Ramiro cuenta su lucha contra la esclerosis múltiple

Ramiro tenía una vida relativamente normal. Amante del fútbol y fanático de River, fue jugador de la liga local hasta no hace mucho tiempo.

Sin embargo, algo cambió su rutina a los 22 años, cuando le descubrieron que tenía esclerosis múltiple: «No pasaba en el día a día, pero sí cuando jugaba. Sabía que algo no estaba bien porque perdía fuerza, estabilidad y reacción al querer correr. Un día me desperté con una renguera en el pie derecho y no me dolía, pero como me habían operado de los ligamentos unos años antes pensé que se relacionaba, aunque después el neurólogo me dijo lo que era», le contó a El Tribuno.

Para la familia Casas fue una noticia devastadora. Ramiro se encontraba trabajando en La Veloz del Norte y es papá de Agostina. Si bien sus más cercanos lo apoyaron desde un primero momento, Ramiro se arrepiente de algunas cuestiones que podrían haber hecho que en la actualidad conserve un mejor estado de salud.

«Al principio no asumía lo grave que era la enfermedad y lo tomaba como algo simple, algo pasajero. Como todo joven seguía saliendo a la noche aunque mis padres trataban de cuidarme. Me arrepiento de no haber tomado conciencia desde un principio porque eso hubiera ayudado y hoy estaría mejor», admitió.

La esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica del Sistema Nervioso Central. Está presente en todo el mundo y es una de las enfermedades neurológicas más comunes entre la población de 20 a 30 años. Puede producir síntomas como fatiga, falta de equilibrio, dolor, alteraciones visuales y cognitivas, dificultades del habla, temblor, etcétera.

El curso de la EM no se puede pronosticar, es una enfermedad caprichosa que puede variar mucho de una persona a otra. No es contagiosa ni hereditaria ni mortal. Afecta a las personas al principio de su vida laboral, cuando están iniciando sus proyectos vitales, y se da con más frecuencia en mujeres que en hombres. No se conoce causa ni cura.

Importancia de los afectos

El «Chueco», como se lo conoce en el ambiente futbolero, cuenta que sin la contención de amigos y familiares todo sería mucho más difícil. «A esta enfermedad se la conoce como la de las mil caras. Un día me siento con todas las ganas y otros no. Lo peor de todo es que ha afectado mi sentido del humor para mal. Por eso es muy importante la ayuda de los que tenemos cerca, por ejemplo de mi mamá, que algunas veces me desquito y me equivoco. Pero sin ella no sé como haría para vivir al igual que mi papá y hermanas. También quiero destacar lo importante que es la mamá de mi hija aunque hoy no estemos juntos y agradecer a Mayra, la persona que hoy tengo al lado y me contiene en todo momento», dijo.

Ramiro admite que si bien no siente miedo de lo que pueda llegar a venir, la sensación más próxima es la de impotencia por no poder hacer las cosas que antes sí podía. «Lo que más extraño es jugar al fútbol. Voy siempre a la cancha con mis amigos a ver, pero no es lo mismo. Lo hago para no quedarme en casa», dijo el exjugador de Vialidad y Normal. Días atrás, la dirigencia del Normal Rosarino organizó un torneo infantil para darle fuerzas y acompañarlo en su lucha.

 

 

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