cambio.

Por eso, abordaremos algunos de los beneficios que tiene el sufrimiento y que lo hacen apto para que lo escojamos siempre que tenemos la oportunidad de hacerlo.

¿Por qué a mí?

Esta actitud de pensar que no te tiene que pasar nada malo porque has actuado bien y que la suerte debería estar de tu parte es una manera de rechazar esa situación que te está provocando dolor.

Las adversidades no eligen a quien atacar, simplemente, ocurren. Es parte de la vida, solo que lo negativo no es algo que nos guste experimentar.

El hecho de no aceptar la situación que te causa dolor evita que te hagas responsable de la misma y que no le pongas solución.

Te sientes una víctima, te quejas, pero, ante todo esto, no haces nada.

¡Cómo me duele! ¡Ay, qué desgraciado soy!

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Otro de los beneficios del sufrimiento es el de llamar la atención de las personas que están a nuestro alrededor.

Sin duda, es una gran herramienta para aquellos que necesitan que los demás estén ahí, que les atiendan y les mimen, que les hagan sentirse especiales.

Quejarse de manera exagerada sin intentar ponerle fin a la situación que te hace daño, te servirá para atraer a los demás hacia ti y sentirte el centro de todo.

¡Que alguien me saque de aquí!

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El último de los caminos del sufrimiento te lleva a atraer a alguien que te ayude a salir de ese pozo en el que te ves sumergido.

Tú no lo vas a hacer por ti mismo. Esperas a que llegue la persona adecuada que lo haga por ti, que saque por ti las castañas del fuego.

Dejas una responsabilidad que es solo tuya en manos de otros.

Quizás porque quieres sentirte acompañado o porque tienes miedo y te sientes incapaz de enfrentarte solo a algo para lo que no estás preparado.

Sufrir es más fácil que actuar

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La verdad es que el sufrimiento nos resulta mucho más cómodo que hacer algo al respecto. Es como esa zona de confort donde estamos tan a gusto, pero también estancados.

A pesar de que puedas llamar la atención de los demás, de dejar que otros libren las batallas por ti o eludir la responsabilidad que crees no tener, el sufrimiento tiene sus consecuencias.

Llevarlo demasiado tiempo sobre las espaldas puede ocasionarnos un dolor mayor que se traducirá en amargura, tristeza, inconformismo…

Da igual si has pasado por una relación de pareja desastrosa, si un ser querido ha fallecido o si las cosas, por más que lo intentas, no van bien.

Persistir, intentar una y otra vez hasta la saciedad; no dejarse vencer, caerse y levantarse las veces que haga falta… Esto es lo que te hará fuerte, resistente y lo que te ayudará a crecer.

Si te anclas en el sufrimiento jamás evolucionarás. ¿Qué ocurrirá cuando no haya nadie a quien llamarle la atención con tus lamentos? ¿Qué pasará en el momento en el que ninguna persona quiera hacerse cargo de lo que te compete solo a ti resolver?

Entonces, te sentirás perdido, solo y abandonado. Por eso, no importa lo que te pase. Tienes la fuerza suficiente para superarlo y seguir adelante, aunque ahora todo esto te parezca descabellado.

Las emociones te ciegan haciéndote creer que no podrás salir de esta. Sin embargo, sí puedes. Aunque para lograrlo tienes que aceptar el dolor y apartarte del tentador sufrimiento.

 

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