Pérdida de audición y sordera

¿Qué es? El mecanismo que permite la audición es muy complejo y cualquier alteración en alguna de sus etapas puede acarrear una disminución de la capacidad auditiva. Los sonidos son captados por el pabellón auricular, que los transmite y amplifica […]

¿Qué es?

El mecanismo que permite la audición es muy complejo y cualquier alteración en alguna de sus etapas puede acarrear una disminución de la capacidad auditiva. Los sonidos son captados por el pabellón auricular, que los transmite y amplifica a través del conducto auditivo externo, y hacen vibrar la membrana timpánica. Esta vibración se transmite  los huesecillos del oído medio (martillo, yunque y estribo), que a su vez la transmiten a través de la ventana oval a la cóclea, el laberinto anterior, donde el sonido se propaga a través de un líquido y estimula los cilios del órgano de Corti, la estructura en la cual la vibración se transforma en un estímulo nervioso. Este impulso nervioso se transmite mediante las fibras auditivas al ganglio espiral, de donde surge el nervio auditivo que va al tronco cerebral y de ahí el estímulo prosigue hasta la corteza cerebral, donde se interpreta el estímulo nervioso.

Cualquier alteración en esta cadena de transmisión pude producir un déficit auditivo, sea éste adquirido o congénito.

¿Cómo se produce?

Dentro de las hipoacusias se debe diferenciar entre aquellas que son debidas una alteración de los mecanismos físicos de la transmisión del sonido, las llamadas de conducción, y las derivadas de alteraciones de la transmisión nerviosa, que se denominan neurosensoriales. Algunos tipos de sorderas pueden ser mixtos, con alteraciones tanto conductoras como neurosensoriales.

Las hipoacusias de transmisión pueden ser debidas a una obstrucción del conducto auditivo externo causada  por tapones de cera, tumores o cuerpos extraños. Las otitis medias, la perforación timpánica, alteraciones de la trompa de Eustaquio o lesiones por presión o por traumatismos pueden causar un cierto grado de hipoacusia.

La otoesclerosis es una alteración que afecta al hueso del laberinto óseo, donde se encuentra ubicada la cóclea. Más frecuente en mujeres y bilateral en un 80% de los casos, se produce una alteración del tejido óseo, que es substituido por hueso desorganizado. Afecta principalmente al estribo, a la zona de contacto de éste n la ventana oval, con lo cual la conducción del sonido se ve alterada.

Otra forma de hipoacusia de conducción es la timpanoesclerosis, en la cual la subumucosa del oído medio se degenera y se calcifica, con la cual las estructuras se vuelven más rígidas y la transmisión del sonido se ve dificultada. Suele ser debida a infecciones de repetición.

Las hipoacusias neurosensoriales son hereditarias en un 50% de los casos. Un 25% son adquiridas y hasta un 25% son de causa desconocida. Las adquiridas pueden ser debidas a infecciones transplacentarias, como toxoplasmosis, rubeola, sarampión, adenovirus, herpes, citomegalovirus o infecciones bacterianas, así como por incompatibilidades del grupo Rh, radiaciones o sustancias ototóxicas. En la edad adulta pueden ser debidas a infecciones, traumatismos, tumores malignos, alteraciones metabólicas o sustancias ototóxicas como los aminoglicósidos, algunos quimioterápicos, diuréticos del asa o algunos antipalúdicos.

De todos modos, una de las principales causas de hipoacusia neurosensorial adquirida en adultos es la presbiacusia, que afecta a un 25% de las personas mayores de 60 años. Las células ciliadas del órgano de Corti, las que captan las vibraciones sonoras y las transforman en un impulso nervioso, se lesionan, con lo cual las personas padecen una hipoacusia en general bilateral, especialmente en ambientes ruidosos.

Un traumatismo acústico, ya sea por la exposición aislada a un sonido intenso de más de 140 decibelios o por la exposición crónica sin protección a ruidos de más de 85 decibelios, también puede causar una hipoacusia neurosensorial.

Síntomas

El principal síntoma ante una alteración de la vía auditiva es la hipoacusia, que puede ser leve (pérdida inferior a 40 decibelios), moderada (entre 40 y 70 decibelios), severa (superior a 70 decibelios) o absoluta, lo que se denomina cofosis.

Se debe valorar si es unilateral o bilateral, si la aparición ha sido brusca o progresiva y si se asocia a otros síntomas, como otalgia, otorrea, acúfenos o alteraciones del equilibrio. Los pacientes afectos de otoesclerosis, a diferencia de los que padecen presbiacusia, refieren oír mejor en ambientes ruidosos, lo que se conoce como paracusia de Willis, y sin embargo oyen peor al masticar, fenómeno llamado paracusia de Weber.

Diagnóstico

El diagnóstico se basará inicialmente en un correcto interrogatorio del paciente, descartando exposición a sustancias ototóxicas, traumatismos acústicos o físicos recientes, infecciones auditivas o situaciones de descompresión (viajes en avión, buceo,…). La otoscopia suele ser normal a menos que haya una infección activa, obstrucción del conducto auditivo externo o perforación timpánica. En niños es esencial realizar un diagnóstico precoz, valorando si existen antecedentes familiares, infecciones durante el embarazo, malformaciones craneales, bajo paso al nacimiento, exposición a agentes ototóxicos o traumatismos. Se explorará en ellos los reflejos audiomotores, es decir, la movilidad de las extremidades ante un sonido fuerte y su capacidad para localizar la fuente del sonido.

La acumetría o exploración con diapasones valorar si la vía área o la vía ósea están afectadas en la transmisión del sonido.

La audiometría es una prueba que permite valorar cuantitativa y cualitativamente la percepción auditiva del paciente. Con ella se puede discernir si la hipoacusia es de transmisión, neurosensorial por alteración coclear o neurosensorial por alteración de las vías auditivas posteriores a la cóclea. En sus diferentes formas puede valorar el umbral mínimo de percepción auditiva, la existencia o ausencia de distorsión de la onda sonora y la capacidad de discriminación de sonidos verbales por parte del oyente.

La impedanciometría es una valoración de la resistencia que oponen la membrana timpánica y la cadena de huesecillos al paso del sonido. En caso de existir alteraciones de las estructuras del oído medio la impedanciometría se verá alterada. Existen dos tipos de pruebas de impedancia, la timpanometría, que permite medir la resistencia de las estructuras del oído medio al sonido, y el estudio del reflejo del estribo, que valora la capacidad de adaptación de la cadena de huesecillos ante un estímulo sonoro muy elevado.

Las otoemisiones acústicas son un registro a través del conducto auditivo externo de la activad nerviosa producida por la cóclea. Es un buen sistema para descartar alteraciones auditivas neurosensoriales en neonatos.

Los potenciales evocados auditivos del tronco cerebral son un registro mediante electrodos de la transmisión del impulso nervioso auditivo desde el nervio auditivo hasta el tronco. Permite valorar alteraciones neurosensoriales de las vías posteriores a la cóclea.

Tratamiento

El tratamiento debe ser el de la causa siempre que sea posible, especialmente en aquellas hipoacusias reversibles secundarias a obstrucciones por cuerpos extraños, tapones de cera, otitis o tumoraciones.

Con respecto a la hipoacusia por otoesclerosis es necesario realizar una intervención quirúrgica en la que se desarticula el estribo del yunque, se extrae y se substituye por una prótesis. En la timpanoesclerosis se puede plantear el tratamiento quirúrgico, pero los resultados no son muy halagüeños. En los casos de traumas por presión el tratamiento debe ser conservador, con analgésicos, antiinflamatorios no  esteroideos o corticoides.

En el caso de las hipoacusias neurosensoriales o de aquellas de transmisión que no se puedan solventar quirúrgicamente, el tratamiento debe ser precoz, potenciando los restos de capacidad auditiva que pueda tener el paciente. Las prótesis auditivas pueden ser audífonos externos, con un micrófono que convierte el sonido en un impulso eléctrico, lo amplifica y lo transforma de nuevo en onda sonora, o implantes auditivos, que pueden ser de oído medio, para hipoacusias de transmisión, cocleares, que precisan que el nervio auditivo funcione con normalidad, o troncoencefálicos, para pacientes con alteraciones tanto cocleares como del nervio auditivo.

Medidas preventivas

Es esencial detectar la hipoacusia en niños de forma precoz. Asimismo, se debe tener especial precaución durante el embarazo, para evitar la administración de sustancias que puedan ser ototóxicas, así como evitar la exposición a sonidos de alta intensidad sin la protección auditiva adecuada.

 

Original. 

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