Sophie Wade nació hace 9 años, y antes de lo previsto, junto a su hermano gemelo Calum. Ambos debieron pasar varias semanas en terapia intensiva, pero Sophie tuvo un importante daño cerebral mientras estaba en el útero materno. Esto no la dejó movilizarse con autonomía.
Pero, sin saberlo, sus padres cambiarían por completo la situación. A sus dos años, le regalaron un pony que tiempo después sería fundamental para lograr una mejora en su estado de salud. Roxie, como llamó la pequeña a su nueva y fiel compañera la acompañó en sus primeros movimientos y hasta participó con ella en varias competiciones.
Un año atrás, Roxie debió ser operada para poder moverse con normalidad, ya que tenía un prolema en su ligamento izquierdo. Y la especialista a cargo, Dawn Rothwell, sugirió la utilización de un dispositivo llamado Alpha-Stim, pero no solo para el pony, sino también para Sophie.
Los padres acataron la recomendación y, dos veces por día, posicionaban el aparato -que funciona por medio de una corriente eléctrica que atraviesa el cuerpo y estimula al flujo sanguíneo- en las piernas de su hija. La idea era estimular ondas cerebrales y estabilizar el sistema nervioso central.
El plan funcionó a la perfección y, de hecho, superó las expectativas. Tras algunas semanas, las piernas de Sophie se empezaron a soltar y la opresión de sus muslos se redujo en un 40%. Y a pesar de que aún lo hace con cierta dificultad, logra caminar algunos metros.
“No esperaba un milagro, pero Sophie estuvo usando la máquina durante un año y la ayudó a mantener sus músculos más sueltos”, dijo su madre Gina a medios británicos. Además agregó que ahora su hija, más allá de que tarda y termina cansada, «es lo suficientemente fuerte» como para dar un paseo.
