¿Si una persona tiene alguna discapacidad física deja de tener sexualidad?

 

 

¿Si una persona tiene alguna discapacidad física deja de tener sexualidad? Por supuesto que no, aunque a veces creemos que aquellas personas que tienen parálisis cerebral, paraplejia, hemiplejia, ceguera o padecimientos similares, no se interesan por la actividad sexual. El hecho de que uno tenga dificultades en ciertas áreas no implica que no tiene intereses y necesidades sexuales.

Muchas veces pensamos esto basados en la idea de que para amar y ser atractivo para otra persona hay que ser joven y “bello”, además de cumplir con ciertas exigencias sociales. Al mismo tiempo, hay una serie de mitos que refuerzan esta creencia. Solemos pensar que las personas con discapacidad son asexuales; que su incapacidad física tiene implícita una incapacidad sexual y que son personas completamente dependientes, que necesitan protección, por lo que son como niños eternos.

Pero hay un mito que se aplica a la sexualidad de cualquier persona que creo que es el que más peso tiene, y es pensar que para que la sexualidad sea plena, tiene que haber relaciones sexuales que lleven al orgasmo. Y entonces nos enfocamos en eso, menospreciando otros tipos de manifestaciones de afecto y caricias sexuales que son satisfactorias en sí mismas. El simple contacto físico, los besos, las caricias, la cercanía, la ternura y la intimidad pueden ser mucho más importantes que el orgasmo en sí mismo y centrarnos en él nos impide disfrutarlos.

Entonces, cuando pensamos en una persona paralítica que no tiene sensibilidad de la cintura para abajo (a aún desde más arriba), suponemos que sus genitales tampoco tienen sensibilidad y por lo tanto no hay respuesta sexual ni capacidad de gozar de la sexualidad. Preguntar sobre esto podría darnos un poco de pena, por lo que nos quedamos con la idea que la lógica nos da. Si una persona paralítica no siente de la cintura para abajo y la sexualidad se centra en los genitales, entonces la persona no tiene sexualidad. Y el problema es que las premisas son falsas y cada caso tiene sus sutilezas.

Cuando uno pierde la vista y el oído, suele desarrollar los demás sentidos de una manera mucho más aguda que el resto de la gente. Y así también, cuando uno pierde la sensibilidad de ciertas zonas, hay otras que se vuelven mucho más sensibles al tacto y que producen otro tipo de reacciones. Digamos que se transforman en zonas erógenas.

La principal zona erógena es la piel y el principal órgano sexual es el cerebro, así que mientras tengamos zonas de la piel sensibles y/o nuestro cerebro reciba estímulos (visuales, auditivos, táctiles, olfativos o producto de la imaginación) podemos seguir teniendo sensaciones y reacciones sexuales.
Pero lo más importante es que todos ellos necesitan contacto físico, afecto y aceptación y son capaces de amar y ser amados así como de dar y recibir placer sexual.

¿Sabía usted que…

En las últimas décadas, la palabra sexualidad se emplea cada vez con mayor frecuencia en las escuelas, libros, películas, videos, iglesias y familias? Ante esta circunstancia, los padres tienen una tarea más comprometida respecto a la educación de los hijos.

A los padres y madres de familia, les es indispensable ser abiertos, comunicativos y respetuosos a fin de ayudar a sus hijos a entender mejor su sexualidad; si por alguna razón no se ha hablado con ellos, será mejor hacerlo cuando antes, «más vale ahora que tarde…», esto quiere decir que los padres y las madres desempeñan un papel decisivo en la formación de los hijos; si por alguna razón no han hablado de temas como cambios y cuidados del cuerpo, la menstruación, el embarazo, enfermedades de transmisión sexual, métodos de planificación familiar, SIDA, etc., es conveniente platicar en familia de ellos en un ámbiente no tan formal que pareciera una conferencia, sino una conversación amena con la información apropiada, también es recomendable mostrar una actitud de escucha y de respeto sobre lo que se dice, ya que a veces alguno de los hijos cuenta algo sobre su cuerpo, sus temores o sus dudas respecto a una relación sexual, enfermedad o simplemente algo relacionado con la sexualidad de él o la de un amigo, y esperan aunque no lo digan, que podamos los adultos ofrecer ayuda, quizá un consejo o una opinión, nunca un regaño, burla o una actitud de desinterés y falta de respeto.

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