«Tú eres lo que quieres llegar a ser»


«Usted va a llegar lejos, muy lejos, lástima que yo no lo voy a ver, pero desde el cielo lo estaré mirando…», esas palabras que diariamente le repetía a Carlos Kaiser su abuelo, se le grabaron con fuego en el corazón y desde niño quiso ser famoso, y lo está logrando.

Actualmente es uno de los panelistas del programa Mekano de Megavisión. Su espacio ha margado hasta 24 puntos de rating y después de 6 meses de trabajo en el medio televisivo, se siente uno más del equipo, con muchas ganas y energías para potenciar su carrera.

Su historia es una invitación permanente a la superación. Su testimonio manifiesta permanentemente que con esfuerzo, voluntad y tesón se pueden lograr las cosas más increíbles. Asimismo, demuestra que la posibilidad de soñar y de alcanzar esos sueños, no es algo vedado para las personas con discapacidad.

«Para mí la diferencia siempre fue la normalidad: hay personas que son negras, otras blancas, unas con los ojos azules, otras café y esto no las hace ni mejores ni peores; sino que distintas, por lo tanto nunca he enfocado mi discapacidad como un problema personal», señala Carlos Kaiser, un joven que carece de sus extremidades superiores e inferiores.

Nación hace 27 años en el seno de una familia – como él mismo señala- súper bien constituida, con unos papás que le dieron un cariño incondicional y con una hermana, con la cual recuerda haberse trenzado en las más terribles peleas y haber compartido momentos de gran cariño y amistad, en una relación fraterna.

«Fui criado como un niño normal, mis papás no se hacían rollos por mi apariencia, me sacaban a todas partes. Recuerdo que me encantaba ir al Parque Forestal, pero la gente me miraba con una morbosidad que me hacía sufrir. Muchas veces me sentí como atrapado en esa escena de la película El Hombre Elefante, en la que hordas de gente lo persiguen con sus miradas burlescas, en una calle estrecha».

Para Carlos, la Teletón produjo un fenómeno positivo en la sociedad, al sacar a la luz el tema de la discapacidad, al sensibilizar y dar a entender que los discapacitados, antes que ser discapacitados, son personas. Esto le ayudó a reafirmar un camino que había decidido emprender desde que era niño: trabajar sobre sus fortalezas para complementar sus debilidades.

«Mis padres fueron visionarios, ellos nunca sintieron compasión, me daban mucho cariño, pero eso no significaba tener un favoritismo frente a mi hermana o no tener responsabilidades. Yo fui educado como cualquier niño de mi edad. Por eso mismo, ellos nunca desistieron de la idea de ponerme en un colegio normal, lo que significó que nos tuvimos que mudar a Peñaflor, porque no me aceptaron en ningún colegio en Santiago».

Los recuerdos de su vida escolar son bastante gratos. Carlos no sintió la ofensa de los demás niños y se insertó muy bien en el medio escolar.

«Tuve siempre mucha destreza física, por lo tanto prácticamente podía jugar a lo mismo que cualquier niño de mi edad, no me hacía problemas y aunque obviamente no estaba feliz con mi condición física, los cuestionamientos no eran tan profundos, sólo penas pasajeras. Yo diría que esto duró hasta el despertar de la sexualidad».

Carlos, en esa época de preadolescente, hizo un gran trabajo por autoaceptarse. «No sabía que necesitaba ayuda psicológica, así es que como no la tuve, me las arreglé y lo hice como pude. De esta manera, generé una serie de compensaciones: como no tenía manos, me empeñé en ser un dibujante excelente; como no tenía piernas, quise ser un deportista y desarrollar todas mis habilidades físicas. De esta forma, fui compensando una serie de carencias que de alguna manera me mostraron que lo que me faltaba no era tan importante como lo que tenía.»

A pesar de que en esa época tuvo un par de pololas, le costaba reconocer el atractivo que hoy confiesa tener. «Mi mamá siempre me decía: Las mujeres inteligentes quieren a su lado hombres inteligentes, por lo tanto, a ti te van a querer mucho, pero este proceso natural de no aceptarse, de mirarse al espejo y encontrarse miles de defectos, se hace aún más complejo para un discapacitado».

«Claro que me gustaría tener brazos y piernas, es lógico que me carga ser discapacitado, me encantaría ser normal, pero no me ando martirizando a cada rato con esos pensamientos y centro mis energías en buscar una claridad, un propósito y un sentido de vida. No lo niego, a veces tengo crisis, las he tenido muy fuertes, han sido períodos en los que me he enrabiado, en los que no quiero levantarme de la cama, donde el pesimismo y la impotencia se apoderan absolutamente de mi, pero he salido de todas y cada vez se hacen más cortas y espaciadas».

Uno de los fuertes remezones en su vida lo tuvo, cuando en cuarto año de la carrera de traducción e intérprete alemán e inglés, se levantó una mañana con la intención de abandonarlo todo. «Estuve como en una especia de año sabático, tratando de entender miles de interrogantes, hasta que, con la ayuda de un profesional, pude despejar muchas dudas, volver a mi carrera y en definitiva retomar mi vida».

Actualmente, su participación en el programa «Mekano» lo ha conectado con un sueño personal. «Llegué a la televisión en forma casual, lo hice pidiendo apoyo para que me ayudaran – a través de una campaña pública – a recuperar mis piernas ortopédicas que se me habían destruido. No sé cómo me contaron que estaban interesados en crear un espacio que fuera conducido por un discapacitado y allí entré yo. Ahora me siento muy relajado, mis compañeros de trabajo me han mirado siempre como una persona, no como un discapacitado y eso me hace estar muy cómodo y a gusto con lo que hago. Siento que me exigen lo mismo que a los otros y eso me parece justo y bien, porque nosotros no necesitamos compasión, sino oportunidades. Por eso, estoy muy orgulloso de ser parte de este equipo de gente súper valiosa».

Además de su participación en televisión y su trabajo como traductor e intérprete, en la actualidad está abocado a llevar adelante una campaña masiva, dirigida a las personas con discapacidad, con el fin de cambiar la imagen que la sociedad tiene de ellas.

Carlos nunca se queda corto en sus sueños y espera también formar una familia en un par de años más y seguir trabajando por la integración.

«Quisiera que las personas con discapacidad se atrevan a vivir, porque lo que ellos sienten sobre si mismos es lo que transmitirán a la gente. La imagen muchas veces trasciende a lo físico, en mi caso creo que proyecto calidez, cercanía y empatía y eso me hace ser atractivo para las cámaras y las personas».

Entrevista con Carlos Kaiser, actual panelista del programa
Mekano de Megavisión (Chile).


Fuente: Atrévete, Publicación del FONADIS (Chile), enero 2002Nota: Actualmente (año 2007), Carlos Kaiser es el Secretario Ejecutivo de FONADIS (Chile)

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