Un joven con parálisis cerebral se queja de no poder ir al cine porque no es accesible

Cine

Francisco tiene 17 años y, como plan para un sábado por la noche, decide ir al cine. Quiere ver Un monstruo viene a verme, la última de Juan Antonio Bayona, y acude con su madre. Pero hay un problema. Tiene que verla en la fila cero, no tiene más opciones. Francisco Romero, Paco para los amigos, tiene parálisis cerebral y padece epilepsia, por lo que se desplaza en silla de ruedas. Para personas con movilidad reducida, el cine sólo tiene una opción: colocarlo en la fila cero, por lo que estar tan cerca de la enorme pantalla le impide disfrutar de la película con normalidad.

“No incumplen nada, porque es lo que dice la ley, pero te tienes que salir del cine, porque a mi hijo le puede provocar ataques epilépticos”, cuenta Mercedes García, madre de Paco, que se queja de que Cines Yelmo, la única sala que queda en Jerez, no está adaptado para personas con movilidad reducida. “Tienes que estar moviendo la cabeza y el sonido es espantoso”, relata la madre del joven, que cuenta que interpusieron una reclamación, de la que aún no tiene respuesta.

De los trabajadores del cine no tiene ninguna queja. “Ellos no tienen culpa, nos atendieron estupendamente”, dice Mercedes. “Lo que me indigna —añade— es que a cualquier trabajador que abra una empresa le exigen que cumpla normas de movilidad y hasta que no esté todo listo no abre el local; aquí debería venir el inspector de turno y probar si el cine es apto para las personas con movilidad reducida”.

Mercedes ha canalizado su indignación, también, a través de una recogida de firmas en la plataforma change.org, que va a buen ritmo, y en la que dice que “no hay derecho” a que su hijo no pueda ver una película. “Cumplen con la ley, salvan la multa, pero se ríen de todas las personas con movilidad reducida”, señala. La única opción que tiene Paco de sentarse en otra zona del cine es que lo suban en brazos hasta una fila superior. La última vez que lo hizo fueron dos personas que estaban viendo la misma película las que lo ayudaron a bajar, ya que él solo no puede.

“Invito al que le ha dado visto bueno a esto que vaya y se siente ahí”, dice la madre. “Paco no puede ir al cine porque los arquitectos luchan por la arquitectura del dinero y del prestigio; mientras tanto, ¿dónde están las personas qué es lo que verdaderamente debería importarle a un arquitecto?”, recoge la petición. La ausencia de una norma a nivel estatal que regule esta situación hace que las personas con movilidad reducida tengan que lidiar con cada cine y sus circunstancias particulares.

Un caso similar al de Francisco es el del joven vitoriano Cristian López, que también inició hace unos meses una campaña de firmas para pedir que los cines se adapten a personas con movilidad reducida. A Cristian, fuentes de Yelmo, en declaraciones a gasteizhoy.com, le aseguraron que la empresa se ciñe a la normativa vigente, aunque el joven reclama: “Se trata de hacer justicia social y atender a las demandas de un colectivo en inferioridad de condiciones”. Es a partir de 2017 cuando, en teoría, se obligará por Real Decreto a que todos los edificios construidos sean accesibles. A Paco y Cristian no les queda otra que esperar.

 

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