Cae siete veces, levántate ocho

Mujer pensativa.

Suele ser complicado levantarse tras una caída. Nos duele el cuerpo, nos hemos herido y puede que no encontremos puntos de apoyo para volver a ponernos en pie. Sin embargo, a pesar del dolor, merece la pena resurgir.

Si hoy eres fuerte es porque algún día fuiste débil y lo superaste. Es algo de lo que hay que estar orgulloso, porque cuando algo se complica asumimos con ello una gran cantidad de aprendizajes.

La historia de las dos ranas, un ejemplo de resistencia

Una vez, dos ranas que cayeron en un recipiente de crema y sintieron que se hundían. Era complicado nadar o flotar mucho tiempo en aquella masa espesa como arenas movedizas.

Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente y solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar. Una de ellas dijo en voz alta:

–No puedo más. Es imposible salir y, ya que voy a morir, no veo para que prolongar este dolor. No tiene sentido morir agotada por un esfuerzo estéril.

Y dicho esto, dejo de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco. La otra rana, más resistente o quizás más tozuda, se dijo:

ranas recipiente

–Es muy difícil avanzar en esta cosa, pero seguiré intentando a ver si encuentro el camino adecuado. No me daré por vencida, lucharé hasta mi último aliento, todo el tiempo que sea necesario y que pueda soportar.

Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. Horas y horas. Y, de pronto, de tanto patalear y agitar, agitar y patalear… La crema se transformó en manteca.

La rana sorprendida dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente; desde allí, se fue croando alegremente de regreso a casa.

¿Cuál es la enseñanza que debemos extraer de esta historia?

Nunca debemos rendirnos. Siempre hay una posibilidad de salir a floteaunque nos parezca descabellada o no la contemplemos. De hecho, las situaciones adversas suelen sorprendernos por su capacidad para hacernos mirar la situación desde diferentes perspectivas.

Créate un lema: persiste, insiste y resiste. A pesar de los bandazos y del viento en contra, después de la tormenta siempre llega la calma.

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Acepta la vida con sus más y sus menos

El objetivo nunca es llegar a la cima de la montaña, sino poder pararnos en cada tramo y contemplar lo que cada paisaje nos tiene que contar. Precisamente sufrimos porque nos queremos levantar de inmediato cuando nos caemos.

Esto es una locura. Necesitamos adaptarnos y asimilar el golpe.

¿No es natural estar triste si nuestra pareja nos abandona, si perdemos el trabajo o si un ser querido enferma? Aceptemos que es parte del proceso y que tenemos que darle tiempo a las emociones negativas para que hagan su labor.

Recuerda que hacer esto no significa resignarse, pero el hecho de pelear contra una situación que no puedes cambiar solo te causa dolor. Resiste tejiendo tu valor y transformándote poco a poco.

blancanieves

No te rindas, aunque frío queme, aunque el miedo muerda…

No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.

 No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor, no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero, porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto. Recuperar la risa, ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.

(…)

Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti.

Este es el poema de la resiliencia por excelencia. Siempre hay una manera de abrir la puerta aunque no dispongamos de la llave. Podemos seguir caminando a pesar de que hayamos perdido los zapatos y nos sangren los pies.

La adversidad tiene el don de despertarnos, de impulsarnos a pesar de que nos duelan las rodillas por la caída. No hay que olvidar esto: rendirse nunca debe ser una opción real, aunque pase por nuestra mente cientos de veces.

Nos lleva años coser unas alas a nuestra espalda, por eso no es fácil que se desprendan. Podemos olvidarnos de batirlas y de volar alto, pero ellas siempre estarán dispuestas a iniciar el vuelo.

Me gusta el verbo “resistir”. Resistir a lo que nos aprisiona, a los prejuicios, a los juicios precipitados, a las ganas de juzgar, a todo lo que es malvado en nosotros y que solo quiere expresarse, a las ganas de abandonar, a la necesidad de quejarse, a la necesidad de hablar de uno mismo en detrimento del otro, a las modas, a las ambiciones malsanas, al desconcierto ambiente. Resistir, y… sonreír.
EMMA DANCOURT

 

 

Original.

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