¿Las células madre ofrecen un tratamiento para el síndrome de Down?

Una clínica en la India asegura que ha utilizado células madre para tratar el síndrome de Down en 14 personas. Jyoti Titus, gerente de la clínica Nutech Mediworld en Nueva Delhi, reclama que se trata de una terapia nunca antes vista en el tratamiento de este trastorno genético causado por la presencia de un cromosoma extra.

La naturaleza del mal, precisamente, no permite suponer de qué manera las células madres han interactuado con la genética de los pacientes para afectar su condición.

De hecho, John Rasko, especialista de la Sociedad Internacional de Terapia Celular, señala a NewScientist que su uso en este caso “no tiene sentido biológico y puede colocar a los bebés en un riesgo considerable por eventuales efectos secundarios».

Si bien muchos centros de salud a nivel mundial ofrecen terapias alternativas con células madre para diferentes dolencias, no hay mucha regulación al respecto aún.

Por otro lado, la mayoría de tratamientos convencionales del síndrome de Down se centran en la mejora de las capacidades del habla y conductuales.

No obstante, una patente tramitada hace diez años por el director médico de la clínica, Geeta Shroff, sugiere que las terapias de este tipo ofrecidas por Nutech Mediworld podrían beneficiar más de 70 tipos de condiciones, desde el síndrome de Down hasta la enfermedad de Alzheimer.

Aún más: un estudio publicado en 2016 en el Journal of Medical Cases por Shroff asegura gracias a las células madre un bebé con síndrome de Down desarrolló una mejor comprensión del habla, mejoró el tono muscular de sus extremidades y su capacidad de reconocer a sus familiares.

Si bien no hay estudios similares con los cuales comparar los resultados ni tampoco un factor que permita establecer una causalidad clara entre la terapia y la mejora, el director de la clínica asegura que —como no se administró otro tratamiento— los avances de los pacientes se debieron al tratamiento. Según Titus, por ejemplo, un niño de 3 años que participó en las pruebas «empezó a balbucear y gatear, y sus rasgos faciales sufrieron un cambio»: «Él continúa desarrollando habilidades acordes a su edad», dice Titus.

En su estudio, Shroff asegura que inyectó las células, desarrolladas a partir de un embrión donado, en la sangre, músculos de la espalda y debajo de la piel de los pacientes, y además se las aplicó como un spray nasal.

No obstante, otras voces cuestionan la rigurosidad del estudio «No hay manera obvia de decir que este tratamiento hubiera funcionado», dice Victor Tybulewicz del Instituto Francis Crick en Londres a New Scientist, arguyendo que para tener algún efecto, las células madre tendrían que ser inyectadas en el cerebro.

«El autor parece no tener idea de hacia dónde van las células, o lo que están haciendo», dice Elizabeth Fisher del University College London. «Es aún peor ahora sabemos que han tratado a 14 pacientes, no solo a uno».

Titus asegura que la forma en que desarrollaron las células inyectadas evitó la necesidad de administrar inmunosupresores a los receptores, para evitar que sean tomadas como organismos extraños y ajenos y sean, finalmente, rechazadas. Tybulewicz opina sobre ello que sin inmunosupresores la eliminación por parte del sistema inmunológico de las células madre es el resultado más probable.

 

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