¿Qué es la Epilepsia?


La epilepsia es una alteración de la energía eléctrica a nivel del cerebro que se manifiesta mediante crisis convulsivas.

El cerebro está conformado por un conjunto de células nerviosas llamadas neuronas, que se comunican entre sí mediante pequeños impulsos eléctricos.

Las convulsiones ocurren como resultado de períodos breves de actividad eléctrica anormal e incontrolada en las neuronas, unidad básica del cerebro. Una neurona está integrada por un cuerpo celular, un tallo largo (axón) y pequeñas ramificaciones (dendritas). Son millones las células nerviosas dispuestas en capas en la corteza cerebral, cada una interconectada con muchas otras a través del axón y las dendritas.

Cuando la célula nerviosa se activa, libera una sustancia química llamada «neurotransmisor» que cruza el espacio entre las células y permite que el impulso eléctrico viaje desde el axón hacia las dendritas de la célula siguiente y así se propague el impulso eléctrico que activa o inhibe a la siguiente célula en conexión.

¿Cómo sucede una convulsión?
Normalmente los impulsos nerviosos pasan, en una progresión ordenada y controlada, de una neurona a otra. Una convulsión sucede cuando este orden se ve alterado y las células nerviosas empiezan a «disparar» señales indiscriminadamente. El grupo de células donde primero se realiza la descarga «sin control», recibe el nombre de foco convulsivo y puede ubicarse en cualquier área del cerebro. Este tipo de descarga provoca una reacción en cadena durante la cual se presenta una crisis o convulsión, que se caracteriza por una serie de movimientos incontrolados esporádicos. Las crisis pueden ser frecuentes o esporádicas, su duración también es variable: de pocos segundos hasta dos o tres minutos.

Existen diferentes tipos de crisis según la región del cerebro afectada. Si sólo una parte del cerebro presenta problema se producirá una crisis parcial simple o compleja, durante la cual la persona puede sentirse mareada, confundida, irritable, ver manchas, oír campanilleos, incluso halarse la ropa o mover brazos y piernas sin ningún motivo.

Durante la crisis se pierde el contacto con el entorno y al término de ésta no se recuerda lo ocurrido. De igual manera, la persona puede quedarse dormida o presentar dolor de cabeza.

Tipos de Crisis epilépticas

Crisis parciales
Conocidas también como motoras, estas crisis tienen lugar cuando la parte involucrada del cerebro controla un grupo específico de músculos y como resultado de ello algunas partes del cuerpo, como un brazo o la cabeza, se sacuden. A diferencia de las crisis parciales simples, las crisis parciales complejas se asocian a la pérdida de conciencia.

Por otra parte, la persona podría realizar movimientos sin ningún propósito, como frotarse las manos. A estos movimientos se les llama automatismos; otra manera de manifestarse es a través de cambios de conducta. Si el problema se ubica en el área del cerebro que controla las funciones vitales, el niño podría experimentar dolor de estómago, náuseas, cambios en la velocidad del pulso, aumento en la frecuencia de los latidos del corazón.

Crisis generalizadas
Llamadas también tónico-clónicas o complejas, se presentan cuando las neuronas de todo el cerebro presentan descargas eléctricas indiscriminadas. Una persona con este tipo de crisis pierde el conocimiento, todo su cuerpo se sacude y puede morderse la lengua o perder el control de esfínteres.

Al cabo de dos o tres minutos se detienen los movimientos convulsivos, y en muchos casos, después de un período de descanso la persona puede retomar sus actividades habituales.

Otro tipo de crisis generalizada es la ausencia, a veces tan corta que puede pasar desapercibida. En este caso los ojos se ponen en blanco durante unos segundos, como en un ensueño; cuando la crisis pasa, la persona retoma la actividad que estaba realizando.

Aunque no se presentan movimientos violentos en extremidades, la persona no está consciente y no puede responder a los estímulos ambientales. Si bien duran pocos segundos, pueden repetirse varias veces al día.

Síndromes epilépticos
Son crisis que pueden ser parciales o generalizadas y están relacionadas con el padecimiento de un síndrome específico como pueden ser: el de West y el Lennox-Gestaut.

Este tipo de crisis se presentan de acuerdo a la edad de la persona y tienen características especiales tanto neurológicas como en el estudio de encefalograma.

Otro tipo de crisis son las que se presentan únicamente bajo ciertas circunstancias.

Las crisis catameniales se presentan únicamente durante el período menstrual, en las mujeres con epilepsia y se deben a cambios hormonales que, en algunos casos, provocan una disminución de la concentración del antiepiléptico en el organismo de la mujer.

El Diagnóstico
La epilepsia se diagnostica a partir de una historia clínica detallada y completa que se apoya en diversos estudios médicos como son:

1. Exploración física y neurológica.

2. Examen de sangre y orina. Una vez iniciado el tratamiento deberán realizarse pruebas de sangre periódicas a fin de detectar la cantidad de medicamento (niveles séricos) en el organismo. Esto permite al doctor recetar la dosis necesaria para continuar con el control de las crisis. Es muy importante informar al médico sobre la frecuencia de las crisis, su duración y cómo ocurren, para que pueda, en un momento dado, modificar el tratamiento y las dosis de medicamento.

3. Electroencefalograma (EEG), para detectar alguna actividad anormal en el cerebro.

4. Tomografía Axial Computarizada (TAC), para conocer la integridad del tejido cerebral.

5. Resonancia Magnética, para identificar alteraciones en el cerebro (pequeñas o específicas).

Aunque no se requieren en todos los casos, estas pruebas pueden ser necesarias para completar la evaluación del médico. Ninguno de estos estudios provoca daño o dolor a la persona.

Su hijo y el tiempo
Así como el desarrollo de cada niño es distinto, su respuesta ante la epilepsia también varía. En algunos, las crisis disminuyen conforme crecen y llegan a desaparecer totalmente en la adolescencia; sin embargo, hay quienes presentan crisis a lo largo de su vida.

La duración o desarrollo de la condición no es predecible, pero las crisis son susceptibles de ser controladas si se sigue el tratamiento médico.

Los niños con epilepsia pueden participar en juegos, deportes y otras actividades propias de su edad, excepto aquellas que conllevan riesgo, que en realidad no son muchas. Por ejemplo, el tenis, beisbol, fútbol o natación son actividades más seguras que el buceo o el alpinismo.

Con un adecuado control de las crisis, la persona con epilepsia podrá desenvolverse en cualquier situación social o laboral. La mayoría de los niños con esta condición pueden disfrutar de una vida activa e independiente.

Su hijo y el medicamento
Es muy importante seguir al pie de la letra el tratamiento que el médico elegido ha determinado para su hijo.

Algunas formas de crisis epilépticas son curables, otras sólo se controlan; esto depende de la causa que las desencadena y del tipo de crisis que genera.

El control efectivo de las crisis del niño puede realizarse con un sólo medicamento o combinando varios. Sin embargo, el hecho de que las crisis disminuyan en frecuencia y severidad no significa que éstas hayan desaparecido.

Las medicinas deben ser tomadas con regularidad y de acuerdo con las especificaciones de su doctor, puesto que algunos antiepilépticos interactúan con otros y pueden provocar síntomas secundarios como hepatitis.

Nunca suspenda o aumente las medicinas de su hijo sin consultarlo antes con el médico.

Es importante que vigile que su hijo cumpla con los horarios de sus medicamentos hasta que él tenga la edad suficiente para responsabilizarse solo. Los antiepilépticos o anticonvulsivos actúan por acumulación en sangre, de ahí la importancia de tomarlos con regularidad. Suspenderlos repentinamente es igualmente peligroso, puede desencadenar un estado de mal epiléptico caracterizado por una serie de crisis seguidas cuyas consecuencias pueden ser graves.

Para lograr un mejor control médico, lleve un registro fechado del número, duración y características de cada una de las crisis del niño; sáquele copia y llévela consigo cuando visite al médico.

Su hijo y los otros
La ignorancia es siempre el peor enemigo; hay muchos mitos que acompañan a condiciones como la epilepsia. Por este motivo es importante INFORMAR; ello abolirá la discriminación en los salones de clase y en el trabajo, así como la sobreprotección innecesaria que sólo deriva en la pérdida de autoestima y depresión.

– Es importante dedicar tiempo para informar a las personas cercanas acerca de la condición de su hijo.
– Explique a su hijo y a todas las personas cercanas a él cuál es la función del medicamento y cómo debe tomarse.
– Es importante que su hijo lleve una o dos dosis extra del medicamento para cualquier emergencia.
– Hable con los maestros sobre la condición de su hijo. De ser necesario, concerte una cita entre su doctor y el maestro para dar respuesta a todas las dudas que éste último pueda tener.


Si alguien sufre una crisis epiléptica:


1. Mantenga la calma. Cuando la crisis ha iniciado no se puede detener. No luche con la persona ni trate de contener sus movimientos. En la mayoría de los casos el ataque dura 2 a 3 minutos.

2. Despeje el área alrededor. Retire los objetos cortantes, puntiagudos o duros con los que se pueda lastimar la persona durante la crisis. Coloque un objeto suave (una almohada o prenda de vestir doblada) debajo de su cabeza para que no se golpee.

3. No trate de colocar ningún objeto entre los dientes. Si la persona tiene la boca fuertemente cerrada no trate de abrírsela, podría lastimarla o sufrir una mordedura en sus dedos.

4. Voltee la cabeza de la persona hacia un lado y acuéstelo de costado.
Una vez terminada la crisis aflójele la ropas, así permitirá que la saliva u otro líquido de la boca fluya con facilidad.

5. No se alarme. Si la persona deja de respirar y se le ponen los labios morados, no se asuste, esto dura muy poco tiempo y no requiere maniobras de resucitación ni respiración boca a boca; volverá a respirar espontáneamente.

6. No se requiere intervención inmediata de un médico, excepto en los casos en que la convulsión dure más de 10 minutos, o cuando la persona pasa de una crisis a otra sin recuperar la conciencia.

7. Observe cuidadosamente las acciones y movimientos de la persona durante la crisis, a fin de que pueda describirlos detalladamente al médico.

8. Sea comprensivo y amigable con la persona cuando recobre la conciencia, pues puede sentirse apenado o asustado. Mantenga la serenidad y trate de tranquilizarlo.

9. No administre alimentos o bebidas hasta que la persona se haya recuperado por completo de la crisis.

10. Permítale descansar. Algunas personas presentan dolores de cabeza o musculares, náuseas o vómitos después de la crisis. Dormir o descansar ayuda a recuperarse.

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